Desmemoria

Esta vez el vetusto Partido de Estado, mis valedores. El Revolucionario Ins., lo recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlo? Hoy mismo, cuando la mala memoria de las masas sociales presagia el retorno del Tricolor a Los Pinos, la inminencia de los tiempos electorales presagia turbulencia y borrasca en los negocios politiqueros y demás intereses mostrencos que medran al arrimo de ese señuelo de cándidos que nombran, a lo campanudo, “democracia”. Creo, a propósito, que se impone ponderar las opiniones de analistas extranjeros que estudiaban la selección del candidato presidencial de aquel  PRI-Gobierno, por ver si tienen aplicación hoy día. Qué tiempos aquellos, que algunos intentan resucitar. ¿Tiene reversa la Historia? En fin. Opiniones diversas, cuya sintaxis he respetado:

“Después de un análisis profundo de los candidatos, el presidente en turno selecciona a su sucesor. Los presidentes mexicanos son seleccionados a través de un complejo y misterioso proceso dentro del partido oficial, al que se le denomina auscultación. Aquí entran recomendaciones, consultas, discusiones y el consenso general del actual presidente, quien desempeña el papel principal, por no decir único. Este arrogante cambio de un gobierno nacional tiene lugar dentro de uno de los instrumentos políticos más deformes e intangibles, pero disciplinado y efectivo que haya ideado hombre alguno: el PRI.

Sus corrientes políticas internas no impiden una absoluta unidad ante el “dedazo” presidencial. La nominación de un candidato provoca tensiones internas, pero cuando el presidente ha elegido, la “disciplina partidista” (la “cargada”, la nombran) aglutina a tales corrientes en torno al sucesor en el gobierno de la república. Esto resuelve pacíficamente la sucesión presidencial.

El candidato debe poseer ciertas cualidades que lo hagan aceptable desde un punto de vista político, que no legal. Ellas son:

1.-El candidato deberá contar con la aceptación del presidente en turno. 2.- Deberá encontrarse en perfecto estado de salud, tener mucha energía y no ser violentamente feo. 3.- A pesar de que se le considere muy hombre, no deberá ser muy macho. 4.- Deberá ser un hombre de familia, con una esposa que se interese en los asuntos públicos y políticos del país, pero que no llegue al extremo de interferir predominantemente en ellos. 5.- La esposa no deberá ser  extranjera, y mucho menos norteamericana. 6.- La religión de presidenciable podrá variar desde el catolicismo romano a la del libre pensador; pero en ningún caso podrá ser un religioso fanático. 7.- Tendrá alguna clase de currículo revolucionario y la educación suficiente para entender la escena nacional y poder operar en ella. El nivel aconsejable es el universitario, de preferencia poseer estudios de Derecho. 8.- Por lo general deberá pertenecer a la clase media, si no en origen, por lo menos en apariencia. 9.- El candidato deberá tener profundas experiencias electorales y políticas adquiridas en pasadas campañas presidenciales. 10.- Deberá ser conocido nacionalmente y tener el consenso de los principales grupos políticos y sociales del país. No podrá identificarse con alguna de las alas extremistas del PRI, ni con la derecha, ni con la izquierda.

11. ¡Cuidado! Un joven mexicano que diga que quiere llegar a ser presidente es juzgado no como un patriota, sino como un tonto. Si abriga esa ambición debe guardarse sus pensamientos, ingresar a la burocracia del PRI, trabajar con obediencia y confiar en la suerte. ¡Cuidado!” (Es México.)

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