Taciturno e inmenso, México

José Martí, mis valedores, nuestro genio americano que tanto vivió entre nosotros y tanto amó nuestra tierra para de aquí y por amor a la suya irse a ofrendarle su vida. A Cuba, su patria libre

José Martí. Refiriéndose a los apuntes que algún pintor norteamericano hiciese de nuestro país en una ocasión en que lo visitó sin lograr comprenderlo, así protestó el apóstol cubano: No se paró a ver lo que México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación liberal que lleva a cuestas el país resucitado…

A propósito de Cuba: hace algunos años cayó en mi correo electrónico algún texto firmado por una Celia Hart que yo, según mi costumbre y al acto reflejo (tanta basura ensucia mi correo) intenté borrar, eliminarlo para nunca más, pero entonces leí las primeras líneas, y válgame: al rato, conmovido hasta el tuétano y a riesgo de violar esta regla o aquel derecho de autor, me propuse ofrecerlo a todos ustedes como la expresión limpia, genuina de alguien que, desde su perspectiva (tiempo, distancia), nos entrega una síntesis del México que fue y es hoy día Aquí, para conocernos, para reconocernos en espejo ajeno, las expresiones de Celia Hart, cubana y americana como nuestro genio de la América Mestiza, José Martí que así celebró en Cuba nuestras fiestas patrias:

«Cuánto me hubiese gustado estar con el padre Hidalgo el 16 de Septiembre de 1810. Nuca se tuvo más fe en Dios que en aquel día Aquel sacerdote brillante y culto, no fue una excepción de la regla: el talento, la virtud y el compromiso se dieron la mano para saber querer más que ningún otro hombre a México y a la Revolución. Estas dos palabras no debieron jamás separarse (México y Revolución), porque es imposible que la independencia de un pueblo se gane sin dosis elevada de revolución…

El Siglo de las Luces cayó en mis tierras americanas como música para la libertad. Hidalgo ya era bastante viejo para la lucha, pero ¿quién dice que para amar y construir se es demasiado viejo jamás? Con Allende, Abasolo y un grupo de jóvenes valientes decidió que la Patria Mexicana tiene demasiado empeño para no ser libre. Que ya en Francia se habían librado del Rey y de su cabeza y México era de los mexicanos y no de España, que fue incapaz de liberarse de su propio rey. Así nació aquella mañanita de septiembre el camino de la revolución en México.

Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar. Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.

El Grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía estúpida y sórdida sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres.

La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre. En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la frontera de Nuestra América con los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los EUA ser más tolerantes con la nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.

¡José Martí no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que «ya los mexicanos sabían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras» y que «ya hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu».

¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío necesario para declararse libre? ¡Más ha hecho México en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron!» (La fiesta tricolor sigue mañana)

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