Desobediencia civil

A ver si el jefe del Ejecutivo logra mantener en alto el buen porcentaje de bateo que ha lucido desde el inicio de su administración. (Reforma, 17-XII-12.)

Así es, mis valedores. Hoy mismo, a unos días de que se terciara la banda presidencial, entre Peña y los «medios» todo es miel y azucarillos. Lo que se temía, lo que se esperaba, se ha consumado en el gobierno del país. Las mayorías se impusieron, y las minorías no han tenido más recurso que resignarse. Achaques de la democracia, y qué hacer.

Ahora que si nos avocamos a sumar y restar, ¿fue acaso la mayoría la que regresó al Tricolor a Los Pinos? Los millones de votos del triunfador no alcanzan la cifra de los que recogieron Vázquez Mota y López Obrador. Por cuanto al voto de las minorías pensantes, ¿en qué proporción se ubicó frente al voto duro, cautivo, corporativo, que llevó a Peña al poder, como fue el de los obreros, campesinos y organizaciones populares encuadrados en la CTM, la CNOP y la CNC? Porque  así es la democracia a la mexicana: al priísta lo encaramó al Palacio Nacional el  voto de los mexicanos menos favorecidos por la economía y la educación, como también el sufragio inducido desde los púlpitos, los grandes dineros y la industria del periodismo.  Ese voto duro, cautivo, corporativo, constituye la base y la estructura de todo sistema fascista como los que hicieron erupción en la Europa de entre-guerras de los años 1918 a 1939. Democracia.

Hoy esa es la realidad: Peña es el presidente del país. De mi persona, inclusive, y qué hacer.  Hoy, ese PRI del autoritarismo y la delirante corrupción  retorna al gobierno. Hoy todos los medios impresos y electrónicos se empalagan en loas a «nuestra democracia» y al triunfador. Los millones que votaron por el candidato en tantas formas vinculado a ese Arturo Montiel sospechoso de riqueza ilícita,  ¿sabrán lo que hicieron en nombre de una «democracia» que tal vez no conocen más que de oídas? Lástima.

Peña encuevado en Los Pinos.  ¿Que resta a unas minorías que sumado su número resultan ser mayorías? Muy atrás y en olor de cadaverina ha quedado la propuesta de alguno de los candidatos perdidosos, que como respuesta que anulase el dictamen del TRIFE, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, proponía la desobediencia civil. Pues sí, pero no, que ya lo advierte la teoría política: ninguna estrategia como la del boicot, la movilización de masas o la desobediencia civil rebasarán el nivel de lo espontáneo efímero si no tienen como cimiento la fuerza de una verdadera organización como es la de los comités celulares de autogestión. Pero en fin…

¿En qué consiste la estrategia de la desobediencia civil? Antecedente ubicado en el terreno del mito (y tan actual)  lo muestra Sófocles en la figura trágica de la hija incestuosa de Yocasta y Edipo: Antígona.

Habiendo creado el rey Creón una ley que  penaba con la vida (ser enterrado vivo) la inhumación de Polinice, adversario muerto en la guerra de Tebas, la hermana del guerrero manifestó su propósito de desobedecer una ley promulgada con destino a un enemigo político. En uno de los parlamentos de la obra teatral Creón la increpa: «¿Por qué desobedeces mi ley?» «Porque es  injusta. Sobre tu ley están las de los dioses, que me ordenan sepultar a mi hermano». «Si desobedece mi ley serás enterrada viva». «Hazlo. Tú cumples con tu deber y yo con el mío».

«¿Te atreves a desobedecer las leyes del TRIFE? ¿No temes ser enterrado vivo?»

En el de alta seguridad. (Seguiré con el tema.)

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