¿Conmemorar un aniversario más del Grito de Dolores y esa independencia que consumó el alto clero católico para que todo en el país quedase igual que antes? Las acciones que desembocaron en la dicha independencia proclamada por Iturbide un 27de septiembre de 1821 fueron resultado de la Conjura de La Profesa, con un abad Monteagudo de promotor y el susodicho Iturbide como brazo ejecutor. Pero vueltas, revueltas y recovecos que exhibe la historia: el “libertador” fue fusilado, como fusilado fue el “Padre de la Patria” un 30 de julio de 1811. Es la historia.
¿Válida la excomunión que previamente cayó sobre Hidalgo con un Abad y Queipo de ejecutor? El Tribunal de la Inquisición formuló contra el “cura rebelde” 53 cargos, para terminar azotándolo con la excomunión fulminante. En octubre de 1810 habló por la Iglesia Católica un arzobispo Lizama:
– Hijos míos, no os dejéis engañar: el cura Hidalgo, procesado por hereje; no busca vuestra fortuna sino la suya; como ya os tenemos dicho en la exhortación del 24 de septiembre: Ahora os lisonja con el atractivo halagüeño de que os dará la tierra: no la dará y os quitará la fe; os impondrá tributos y servicios personales, porque de otro modo no puede subsistir en la elevación a que aspira y derramará vuestra sangre y la de vuestros hijos.
Las masas, crédulas, y cómo pudiese ser de otro modo, si en la Nueva España de entonces existían 29 centros culturales y once mil ciento dieciocho templos católicos. Lógico.
Lógico también que quien levantó un pueblo en armas lo pagara con su vida. Revelador este trozo del documento de excomunión fechado el 24 de septiembre de 1810, que firmó el obispo de Michoacán:
“La Nueva España (…) se ve hoy amenazada con la discordia y anarquía, y con todas las desgracias que la siguen. El cura de Dolores don Miguel Hidalgo (…) levantó el estandarte de la rebelión y encendió la tea de la anarquía, y seduciendo una porción de labradores inocentes les hizo tomar las armas; y cayendo con ellos sobre el pueblo de Dolores el 16 del corriente al amanecer, sorprendió y arrestó los vecinos europeos, saqueó y robó sus bienes. Como la religión condena la rebelión, el asesinato, la opresión de los inocentes; y la madre de Dios no puede proteger los crímenes; es evidente que el cura, pintando en su estandarte de sedición la imagen de nuestra Señora, cometió dos sacrilegios gravísimos, insultando a la religión y a nuestra Señora.
El cura Hidalgo insulta a nuestro soberano, despreciando y atacando el gobierno que le representa, oprimiendo sus vasallos inocentes, perturbando el orden público y violando el juramento de fidelidad al soberano y al gobierno, resultando perjuro igualmente que los referidos capitanes. Yo, vuestro obispo, debo salir al encuentro a este enemigo, en defensa del rebaño que me es confiado.
Así pues, usando la autoridad que ejerzo como obispo declaro que el referido Miguel Hidalgo, cura de Dolores y sus secuaces son perturbadores del orden público, sacrílegos, perjuros y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon. Los declaro excomulgados vitandos prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda. Item. Declaro que el dicho cura Hidalgo y sus secuaces son unos calumniadores de los europeos, que no tienen ni pueden tener otros intereses que los de vosotros, los naturales, auxiliar la madre patria”.
Hoy, capas pluviales y solideos celebran el Grito de Independencia. Es México. (Este país.)