Aplastar la memoria histórica

El emperador había manifestado a sus generales que Puebla  recibiría con flores al invasor. La defensa de Puebla después de la derrota del 5 de mayo demostraría a quien aún tuviese dudas, que los mexicanos empezaban a serlo.

Exacta la afirmación del historiador. Con Juárez y sus liberales se fue integrando una verdadera nación, compuesta de verdaderos mexicanos. Antes la revolución Ayutla y de las Leyes de Reforma que crearon tales beneméritos no existía un concepto de patria y de patriotas, y es por ello que el territorio fue desgarrado por cuanto invasor se propuso medrar de un territorio indefenso, o casi.

Pero bandazos que da la historia: el vecino del norte abandona el proyecto de invasión que planeaba desde el XIX por el de absorción, que aplicó desde entonces y que hoy desemboca en ese regreso del energético a las compañías extranjeras disfrazado de reforma energética que perpetran unos entreguistas validos de la pasividad e indiferencia de las masas sociales, cuya condición de mexicanos regresa a los tiempos anteriores a Juárez y sus liberales. Trágico.

Hoy, 5 de mayo del 2014, se cumplen 152 años de la invasión francesa y la batalla de los fuertes de Loreto y Guadalupe en las goteras de Puebla, la capital. Con ánimo de que se advierta que, imponderables aparte, los mexicanos remataron en el Cerro de Las Campanas la osadía de los invasores, ahora transcribo parte del mensaje que en los barruntos de la invasión Juárez envió a la comunidad:

“Mexicanos: si se intentase humillar a México, desmembrar su territorio, intervenir en su administración y política interior o tal vez extinguir su nacionalidad, yo apelo a vuestro patriotismo y os exito a que, deponiendo los odios y enemistades a que ha dado origen la diversidad de nuestras opiniones, y sacrificando vuestros recursos y vuestra sangre, os unáis en derredor del gobierno en defensa de la causa más grande y más sagrada para los hombres y para los pueblos: en defensa de nuestra patria”.

Y ya en los primeros amagos de invasión: “El pueblo mexicano conquistó su independencia sin auxilio extranjero, y ha dejado una historia de su insurrección, que parece una epopeya por los rasgos sublimes de patriotismo de que está sembrada.

El pueblo mexicano conquistó la reforma con una heroicidad y una moderación el día del triunfo, que han  merecido la admiración de los contemporáneos imparciales; y sin otra ayuda que su fe en las ideas del siglo, abatió el coloso clerical, respetando la religión. Marcó el hasta aquí a los abusos y enalteció el dogma, emancipándolo de la liga de oro que le unía con el poder civil.

El pueblo mexicano, que en pocos años ha consumado dos obras tan grandiosas, no puede ser esclavizado por ninguna nación del mundo, y puede luchar y luchará en esta vea, como en otras, para probar que tiene vida para ser independiente, que tiene inteligencia para ser progresista, que tiene valor para defender el suelo en que le colocó la  Providencia…”

En enero de 1862 se presentaban las escuadras extranjeras frente a la ciudad y puerto de Veracruz. Más tarde se iniciaría la invasión, pero entonces…

Y aquí la importancia de la memoria histórica. Si tan admirables epopeyas  mexicanas son ignoradas por las masas sociales, ¿cómo pudieran servir  de ejemplo frente a la reforma energética? ¿Hoy qué dirá de la invasión francesa el discurso oficial? ¿De la absorción de EU qué podrá decir? Mis valedores: este es el gobierno que hemos aceptado. Esto somos nosotros. Todo esto es México, nuestro país. (¿Y..?)

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