De utilería

Vidas paralelas, mis valedores, la de la Marta, que aspiraba al sillón de Los Pinos, pero cuyas aspiraciones terminaron cubiertas de telarañas en algún rincón de La Estancia o de San Cristóbal, y la de la Sarah Palin, reina por un día que arañó la vicepresidencia de Norteamérica. Figura esta, protagónica del denominado Tea Party, a punta de excitaciones al racismo, la discriminación y la violencia contra todo lo que no fuese WASP (blanco, anglosajón y protestante) logró el asesinato de varios inocentes, que con su muerte asesinaron el futuro de una Palin que habrá de caer al desván de la historia lo mismo que la segunda esposa de Fox. Desde que saltó a la palestra política nacional como candidata de Partido Republicano a la vicepresidencia, en el 2008, la ex-gobernadora de Alaska no había experimentado un descalabro tan escandaloso en las encuestas. Los ciudadanos hoy la rechazan, sin más. Que así pasan las glorias efímeras.

Estoy mirando la foto de Marta,  dije a ustedes el pasado viernes, y la

describí en su corta estatura de dama insignificante que el tanto de todo un sexenio, casi tan ignominioso como el actual, fue reina de hojalata que luego se derrumbó, y con ella una historia que fue de surrealismo esperpéntico. Marta, a la que alguno se alcanzó la humorada de sacar de detrás de un mostrador de cierta farmacia veterinaria en Zamora, Mich. para encaramarla de “pareja presidencial” y candidata a Los Pinos. (Yo, que en su momento ironicé sobre tan delirante pretensión, ahora me arrepíento porque, mis valedores: ¿con  Marta hubiese estado gobernado el país de manera más desastrosa?) Hoy día apenas se atreve a sacar la cara, como ocurrió hace unas semanas  en la festividad con que un cierto  Antonio Chedraoui, arzobispo de la Iglesia ortodoxa, celebró 79 años de vida. La miro en la foto. Qué tiempos…

Menudita, peripuesta, flanqueada por (cuándo no) un jerarca del gobierno y otro de la Iglesia católica, ese Norberto Rivera asiduo a las rumbosas reuniones de la “alta sociedad” al que Marta debe el favor de la disolución matrimonial para dejarla en situación de madre soltera de los  Bribiesca Sahagún, cuyos hechos de corrupción demuestran que tienen muy poca o madre ninguna, soltera o no. La Sahagún.

Leo, a propósito, la noticia del domingo pasado: “Durante una reunión con miembros del Tribunal de la Rota -corte que decide la validez o anulación de los matrimonios católicos-, el papa Benedicto XVI pidió ayer a los sacerdotes mayor cuidado y severidad a la hora de autorizar los matrimonios católicos, así como a la hora de declararlos nulos”. Siempre que no se trate de “primeras damas” de países tercermundistas, ellas tan desprendidas con sus limosnas a El Vaticano. Laus Deo.

Existe en el surrealismo político del país esa trágica mujer que desde el gobierno tejió un poder de pacotilla y se atragantó de honras (fúnebres, por efímeras y deleznables.) Reina del esperpento, llegó al gobierno golosa de fama, riquezas, protagonismo, poder. Viciosa de lujos, derroches, riquezas, ostentación, su avaricia y compulsión por el poder le acarrearon el odio de las masas sociales. Marta, la de Guanajuato.

Pero a la reina de utilería la aplastó la realidad objetiva,  y su carácter de malvavisco la derrumbó. De ésta, que encaramada por, en y sobre un mandilón Fox, reinó ayer en México y hoy reina en las vacas de San Cristóbal, hablaré después, tanto hay en ella de malo qué comentar, como de la propia Palin, ex-gobernadora de Alaska. (Vale.)

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