Ritual y proclamas empachadas de pensamiento mágico tendrán la misma eficacia de la danza con la que el brujo invoca la lluvia.
La cultura política, mis valedores. Hoy mismo, en momentos en que éstos y aquéllos se tironean jirones de crudo y de educación pública, cuanto se echa de menos esa cultura que llevase a los defensores a pensar (pero con pensamiento propio), y asumiendo que no se es perfecto, llevar a cabo un ejercicio de autocrítica para examinar, con base en la historia, si sus tácticas son las adecuadas. Si no, a crear las pertinentes. Pero no.
El defensor de causas tan nobles y tan legítimas vuelve al camino trillado y por enésima vez ejecuta el ritual del que la historia ha probado su ineficacia. En fin, por si su lectura pudiese resultar provechosa para maestros y defensores del energético: de extenso análisis sobre formas de lucha social entresaco estos párrafos que juzgo aleccionadores para quien piense con cabeza propia porque no ha permitido que le secuestren sus pensamientos.
«Cuando se analizan científicamente la fortaleza y la debilidad de un enemigo se puede ubicar sus puntos vulnerables y entender que su fortaleza es directamente proporcional a nuestra debilidad. Hay que autoanalizarnos para detectar lo que nos torna débiles.
El enemigo histórico de nuestro cambio social aplica una forma de control y dominio con excelentes resultados: infiltrar en los movimientos sociales formas de lucha ineficaces y obsoletas. Ya introducidas en el imaginario colectivo se enraizan a nivel de dogma incuestionable, con lo cual cobran vida propia. Muchos luchadores sociales, con su falta de lucidez, se encargan de reproducir las concepciones que pretenden combatir.
Esos movimientos han caído en su trampa estratégica, de la que deriva gran parte de sus derrotas. Durante décadas se han creado conjuros mágicos, se pregonan proclamas convencidos de que clamarlas a gritos una y otra vez es suficiente para ganar, pero esos conjuros no han logrado hacer daño porque no basta con satanizar a un enemigo poderoso para vencerlo. En el combate las palabras carentes de fuerza motriz debidamente organizada y dirigida científicamente no producen triunfos históricos. (Tomar nota.)
El mágico pregón. En nuestras marchas enarbolamos consignas como El pueblo unido jamás será vencido, pero no queremos entenderlo: para que el pueblo se una no basta un pregón que produzca el milagro. El pueblo no se va unir por si solo ni con gritos, sino con estrategias y tácticas científicas avaladas con un trabajo eficiente y constante.
A la marcha-mitin se le ha cambiado su función objetiva de denunciar un problema, una inconformidad, y preparar a las bases para pasar a formas de lucha especificas de su área de operación que sean el todo en la lucha. Al convertir un medio en el todo (la marcha-mitin) y enraizar tal creencia a nivel de dogma hemos quedado desarmados.
¿Por qué la eficacia de la marcha-mitin no se cuestiona a pesar de haber demostrado una y otra vez sus limitaciones, y en muchos casos (los de hoy) su impotencia como arma contra la injusticia? Porque se nos volvió dogma. Al tornar la marcha-mitin en el todo de la lucha desnaturalizamos su función práctica, la volvemos liturgia secular, peregrinación que grita conjuros que van a realizar el milagro de vencer a nuestro enemigo histórico. Con el tiempo los marchistas-peregrinos se desencantan, y aquí lo trágico: algunos de los propios compañeros revolucionarios han caído, seducidos por ese recurso fácil. (Después.)