La droga y el pobre de espíritu

Así es, mis valedores: calificar de dificultosa la situación que vivimos en el país sería caer en una obviedad, que con conocimiento de causa lo podrán afirmar el obrero, el artesano, el ama de casa, en fin; cualquiera de los pobres, que en México lo somos todos si exceptuamos a los ricos. Quién mejor que las clases populares para atestiguar que el catarrito que nos pronosticó el de Hacienda él mismo nos lo iba a cambiar, a la vuelta de unos meses, por un tsunami monumental. En manos de semejantes hablantines, ineptos e irresponsables avanza a trancos, entre tumbos y reculones, el aparato gubernamental. Es México.

Y por si la crisis en la economía familiar no fuera bastante, ahora la nueva plaga, que a querer o no financian las empobrecidas masas populares, esa despiadada brama de enajenación colectiva del IFE, Instituto Federal Electoral, que en la aberrante dimensión de 23 millones y medio de anuncios publicitarios se ha desbozalado en todos los medios de condicionamiento de masas para exaltar inexistentes virtudes de una democracia que es tan sólo democracia electoral; electorera, en el caso presente. Y digo una vez más:

La verdadera democracia, por más que liberal, se integra con tres entidades básicas: la vertiente formal, la representativa (participativa, debería ser), y la social como el componente más importante, que alude a todos los beneficios sociales que el Sistema de poder ha negado a las masas sociales. «Democracia»; así apoda ese Sistema la maniobra periódica de depositar el voto por este o aquel candidato que nos haya convencido (a mí no) con sus promesas de campaña, pero sin que ese voto garantice que tales promesas nos serán cumplidas. ¿Entonces..?

Entonces democracia al modo del IFE: ¿alguno con tres gramos de cultura política, que no sea la falsa y enajenante que mamamos (yo no) de la TV, podrá conservar la ecuanimidad ante la propaganda del IFE que afirma, y sigue tan campante: «Tenemos un poder grande, para convertir el silencio en exigencia»? El silencio en exigencia, y esto machacado a todas horas de todos los días, ¿existe receta mejor para mantener a las masas sociales en el puro reniego, la megamarchita, la pasividad y la dependencia? A propósito…

¿De qué partidos proceden los candidatos a puestos de elección popular? Esos vienen ¡imagínense!, del PAN, yunquera mentalidad de monjas del Verbo Encarnado; del Revolucionario Ins., de nefasta memoria para quienes conservamos la memoria histórica, y de los colaboracionistas talamanteros de Nueva Izquierda que propone el Partido de la Revolución Democrática. Esos perredistas, priístas y educandos del Verbo Encarnado son quienes se preparan para cantarnos todo lo sabios que son, todo lo laboriosos, honrados, austeros y bien preparados que están para enchufarse en el presupuesto que financiamos nosotros. Lástima de los millones derrochados en un parto de los montes que van a abortar tales ratones vividores. Cuánto mejor invertir los dineros de la campaña en escuelas públicas. Y sin embargo habrá que votar; es nuestro derecho ciudadano y nuestra obligación. En fin.

Por eso mismo, mis valedores, porque sólo así se resisten y superan las épocas dificultosas; porque sólo de esta manera nos podremos enfrentar la crisis, porque sólo así lograremos nadar a contracorriente y sobrevivir, es imperativo de primera necesidad que hoy tengamos y mantengamos la cabeza fría y una conveniente dosis de temple, resistencia, entereza, determinación y capacidad de respuesta a los retos cotidianos que nos va imponiendo la contingencia crítica Preciso es que nos mantengamos alerta, con nuestros sentidos vigilantes para aplicar el antídoto a cada nueva circunstancia adversa

Pues sí, ¿pero resistir y enfrentar es característica de las masas? ¿No hay espíritus débiles? ¿Y cuál es la actitud, cuál la reacción del débil? Exacto, sí, el síndrome del avestruz, la fuga de una realidad que lo rebasa, fuga que lleva a cabo por la vía de las dos drogas más nefastas para el ente humano. La primera es el licor, que a su virulencia añade la alcahuetería de leyes y comunidad que ven como lo más natural la ebriedad y el tráfico de botellas.

¿La otra droga devastadora de débiles? La superstición, esa industria de charlatanes y vividores (brujas blancas y brujos barbados) que desde radio, TV y prensa escrita, con todo y sus «psíquicos», estafan a los pobres de espíritu con el trocito de esperanza inútil. Esas ganas de creer en los demás cuando no creemos en nosotros mismos. Lóbrego.

Seguiré con el tema (Aguarden.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *