¿En México se practica? Sí, por supuesto, pero esta situación ha mejorado desde el 2007, cuando en esta ciudad y bajo circunstancias determinadas se legalizó la interrupción voluntaria del embarazo dentro las 12 primeras emanas de gestación. Horroroso se advertía el panorama hace más de 3 décadas:
«En México las mujeres abortan a lo clandestino, pero queremos creer que no es cierto; el Estado cree castigar el aborto y por ello quiere creer que no existe. El número de juzgados y sentenciados es casi imperceptible frente a los millones de abortos con las leyes actuales. La sociedad cierra los ojos mientras aborta a escondidas, y el fenómeno sigue en aumento por la actitud puritana del Estado de mantener una norma legal impracticable. Es atroz que las mujeres aborten en condiciones antihigiénicas, pero es peor que el Estado las sancione por abortar.
La sociedad mexicana, durante toda la historia de su evolución, ha practicado y practica el aborto ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que siempre lo ha sancionado. La clandestinidad en que se realiza, debido a la prohibición legal, repercute en creciente agravamiento en distintos aspectos de la vida comunitaria”.
Y lo que en 1976 ocurría en el país: “El aborto lo practican mayormente mujeres casadas, con hijos, católicas y en edad promedio de 30 años. No es, como se dice, un problema de jóvenes, de solteras o de relaciones extraconyugales o ligeras. En el DF los médicos practican sólo uno de 12 abortos producidos, y las mujeres mueren o en un alto porcentaje quedan lesionadas en su capacidad reproductiva, sexual y de estado general”.
Respecto a aquellas mujeres de pocos dineros que se ponían en manos de médicos «espantacigueñas»:
“Sólo un factor tiende a inhibir entre los pobres el número de abortos: el miedo. La paciente pobre no tiene los recursos económicos para acudir a un sanatorio de calidad, de modo que se resigna a parir un hijo no deseado o se arriesga y se somete a un aborto barato, burdamente practicado y, por lo mismo, muy peligroso. El único factor universal en torno al aborto es la determinación de mujeres desesperadas que, al enfrentarse a embarazos no deseados, intentan a cualquier costo que se les practique un aborto».
Porque ocurría (¿ocurre?) que en México coexistían dos países, uno ficticio y otro real. La contradicción entre estos dos niveles era enorme, en verdad. Su consecuencia era el predominio de la mentira que, a su vez, es una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. «El problema del aborto, se decía entonces, es un ejemplo muy claro de esta situación. Las prohibiciones contra el aborto prolongan y fortifican el país irreal, el país de las frases, frente al país real, que es el país de los hechos. La legislación que condena la práctica del aborto debe suprimirse».
México, oct.,2009. En un país garante de la libertad de conciencia, de la autonomía del Estado frente a lo religioso, la igualdad y la no discriminación, la alianza PRI-PAN ha propiciado que en 16 estados de la República se prohíba la despenalización del aborto y que la mujer, amenazada de cárcel y excomunión, pueda decidir sobre lo que ocurre en su propio cuerpo. Roberto Blancarte:
“¿Dónde quedaron los argumentos científicos? ¿Dónde quedaron los derechos de las mujeres? ¿Dónde quedó el Estado laico, garante de la libertad de conciencia, de la autonomía del Estado frente a lo religioso y de la igualdad y la no discriminación? ¿Dónde?” Es México. (Este país.)