En marzo del 2011, durante su única visita de Estado a Washington, el Pres. Calderón desató su ira contra Carlos Pascual, entonces embajador de EU. en México. Se quejó de él (…) con Obama. Tal era su furia que frente a los estadunidenses llegó a confundir asuntos personales de Pascual con su desempeño como diplomático. Pascual renunció. Hillary Clinton envió un claro mensaje nombrándolo su asesor personal para asuntos de energía, de gran importancia para Obama». (C. Puig.)
La diplomacia imperial en México. Con el pretexto del “estado fallido” al que hay que salvar, La Casa Blanca nos envió a Carlos Pascual, que al enfurecer a Calderón, algo muy fácil, gana mi simpatía, por más que todos ellos han cumplimentado la doctrina expansionista, desde el “agente especial” Joel Roberts Poinsett y el nefasto embajador Henry Lane Wilson hasta el actual.
Y es que desde la época colonial el de la Doctrina Monroe ambicionó posesionarse del territorio mexicano. Anexión fue en un principio la meta de su política colonial, estrategia que varió siglos después: “No anexión. Absorción es la palabra”. Financiera, política, cultural, social. ¿El imperio logró su propósito? Sería cuestión preguntarle a algunos, desde Benito Juárez y Porfirio Díaz hasta un tal De la Madrid, el primer mediocre de las cejas alacranadas. No, y a Salinas, Zedillo, Fox, el actual…
Cuando inició México su movimiento independiente los caudillos enviaron un comisionado para lograr la ayuda del Norte. El presidente Monroe la ofreció a cambio de que México se agregara a aquel país. El ofrecimiento fue rechazado, pero Jackson, el sucesor, lo intentó por medio de Joel R. Poinsett, que en su primera medida como “agente especial” propuso al gobierno de México la compra de Texas en 5 millones de dólares.
Este Poinsett escribió un libro donde quedó asentada su visión del país que encontró en 1822. Aquí, para que comparemos lo que va de Poinsett a Carlos Pascual, estos párrafos. Primero, los habitantes.
“Hay cuando menos 20 mil en esta capital, cuya población no excede de 150 mil almas, que carecen de domicilio fijo y de cómo ganarse la vida. Después de pasar la noche a veces al abrigo y a veces a la intemperie, salen en la mañana como zánganos para mendigar, robar y en último caso trabajar. Si tienen la suerte de ganarse algo más de lo necesario para sus subsistencia, se van a la pulquería. Ahí, hombres y mujeres tirados en el suelo, durmiendo la mona. Como rateros y carteristas son sumamente diestros”.
El mercado: “Multitud de léperos, a quienes me advirtieron que no tocara, pues sus sarapes hierven de bichos asquerosos”.
¿Inseguridad pública, problema exclusivo del México actual? No, que ya en 1822 lo atestiguaba Poinsett:
“Los comerciantes pidieron licencia para exportar el numerario desde meses antes, pero se les dijo que los caminos estaban demasiado inseguros para permitir el transporte de valores a Veracruz; que se habían dado pasos para extirpar a las hordas de bandoleros que infestan esta región del país; que se daría aviso tan pronto pudieran pasar las conductas sin peligro.
Como teníamos pensado ir al teatro, tomamos nuestros sables para poder regresar a casa de noche sin peligro. Esta les parecerá una extraña precaución en un país civilizado, pero aquí es absolutamente necesario. El portero de nuestra casa, al verme salir de noche, recién llegado, sin armas, me censuró por lo que tuvo a bien calificar de temeridad mía, por los numerosos robos y asesinatos». (El lunes.)