¡Pobre México!

Esos, los vendepatrias apátridas. Yo estoy convencido, mis valedores,  de que nunca antes como hoy se había enajenado la soberanía del país al vecino imperial. Esto lo comentábamos en la tertulia de anoche, y aquel desprecio por los sumisos, los serviles, los ventajistas y ocasionados que por medro personal y de grupo se culimpinan ante el que les reporta más provecho personal y de grupo. Una seña del maestro en la tertulia de anoche. Callamos. Lo ví desplegar aquel diario amarillento de vejez. “Es que es de 1885. Pobre México, se titula el comentario, y su parte fundamental”:

 “Mientras que el vulgo ignorante y los periodistas vendidos batían palmas cuando se acordaron concesiones ferrocarrileras a nuestros vecinos, los seres pensantes temieron por el porvenir de esta patria, víctima infortunada de ambiciones bastardas. Los hombres pensantes veían en esas concesiones un peligro inminente para México. No se equivocaron.

En recompensa de las espléndidas subvenciones concedidas a los yankees, éstos están arruinando al país por medio del contrabando y a ciertas tarifas de conveniencia, concertadas de forma embozada para proteger la industria extranjera con graves perjuicios de los intereses nacionales. México ha dado millones sobre millones a las empresas ferrocarrileras, para que lo arruinen. ¡Pobre país!

El Ministro de Fomento desconfió de los manejos yankee, y sólo apoyó las tarifas de una manera provisional y por corto plazo: cumplióse éste, prorrogóse en seguida, ha vuelto a cumplirse; y  no se ha podido lograr que la Empresa del Ferrocarril Central modifique sus tarifas; rehúsa reformarlas y para ello se vale de rémoras y pretextos inadmisibles. Nuestros agradecidos y caritativos empresarios, los americanos, obran ya en este país como si estuvieran en su casa. La conquista pacífica comienza ya a producir sus  frutos podridos. ¿Qué sucederá mañana?

D.. Porfirio, que rompió con las previsiones del inteligente y previsor Benito Juárez, puso a los yankees un puente de plata para que desde Nueva York pudiesen venir a esta capital, sin incomodidades, sin riesgos y a costa nuestra. Hay que sacar al país de este espantoso atolladero. ¡Ojalá no sea ya demasiado tarde! Si hemos de romper con los que se tomaron media República hace 38 años, y ahora tratan de apoderarse del resto por medios ingeniosos, que sea luego. Mañana la obra será más difícil porque se habrán creado y robustecido aquí grandes intereses americanos. ¿Qué opina acerca de esto el Gral. Díaz?

Por una mera casualidad, el Ministro de Fomento desconfió de los manejos yankees, y sólo apoyó las tarifas de una manera provisional y por corto plazo: cumplióse éste, prorrogóse en seguida, ha vuelto a cumplirse; y sin embargo no se ha podido conseguir que la Empresa del Ferrocarril Central modifique sus laterales tarifas; rehúsa reformarlas y para ello se vale de rémoras y pretextos inadmisibles. Por lo visto, nuestros agradecidos y caritativos empresarios, los americanos, ya obran aquí como si estuvieran en su casa. La conquista pacífica comienza ya a producir sus  frutos mostrencos.

¿Qué sucederá mañana? D. Porfirio, que rompió con las inveteradas preocupaciones del inteligente y previsor Benito Juárez, puso a los yankees un puente de plata para que pudiesen venir a esta capital, sin incomodidades, sin riesgos y a costa nuestra”.

Fox, sobre los cuestionados servicios múltiples: Tú, gringo, haces el agujero, sacas el energético y me lo entregas. ¿Cuál pérdida de soberanía?

De vocación vendepatrias. (Sigo después.)

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