¡E-xi-gi-mos!

El activismo social, mis valedores. La Caravana del Consuelo ha culminado su recorrido por la Ruta del Dolor,  siempre custodiada por la “sublime” acción de un contingente de “sacerdotes cívicos”. Ahora, con la dicha Caravana del Consuelo ya situada en el vértice y en el vórtice del Dolor, donde la ubicó un cierto comentarista, sus dirigentes han firmado un Pacto ciudadano en el que exigen al de Los Pinos, entre otras demandas a cual más de “sensatas”, “cancelar la Iniciativa Mérida, fin inmediato a la estrategia de guerra, desmilitarizar el país, retiro del fuero militar y que el ejército regrese de inmediato a sus cuarteles”. No más.
Y qué decir de “juicio político al de Los Pinos, al Secretario de Seguridad Pública y al de la Secretaría del Trabajo”. ¿Qué no fue suficiente? Al documento se le añadió “la explicación de las fortunas de individuos como Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo y la resolución inmediata de todos los casos pendientes de asesinatos y desapariciones forzadazas de luchadores civiles”. Fácil. Factible. Mis valedores:
En la anterior emisión de nuestro programa Domingo 6, de Radio Universidad, me referí a la conciencia de cambio histórico que precisamos, que sólo nosotros lo podemos y debemos llevar a cabo, y del enemigo histórico de ese cambio, que es el Sistema de poder. El famoso “nuevo gobierno, nuevo constituyente, nueva Constitución”, del EZLN. Cité, para ejemplificar el concepto de “enemigo histórico”, la fábula de Ratolandia, del político canadiense Tommy Douglas, que reproduje aquí mismo hace varias semanas, donde una comunidad de ratones se dio un gobierno de gatos, y con todo y lo que los tales devastaban a la comunidad, por falta de conciencia de enemigo histórico los ratones seguían considerándolos sus aliados, votaban por ellos, les exigían que dejaran de depredarlos y para presionarlos se vivían forjándoles  plantones,  caravanas y mega-marchitas que tanto la historia como la realidad objetiva les juraban a gritos que el gato en turno en Los Pinos “ni los veo, ni los oigo, ni los siento. No se puede, y háganle como quieran”. Pero para un roedor es tan difícil pensar. Mis valedores:
Un ejercicio de autocrítica sobre el resultado que han arrojado  nuestras tácticas y estrategias frente a los gatos nos llevaría de manera lógica a la conciencia de que no han sido las adecuadas porque no enfrentamos un gobierno aliado, sino al del Sistema de poder. Y aquí un hecho que me parece trágico: por estos días he escuchado en la radio las opiniones políticas de los activistas Sra. Miranda de Wallace, Eduardo Gallo, Alejandro Martí y el propio Javier Sicilia, y créanme: oyéndolos he reafirmado mi rechazo al simple movimiento espontáneo de masas, con su catálogo de “buenas intenciones”, y mi respeto irrestricto por el conocimiento científico y la cultura política en general, con la  certidumbre de que  no se adquieren de forma automática, al modo de la ciencia infusa,  porque se haya sufrido la pérdida de un ser amado.
Así que en el recién firmado Pacto, mis valedores, “contralorías ciudadanas para el revocamiento de mandato de todos los funcionarios corruptos y plantones frente a las instancias con exigencias correctas”, Dios.
Pero ahí, de repente,  surge como elemento alentador un vocablo en verdad contundente: boicot. Y qué efectivo resultaría si las masas sociales, más allá de la multitud, de la muchedumbre espontánea, estuviesen ya organizadas en unidades autogestivas, con verdadera fuerza popular. (Sigo después.)

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