Eso y no más dejó tras de sí. Autoelogio sus dichos, aborrecibles los hechos de su guerra particular contra todo lo que se movía y contra el que iba pasando: narcos, niños, mujeres, estudiantes, México. Seis años de sangre y muerte, disgregación familiar y emigraciones masivas que dejaban atrás pueblos fantasmas. Calderón.
Pero cómo se cuidó de guardar las apariencias. Fue en agosto del 2008 cuando convocó a representantes de sectores sociales y autoridades estatales, federales y del Congreso, con los que se encerró para tramar un maratón de discursos, ponencias, propuestas y buenas intenciones de los cándidos «activistas» que se la creyeron. La choricera de buenas intenciones clausuró la encerrona apodada (por título no iba a quedar) Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. ¿Y?
Mucho chasquido de lengua y nada de nueces, que el gobierno de Calderón estuvo cortado no a la medida de los hechos, sino a la de los discursos mal pergeñados y peor emitidos con una lamentable dicción y un catálogo de clichés ventoseados por el que así diluía su responsabilidad, porque con 4 años de retraso y un desprecio total por la experiencia histórica convóquese al Diálogo por la Seguridad. Que ninguna autoridad del aparato público se quede sin compartir el costo político de Calderón, y para mejor diluir su responsabilidad añádanse las sotanas y los industriales del periodismo, y suéltese el vendaval de discursos, propuestas, excusas, justificaciones y propósitos de enmienda. Yo, ante el estrépito de la verborrea les arrojé unas preguntas que, por supuesto, no obtuvieron contestación. Algunas:
Acuerdos tan estridentes cuanto huecos de acciones, ¿lograrán seguir manteniendo mansas a las masas sociales? ¿Seguirán esas masas jugando su papel de espectadoras pasivas y dependientes? ¿Recompondrá ese «Diálogo» todo lo destruido y asesinado en lo que va del naufragio? ¿Oportuno decenas de miles de muertos más tarde? ¿Con su macabro almácigo de restos humanos logró el impostor «legitimarse»? ¿Los convocados aceptaron de grado compartir con el de mecha corta los costos políticos de la ineptitud, y la improvización? ¿Que al final del sexenio los responsables sean todos los convocados, que es decir ninguno, porque se logró diluir toda responsabilidad? ¿Maniobra electorera para que en el 2012 no cargue el Ejecutivo con el estigma del fracaso en una guerra que ya no puede decir su nombre? ¿Sostendrá Calderón el juramento que, se rumora, pronunció ante la tumba de su padre don Luis de que en su sexenio el PRI no regresaría a Los Pinos? ¿Jurado quedó?
El esfuerzo de haber desgastado la energía del gobierno en un solo problema, no el más urgente para las masas, ¿valió la pena? ¿Vale invertir en la guerra particular del panista recursos que deberían destinarse a problemas ingentes del pobrerío, incluyendo empleo, salud, educación y combate a la pobreza? ¿Lo que se invierte en la guerra particular se recobra con las divisas que el narcotráfico aporta al país? Más allá de protagonismos y fotos de primera plana, ¿algún beneficio reportó a las masas el ruidajo del Diálogo? ¿Y las promesas de campaña? ¿Vil agua de borrajas? De existir la figura jurídica del Mandato revocatorio y una institución que la hiciera cumplir, ¿seguiría Calderón en Los Pinos? ¿Merecemos individuos de tan bajo nivel? Por supuesto que los merecemos porque todo lo bueno y lo malo que ocurre en un país es responsabilidad del nativo, dueño de la soberanía nacional. (¿Y?)