La reelección de Barak Obama, mis valedores. ¡Un afroamericano en la Casa Blanca!, se asombraba medio mundo hace cuatro años. ¡Obama reelecto, se asombra hoy la otra mitad! Yo, en tanto, sigo aquí la reseña del papel que hace unos años desempeñó el negro en el sur de los Estados Unidos.
Dificultosa en verdad fue desde mucho antes la coexistencia con sus paisanos de piel blanca, que se exacerbó durante la guerra civil de 1861-65, donde se confrontaron los yankis del Norte con los confederados esclavistas del Sur. Los esclavos negros habían intuido la gran oportunidad para luchar por su libertad e igualdad mientras en el norte los negros se enlistaban en las fuerzas de la Unión, donde fueron objeto de encarnizadas vejaciones por parte de los soldados blancos, que los discriminaban en formas diversas, mientras que las autoridades les negaban toda posibilidad de ascenso a algún rango militar y les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros adoptaron la digna postura de no aceptar dicha paga.
Por cuanto a los ejércitos confederados del sur: ellos se abstuvieron de tomar prisioneros negros; los heridos eran asesinados, sin más. Y la doble moral del blanco norteamericano: Lincoln los rechazó desde 1861. Hoy mismo, con un Obama en la Casa Blanca, Norteamérica continúa siendo el país de los WASP (blancos, anglosajones, protestantes y puritanos) y el del racismo en agravio de negros y de los
extranjeros:
“¡Mexicanos grasientos, frijoleros color de lodo!”
Pero la creciente agitación de los negros preocupó al gobierno, que creó un Departamento de Colonización con ánimo de regresarlos a África o a alguna una isla del Caribe. La maniobra fracasó de manera rotunda. Se buscaron e intentaron nuevas formas para «limpiar» de negros el territorio de los Estados Unidos.
Tiempo después se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, que fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de violencia demencial. Por cuanto al sufragio: el negro logró ejercerlo frente al terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlo lejos de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron amenazas, organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas para imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.
Entre tales sociedades hay que mencionar al Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes pertenecientes a familias prominentes que rápidamente se extendió por los Estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868 para oponerse a “la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca»
Otra organización terrorista de los terratenientes, Caballeros de la Blanca Camelia (Lousiana 1867), se extendió también con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros.
Cuánto haya avanzado el país del Norte, me preguntaba ayer, desde que sus racistas del Sur aplicaban feroz discriminación contra la negritud, cuando los amaneceres mostraban al vecindario el cadáver quemado, masacrado, hecho garras, de un negro que cayó en manos de las feroces hordas del Ku-Klux-Klan.
¿Cuánto ha avanzado? Ayer nomás un negro entró a la Casa Blanca por la puerta principal. Hoy, de repente, amanece reelecto por cuatro años más. (¡!)