Nuevo gerente general

«¡Somos una nueva generación, no hay regreso al pasado. Mi gobierno tendrá puesta su visión en el futuro, en el México de grandeza y esperanza que todos queremos y anhelamos!»

Un discurso reciclado que parece la pura verdad y un periodismo que aclama esas frases altisonantes que rebrillan en un discurso cuajado de oropeles y buenas intenciones. Hoy asistimos al nacimiento del país. Es el ritual. Es la ceremonia. Es la vigencia del rito. Es México. Con la llegada del Nuevo Sol se genera el prodigo, una vez más. El mundo meshica sobrevive a la frustración del sexenio con la llegada del Nuevo Sol. El cambio de gobierno se ha consumado, una vez más, como viene ocurriendo desde 1828, cuando Guadalupe Victoria entregó el gobierno a Vicente Guerrero, primer impostor en la historia de México, (Los votos señalaban a Manuel Gómez Pedraza como el triunfador.) En las masas sociales, expectativas de mejoría. Esa resbaladiza esperanza…

Los Pinos amanece con nuevo inquilino. El delirante gobierno del beato aprendiz de brujo propició la vuelta del viejo PRI-Gobierno de la autocracia, el autoritarismo y una alucinante corrupción. Doce penosísimos años de ese neo-panismo que reprodujo todos los vicios del Tricolor le han regresado el poder y un cementerio de cadáveres. Mis valedores:

Hoy se fumiga el país. Se purga de los últimos restos del nefasto sexenio de Calderón.  Con el cortoplacismo se prende, enhiesta, la consabida esperanza del nuevo sexenio.  Como no había ocurrido en los seis años de un calderonismo en que los voceros oficiosos del sistema acusaban el síndrome de la abstinencia, hoy, al igual que en los viejos tiempos de un PRI-Gobierno que retorna con impulsos de garañón, los «medios» inician el torneo del halago,  la alabanza y el copal que se quema ante el nuevo santón. Como en las mejores épocas del Tricolor, que fueron las peores para las masas sociales, horrible contrasentido.

«Mi gobierno se reflejará en una estrecha relación con las organizaciones de la sociedad civil, con los medios de comunicación».

Expectación, esperanza, cautela y un minucioso espulgar de conceptos y ocultos significados en un viejo discurso que aparenta juventud. Ya vendrá el tiempo (6 años, a más tardar) en que los vocingleros tendrán que recular, hacer leña del árbol etc., y enderezar sus halagos al nuevo santón de la liturgia sexenal. Hoy, por lo pronto, el incienso, el copal, el voleo de campanas. Ah, México

“¡Sólo unidos prosperamos. Es la hora del cambio para convertir a México en el país que está llamado a ser!”

(Este se me coló. No es de Peña, sino de Calderón, aunque después de todo cuál diferencia.)

Y en el discurso oficial arrójese la turbamulta de ejes, pactos y decisiones, pero a propósito: ¿alguno de los optimistas que se engancharon en el trepidante discurso oficial se habrá puesto a pensar en que el margen de acción del nuevo gobierno va a estar severamente acotado por cuestión de los tantos tratados, acuerdos y convenciones firmados con organismos internacionales? Pensar en las consabidas cartitas de intención remitidas a ese Monetario Internacional que establece las directrices de la política económica y financiera que el Ejecutivo habrá de aplicar en el gobierno del país. ¿No es por tal dependencia del agio internacional que el de Los Pinos ha quedado reducido a la categoría de gerente general de una matriz ubicada en Washington?

Yo también quiero un nuevo país, un país exitoso que reconozca el potencial y talento de cada mexicano».

(Bueno…)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *