México, paranoia y psicosis…

La intolerancia, mis valedores, síntoma claro de una sociedad con problemas de salud mental. Pienso en el trabajador recién muerto a balazos por el automovilista al que las obras del gobierno capitalino le impidieron el paso allá por los rumbos del monumento a La Raza ¿Cuántos en el país circulamos por la ciudad cargando nuestra psicosis, que a lo mejor ignoramos? A principios del sexenio anterior éramos uno de cada seis. Hoy día, en el México de las cabezas sin cuerpo y los cuerpos descabezados, ¿cuántos andaremos en el filo de la susodicha psicosis?

– La intolerancia de los capitalinos a situaciones tan cotidianas como el manejar, afirma la psiquiatra Elsa Robinskis. se ha agudizado en los últimos años en el DF debido a la falta de disciplina, respeto y responsabilidad social

El caso del asesino, hoy prófugo, del ingeniero de obras del GDF, me recordó uno muy semejante que aconteció hace siete años. ¿Recuerdan ustedes el crimen del mecánico aquel que arrojó su vehículo contra los niños de un kinder, ocasionando la muerte de dos criaturas y heridas en una veintena más? Aberrante. Como advertencia para que un hecho de tan delirante violencia no se repitiera jamás (se repitió siete años más tarde), psiquiatras, psicólogos y educadores coincidieron en la solución: tolerancia Tal es el remedio y la clave: tolerancia

Sólo que aquí cabe la aclaración: por más que en ninguna de sus formas es aceptable, existen dos clases de violencia- violencia-causa y violencia-efecto. Una es la causante y otra la contestataria El ejemplo:

El asesino de las criaturas permanece a estas horas, con todo merecimiento, en la cárcel. La suya fue una violencia inaudita, sí, pero antes fue violentado durante tres larguísimos años por las autoridades de la escuela de niños Gabriela Mistral que en provecho propio y para sus prácticas cívicas en plena calle, frente al plantel, al mecánico le escamotearon su derecho ciudadano al libre tránsito que le garantiza el 11 constitucional.

Tolerancia sí, ¿pero de qué tamaño como para sobrellevar el sentimiento de frustración y resentimiento que en tantos de nosotros provoca la corrupción de unas autoridades que en el artículo 14 de su flamante Reglamento de Tránsito Metropolitano lo estipulan: «En las vías públicas está prohibido (…)V: Colocar señalamientos o cualquier otro objeto para reserva de espacios de estacionamiento en la vía pública sin la autorización correspondiente». Y que el infractor se hará acreedor a la sanción respectiva ¿Y? Las calles privatizadas por franeleros impositivos, o de plano enrejadas por vecinos sobrones, nos violan el derecho ciudadano que garantiza el antedicho artículo constitucional. ¿Y.?

Ante semejantes atrabiliarios, ¿tolerancia? ¿Cuánta se necesita para resistir a un ambulantaje encimoso, gritón, prepotente y ruidoso que se ha apoderado de estaciones del metro, calles y barrios enteros? ¿Y los mecánicos de la vía pública y unos vecinos escandalosos que violentan la doméstica paz y el Bando de Policía y Buen Gobierno, hoy con un nombre nuevo, pero con la ineficacia de siempre?

Tolerancia, aconsejan. ¿Y qué dicen de los vecinos que a la pura ley de los suyos disponen de la vía pública para sus bailes nocturnos, y a alaridos de La Boa y el ponchis ponchis a 20 mil decibeles nos desbarrancan en el insomnio y la exasperación, y pásense por el estrecho de los compañones todos nuestros derechos garantizados en el bando de marras? (De repente, a media noche, ¡tíznale!, los bombazos que en la fiesta del santito proclaman urbi et orbi la católica religiosidad del mexicano. Dios…)

¿Tolerancia frente a la voz oficial del mediocre, o sea el claxon? ¿Tolerancia (¡espantable!) frente a las mega-marchitas donde pocos o muchos vociferantes bloquearon arteras, venas y vasos capilares de una ciudad de por sí enferma de alta presión? Mis valedores…

Ese que hace siete años asesinó a unas criaturas está siendo asesinado día con día en su celda de la prisión, por más que la violencia-causa nunca fue castigada Hoy, el émulo del mecánico anda prófugo mientras lo afirma el psiquiatra J.V Rocabert: «La población del DF está sufriendo un proceso de paranoidización progresiva como mecanismo defensivo ante la reducción paulatina del espacio vital y el incremento de la violencia y la criminalidad».

Tolerancia ¿Y del espacio que con 24 millones de anuncios malforjados, machacones y embusteros, nos han invadido a lo impune y desvergonzado la partidocracia y sus ifes y trifes en radio y televisión? ¿Todo Eso qué? ¿Tolerancia?(bah.)

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