De magia y encantamiento

Estas son las mañanitas que cantaba el rey Gabriel. Para el celebérrimo de Aracataca Cien años de soledad se le han tornado cien años de compañía sin fronteras. A la hora de conmemorar sus 85 años de vida no se escoge una fecha determinada, sino que se toman días y el festejo no tiene para cuando acabar. García Márquez.

Estas son las mañanitas que el mundo entona al universo de magia y encantamiento que García Márquez ha construido con el material de los sueños, esas fabulaciones que resultan ser hijas legítimas de lo real maravilloso con que el autor vino a toparse, según propia confesión,  en La metamorfosis de Kafka y Pedro Páramo, de Juan Rulfo, entre otros autores.

 García Márquez. Cien años de soledad es el Quijote del siglo XX, como lo afirman sus estudiosos, que algún editor mexicano desechó por enrevesado, y que a partir de su publicación se editó al ritmo de una reimpresión por semana, hoy  traducido a 40 idiomas. Están, para al autor, todas sus obras de ficción, soberbias, si nos desentendemos, a mi juicio muy personal,  de las Memorias de mis putas tristes.

García Márquez. Ahí está, festejándolo, su soberbio trabajo periodístico, con el Relato de un náufrago y todos los demás. (Porque la desconozco no me hago una idea de su única obra de teatro: «Diatriba de amor contra un hombre sentado». Conozco, por contras, una de sus obras primerizas, que el colombiano entregó a Francisco Zendejas, con una muy humildosa dedicatoria manuscrita, y que el crítico solapero desechó. De una librería de viejo rescaté la novela. Por María de mi corazón conozco en persona al colombiano.)

Preseas, homenajes, reconocimientos, festejos: incontables, aquí y allá. Pero también tres, cuatro golpes en la vida hazañosa del hombre de Aracataca: cuatro golpes que han trascendido recibió hasta ahora en vida: el primero de ellos su amistad con Fidel Castro, contra la que han protestado tantos enemigos del comandante, como el escritor cubano Reinaldo Arenas, ya fallecido, que en su libro de memorias titulado Antes que anochezca señala que en 1980 García Márquez acompañaba a Castro mientras éste pronunciaba un discurso en el que acusó de «chusma»  a refugiados asesinados en Perú. Desconozco tal episodio.

Otro golpe: debido a sus opiniones sobre el imperialismo norteamericano fue considerado subversivo y se le negó la entrada a Estados Unidos. Cuando Bill Clinton llegó a la Casa Blanca declaró que Cien años de soledad era su novela favorita. Se le levantó de inmediato la prohibición de entrar a EU.

Un golpe más: en 1999 le fue diagnosticado un cáncer linfático. La reacción del autor de Crónica de una Muerte anunciada:

«Hace más de un año fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma, y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida. Por el temor de no tener tiempo para terminar los tres tomos de mis memorias y dos libros de cuentos que tenía  a medias, reduje al mínimo las relaciones con mis amigos, desconecté el teléfono, cancelé los viajes y toda clase de compromisos pendientes y futuros, y me encerré a escribir todos los días sin interrupción desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde».

El cuarto golpe fue El amor en los tiempos del cólera: el descontón alevoso que por mitotes y chismarajos de buenos amigos le propinó Mario Vargas Llosa, que  lo dejó tirado en el piso. Fue El otoño del patriarca.

Gabriel García Márquez. Estas son las mañanitas y enhorabuena.  Qué más. (Qué mejor.)

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