Decíamos ayer: con el pretexto de una cierta Camila, que por la vía del matrimonio logró incrustarse en la familia real, mostraba yo a los británicos mi extrañeza porque así permitirían a la trepadora exhibir su rastacuerismo ante un pueblo de por sí pobre que ella, sus tres retoños y la familia completa, con sus despilfarras empobrecía aún más. El recado finalizaba con una pregunta, que ahora me permito completar. Ciudadanos británicos: ¿No serán ustedes los que han permitido a Camila, con la fachada de su «Let’s go England!» y «Transform England!» el saqueo y la depredación de la que ha convertido en su caja chica, su cochinito y su cochinero, la National Lottery for the public assistance, si es que así se escriba en el lenguaje de Shakespeare? Súbditos de Camila:
Ustedes, que en los comercios se dejan arrebatar los centavitos del cambio en la nota de remisión, ¿están enterados de qué manos recogen penique a penique hasta formar miles de libras esterlinas con qué satisfacer la voracidad de la nueva rica, la devoradora marabunta doña Diabla Camila? ¿Conocen ustedes, pero a cabalidad, el pasado de la arribista? Tan claro resulta, o tan turbio, cochambroso, que el círculo de la señora ha parido, abortado y amamantado, toda una literatura de baja estofa, de regüeldo y albañal, donde se lanzan acusaciones contra una trepadora que asalta el cochinito de los públicos dineros hasta degenerarlo en un público cochinero, tan pestilente como el cochinero del catre que se nombra en las malditas crónicas, ya sea nupcial, matrimonial o de hotelito de camino. Un pasado de escándalo, nada virginal y sí del todo vaginal, como el que de compañera merece un barón (no varón) no virginal sino vaginal, tanto como ustedes mismos, que así permiten que a todos embije con sus vaginales flujos y esencias. Todo esto, británicos, del dominio público…
Del dominio público, por más que el dominio es sólo de la soberana voluntad de una oportunista ya a estas horas soberana del país, todo por culpa de débiles, castrados y mandilones, como evidencian ser todos ustedes, los de vocación de súbditos. La tal Camila, entretanto, como buena trepadora (que de buena sólo eso se le conoce), se ha apoderado, en perjuicio de todos, de las riendas del país, y de silla, espuelas, albardón y retranca; y reitero: ¿lo permiten ustedes? ¿Tan mansitos me tos tornó la Camila, tan pasivos y dependientes? ¿A ustedes también, como al princesito, les ha cautivado hasta el punto de que la tienen en la mera punta de la popularidad? Y si de retrancas hablamos…
¿Con cuántos retoños llegó Camila al palacio? ¿Con tres, y no más? ¿Aún con dientecitos de leche, o ya con colmillos de depredador? Los entenados, ¿cómo le fueron a salir al padre postizo? Por ahí leí que Carlos viaja en yates prestados. Pero en cuanto a los hijos políticos (lo único de político que se le conoce al princesito), así vajerón como el de en medio y el de hasta abajo, ¿ellos cómo se desplazan dentro y fuera de la Gran Bretaña? Hoy fortunosos en lo económico, ¿son ricos de nacimiento, o la madrecita fortuna los comenzó a apapachar hace apenas cuatro, cinco años? ¿Avión propio en la mitad de un sexenio? ¿Pues cuántos salarios mínimos perciben los hijos de la señora que despacha en las cabañas de Buckingham..?
El trío de suertudos, de cometer algún fraudecillo con un chocolate en el super, ¿disponen de una corte celestial que los exonere, desde el Duque de Edimburgo hasta el Estado Mayor Presidencial? Ellos, ¿andan libres a estas horas? ¿Lo permiten ustedes? ¿Tan agachones serían, en tal caso..?
Tienen ustedes unos jueces dignísimos, por más que para juzgar se disfracen con pelucas ridiculas que oculten lo que ellos son: calvos y pelones. ¿Para juzgar a Camila y su trío de rapaces aplican estrictamente la ley o por contras: la ley, la moral personal y opinión pública les dan dos que tres pelones? Tienen una cámara de lores que antes de Camila actuaban como la cámara de los comunes, y una cámara de los comunes que solían actuar como lores. A partir de la trepadora, todos los legisladores se sienten lores por más que son comunes, y por sus actos, más que comunes, corrientes.
A ustedes, en el pasado pluscuamperfecto, cierto primer ministro les prometió sangre, sudor y lágrimas, pero en los hechos les dio bienestar, seguridad y progreso. Hoy, el principito consorte les prometió progreso, seguridad y bienestar. A cambio les ha dado sangre, sudor y lágrimas. Si tal es su situación, súbditos de Camila: ¿piensan ponerle remedio? ¿Organizándose en células autogestionarias para darse, con el poder popular organizado, un gobierno al que obedecer como sus mandantes? ¿Con la cartulinita famosa, la «llave de la democracia», enjaretar a Camila la corona de reina? ¿God save de Queen? ¿Y el princesito a dónde? ¿Al DIF? (God…)