Orwelliano: «En un Estado en el que el gobierno no puede controlar a la gente por la fuerza debe controlar sus pensamientos». (N. Chomsky.)
Lo afirmó don Alfonso Reyes: «Los mexicanos viajamos en el cabús de la historia», tema este del que sabían bastante desde Samuel Ramos hasta Santiago Ramírez, pasando por Zea, Paz, Villegas y tantos más que se aplicaron a estudiar el ser del mexicano. Sobre la servil imitación de las modas gringas, pongamos por caso: generadas en el exterior, acá llegan cuando allá declinan, pero eso sí, aquí se magnifican hasta llegar al ridículo.
La propaganda clonada del inglés, los vocablos clonados del inglés, la cultura clonada del inglés, los mexicanos clonados del inglés. Por cuanto a los jóvenes clonados:
Los Beatles iniciaron la moda del cabello largo, y años después, greña atascada de mugre, los imitadores portan ostentosas colas de caballo con su dona de encendido color, «muy a la moda».
¿Que a los del norte les pegó la ventolera de los pantalones («jeans», perdón) estratégicamente rasgados de aquí, de allá y acullá? Los de acá, de inmediato, a la imitación vil. «¡Porque somos jóvenes!»
Ahora pronto en el extranjero se alzó el escándalo por la muerte de un negro blanqueado, paidófilo y drogadicto. Ah, pues los jóvenes de este país no iban a quedar fuera de la actuación protagónica; a reunirse por miles en alguna explanada, y en un esfuerzo por parecerse al engendro se disfrazaron para imitar al ídolo, y a ensayar un «paso a la luna», o alguna tontería semejante. Lo mismo ocurrió cuando una cantante quedó en la raya por un pasón de la droga, y aquí las jóvenes a exhibir el duelo imitando las formas de vestir, el peinado y el maquillaje grotesco de la viciosa.
¿Que allá se puso de moda el «piercing»? Ah, pues aquí a agujerarse lengua, ombligo, cejas, sexo, poros de la nariz, todo en exceso, a lo delirante. ¿Que allá darketos? Aquí, no faltaba más, a exhibir su mala caricatura «porque somos jóvenes y, por eso mismo, audaces». ¡Mentira! Son imita-gringos, y no más.
Ahora, imitación de los métodos de manipulación que nos llegan del norte, como sarna nos contagia el negocio de las «encuestas de opinión». Vuelo se dieron los imitadores del gringo durante el pasado proceso electoral. ¿Qué opina usted, y que para usted quién ganó el debate, y que cuál de los cuatro será el mejor. La plaga.
Bueno, sí, pero ya encarrerados, los del negocio de los sondeos y las «encuestas de opinión» no se frenaron a tiempo, qué se iban a frenar, y al que toman descuidado le disparan la pregunta de interés nacional:
«¿Tiene usted una mascota en casa?» ¿Perro, gato, caballo, otro?» «¿Está a favor o en contra de quien no recoge los excrementos de su mascota?» «¿Supera la crisis del huevo a la de la tortilla?» «¿A usted qué tanto le afectó la falta de huevos? «¿México tiene huevos suficientes?» «¿Revueltos o a la mexicana?» Y aquí lo inaudito:
«¿Para usted quién ganó el tercer debate entre Obama y Romney? El tanto por ciento de los encuestados respondió…»
Ese tanto por ciento que se atrevió a responder sobre el proceso electoral de EU., ¿estaría autorizado para opinar? ¿Para el del negocio de las encuestas no hubiese sido mucho más honesto iniciar su interrogatorio con esta simple pregunta: «del tema qué tanto sabe usted?»
¿Ustedes qué opinan? En esta gráfica aparecerán, de oscuro, los que se inclinan por Romney, y en esta otra, tricolor, los que se inclinan ante Obama, comenzando por el de Los Pinos. (Mañana.)