¿Y el culpable…?

¿Del desastre en la educación pública quién es, quiénes son los culpables? ¿Carlos Jongitud, que educó a Elba Esther en las mañas para el saqueo de la educación pública? ¿Carlos Salinas, que desplazó a ese Jongitud que se le había tornado un estorbo, para obsequiar el puesto a la Gordillo? ¿El chaparrito, jetoncito, que a querer o no le está pagando facturas por haberlo ayudado, haiga sido como haiga sido, a imponerse en Los Pinos? Mis valedores…

Los responsables somos nosotros. Todos nosotros. Por comisión u omisión somos los responsables de todo lo bueno y todo lo mal que acontece en nuestro país, y lo paradójico: de la educación deficiente somos responsables por lo deficiente de nuestra educación. Por nuestra falta de cultura política, que permite al «Sistema» proporcionar a los estudiantes una educación deficiente. Por su horroroso compinchaje con Elba Esther, que es decir con la corrupción pública Este país.

Sí, la Gordillo, que en el pasado proceso electoral apuntaló la ofensiva con la que los grandes capitales y el alto clero católico, la industria del periodismo y el segundo marido de Marta, la segunda esposa de Fox y uno que otro panista, aniquilaron la candidatura presidencial que intentaba engranar nuestro país al proyecto común de diversas naciones hermanas en el sur del continente, y con ellas enfrentar las políticas neoliberales de Washington y el agio internacional. A fin de cuentas Bush se interpuso, y ahí cambió el curso de la historia de nuestro país, y así seguimos, con el gobierno reaccionario de los Legionarios de Cristo, los beatos del Verbo Encarnado y la capa pluvial de Norberto Rivera, político por vocación. Laus Deo.

Por cuanto a la «líder moral» del sindicato de trabajadores de la educación, la pantanosa Gordillo: ¿traidora al magisterio?, se preguntan algunos, y otros contestan: no sólo traidora, sino que carga también sobre sus lomos presuntas complicidades en delitos que involucran sangre y muerte, y que por intereses del propio «Sistema», de cuyos cimientos forma parte importante, nunca se han podido, nunca se han querido probar.

Sobre la acusación de traidora, cierto día la señaló Carlos Jonguitud, «líder moral» que fue de «Vanguardia Revolucionaria» del magisterio (aquí líder moral significa sátrapa, cabecilla, mangoneador, enriquecido hasta la náusea con las cuotas sindicales. Cada «sindicato» tiene el «líder moral» que se merece). Tras unos años de forzado silencio después de que Salinas lo arrojara violentamente del cacicazgo que el potosino había creado dentro del sindicato del SNTE, acusó Jongitud:

– Claro que Elba es una traidora a mí, que la alcé de la nada, a la causa del magisterio, al propio sindicato. Una traidora, la Gordillo.

Por cuanto a la riqueza descomunal que la maestra ha acumulado muy al estilo de su difunto colega el maestro rural Carlos Hank González, ironizó Jonguitud: «¿Millonaria por herencia? Yo vi a esa mujer en condiciones de verdadera miseria Eso de que su abuelo le dio millones son vaciladas como para Ripley…»

Traición y una riqueza inexplicable, vale decir, que uno tras otro los de Los Pinos, esos mismos que a su hora se han llenado la boca con la ley y el estado de derecho, nunca han podido, nunca han querido aclarar. ¿Calderón, dice alguno de ustedes? Ese mucho menos, él que empieza apenas -a penas- a pagarle facturas, que a la Gordillo le debe media posadera en el sillón de Los Pinos…

Pues sí, pero aún permanecen, vivas y requemantes, las acusaciones, nunca probadas, que ligan a la Gordillo con muchos y muy diversos delitos de sangre, acusaciones a las que aludió el depuesto cacique potosino con aquella frase que tantas sugerencias dejó entrever:

– Ya en la lucha, Elba es capaz de muchas cosas…

En fin, que acusada y acusador son coyotes del mismo pelaje, y si su seña de identidad fue siempre una complicidad que se continúa con los blanquiazules, ¿qué han hecho, por su parte, los maestros de la Coordinadora para exhibir a esa Gordillo acusada de traidora, ladrona y aun autora intelectual de algunos hechos de nota roja, como el asesinato del profesor Misael

Núñez Acosta, «caído en defensa de los pobres»? Esos, tan bien intencionados cuanto estériles en su obcecación obsesiva por aferrarse a una estrategia obsoleta, no han rebasado el plantón, la mega-marchita y la toma de la vía pública, puño en alto y grito estentóreo: «¡e-xi-gi-mooos!». De esa Gordillo involucrada con hechos de sangre hablaré el lunes. (Aguarden.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *