La Buena Nueva

Eso viene a significar el Evangelio, base y mística y rumbo de  la Teología de la
Liberación, tantas veces golpeada por Juan Pablo II y la Inquisición camuflada de
Congregación para la Doctrina de la Fe, con Joseph Ratzinguer como inquisidor.
Quién pudiese, con qué autoridad moral, intentar nuevamente la desaparición de la
benemérita Teología de la Liberación. En el espectáculo, impío para la
catolicidad, de un ojeroso, tembloroso pontífice al que acosan denuncias,
acusaciones y la fuerza de la ley, nunca más oportuna la noticia anunciada hace
dos, tres años, por  Elio Masferrer, especialista en temas de religión.
La buena nueva, mis valedores,  es que resurge en México (en toda nuestra América
Mestiza) la Teología de la Liberación.  Y cómo pudiera ser de otro modo, si quienes
intentaron masacrarla, tanto el que falleció como el que mal sobrevive, soportan
sobre sus lomos el descrédito de pontífices que en su momento solaparon el delito
de pederasta y paidofilia en curas y obispos de multitud de países. Quién pudiese,
con qué autoridad moral, intentar nueva cuchillada a la Teología de la Liberación.
Cómo, en qué forma volver a los  tiempos del anticomunista furioso Juan Pablo II,
con Ratzinger el inquisidor motejando a los impulsores de la Teología de la
Liberación  de pseudo-teólogos, y cuántos sacerdotes de tal tendencia religiosa
fueron afectados: el brasileño Leonardo  Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez, y
Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Raúl Vera y tantos más.
Canallesco.
Por que nos quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los
satanizados por Ratzinger han proclamado en esta nuestra América Mestiza “que aún
reza a Jesucristo y aún habla en español” (todo con sus asegunes), aquí sintetizo
voces, historia, mensajes, definiciones del Evangelio, la Buena Nueva para los
jodidos de siempre, palabra del dueño de Televisa y  de entrenador de futbol. Los
jodidos de México, el México de los jodidos, Dios.
Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50)
que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el
subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera
faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de
la economía capitalista lleva al establecimiento de  un centro y una periferia, y
simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios
sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva
catequesis, porque, asegura el teólogo:
“Caracterizar a América latina como un continente dominado y oprimido conduce,
naturalmente, a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que
lleva a ella. Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre
latinoamericano”.
Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende
movilizar a las masas. Fracaso total. Dígalo, ni no, la estrategia de Ernesto
Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable “vía
electoral”. Tampoco. Otra opción:
Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera
más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus
solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la
convoca y al Evangelio que ella predica, comparta su suerte con la de aquellos que
sufren miseria y despojo.
(Sigo mañana.)

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