Las Textron y Cobra, mis valedores. Que por dónde andarían esas tanquetas que uno de los espurios importó para enfrentar el descontento de estudiantes y obreros, partidarios de Cárdenas (que por aquel entonces aún los conservaba) y una sociedad civil agraviada por el fraude flagrante que en favor de Salinas urdieron Bartlett y De la Madrid. Esa fue la pregunta que formulé aquí mismo hace algunas semanas.
Tanquetas antimotines, blindadas, llantas anti-bala, cañones lanza agua, cañoneras para desde su interior disparar tinta indeleble. Unidades de exportación. Cobra y Textron, las marcas. ¿Costo por unidad? sólo 500 mil dólares que pagamos ustedes y yo. Me extrañaba no mirar las tanquetas en la vía pública, signo alentador porque evidenciaba que en este país no existe un clima adecuado para la represión.
Pues no, pero de repente aquel día, ¡el jacalón de San Lázaro amanecía grifo de tanquetas anti-motines! Y protesta de inmediato Alejandro Encinas, por entonces jefe de gobierno del DF.:
– ¿Hace cuántos años que en el país no habíamos visto una tanqueta antimotines en las calles? Es un muy mal signo, es el mejor indicador de cómo están las cosas. Yo no quiero un país como el que estamos viendo en las inmediaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro, en donde sean las tanquetas antimotines, en donde sean los cuerpos de seguridad quienes rijan la normalidad de la vida institucional.
– ¿Cuáles tanquetas antimotines?, el vocero presidencial del entonces Fox. «En todo el mundo nadie las conoce ni como tanquetas, ni como tanques. Son vehículos que arrojan agua. En todos los países democráticos tienen estos vehículos, porque permiten enfrentar manifestaciones sin que haya daño corporal.
Eso, y no más. Vehículos que arrojan el agua de los 7 mil 570 litrosque cargan en la panza. Pero, al parecer, las cañoneras no representan agresión alguna para estudiantes y mentores que se encrespan ante las desmesuras de espurios que a punta de malas artes piratean el Poder. Inofensivas las represoras que importó Salinas para imponerse en Los Pinos e imponer a la viva fuerza el pernicioso modelo tecnoburócrata neoliberal. Simples vehículos hidrantes, como simples vehículos que arrojan plomo son las armas del Ejército, la Marina armada y los cuerpos policíacos, que han desperdigado más de cien mil cadáveres…
Durante años le perdí el rastro a las tales tanquetas. ¿Dejaron en paz sus chorros porque se extinguió el descontento? ¿Porque los inconformes se resignaron o terminaron por domesticarse? ¿Por el pudor de los autoritarios, que ocultaron ese brazo represor? Las Textron y Cobra, ¿guardadas en un corralón? ¿Arrumbadas en el cobertizo de alguna dependencia oficial? ¿Se les daba mantenimiento? Traídas para realizar un servicio público, ¿seguían ociosas? ¿Jubiladas antes de que desquitasen los gastos? ¿Artritis y decrepitud en algún apartado refugio? Yo, intrigado, de tanto en tanto las buscaba en unos matutinos hoy embijados de muerte, duelo y lágrimas por la guerra de Calderón, pero de las tanquetas, ni sus luces…
Cierto mal día las vi aparecer por las playas de Cancún vaciándose a chorros en unos altermundistas alebrestados. Hoy, de repente, bien haya México:
Hoy aparece la Textron. ¿La Cobra, tal vez? Agil y salerosa, partiendo plaza y lo que se atraviese allá por el Centro Histórico y la Alameda Central. La tanqueta se une al júbilo de alumnos y profesores ante el retorno del PRI-Gobierno a Los Pinos. Es Peña. Es la Cobra. Es México. (Nuestro país.)