¡Acribíllenlos!

El Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, mis valedores, instituido en conmemoración de aquel 25 de noviembre de 1960 cuando en la República Dominicana de Leónidas Trujillo, el dictador, fueron asesinadas en forma salvaje las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. Veintiún años más tarde, en el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, realizado en Bogotá, Colombia, fue elegido oficialmente el 25 de noviembre como Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, que es decir contra el maltrato que a puños del macho padece la mujer. Pues sí, ¿pero nada más la mujer? ¿Y los grupos marginados en una sociedad hipócrita, de doble moral? ¿Y los homosexuales, por ejemplo? ¿Qué hay de esa feroz andanada de descalificación, de satanización, que contra la preferencia sexual distinta ventosean la sotana, la capa pluvial y los políticos del Verbo Encarnado? Tal campaña se recrudece ahora mismo, cuando en esta ciudad se legalizan las uniones de convivencia entre homosexuales. Y la nota de prensa:

El Vaticano va con todo contra bodas homosexuales. Inicia dura campaña mundial. Su pregón de combate: «Las inclinaciones homosexuales, graves depravaciones. Esas uniones, gravemente inmorales. Están fuera del plan de Dios». El Vaticano busca «iluminar la actividad de los políticos católicos. ¡Permitir esas uniones, gravemente inmoral y nocivo para la sociedad! ¡Porque los gays son unos depravados…!»

El documento viene firmado por un Joseph Ratzinger, inquisidor.

Y el resultado: Mérida, Yuc., Graves irregularidades contra enfermos de sida Negligencia criminal en el suministro de medicamentos. El titular de cierto albergue Oasis de San Juan de Dios lo afirmaba en el sexenio de Fox:

– ¿Para qué defienden a los sidosos, si de todos modos se van a morir?

Por este tiempo cierta Fundación Vida y Valores A.C., de Guadalajara, Jal., publicaba un desplegado de prensa del cual transcribo, tal cual, los siguientes párrafos:

«El homosexualismo es intrínsecamente perverso. El homosexualismo, instigador y promotor de las actividades y prácticas sexuales entre dos personas del mismo sexo y de su aceptación pública, constituye una grave y absurda oposición a los designios divinos en relación con la realidad sexual, por lo que es intrínsecamente perverso al pretender equiparar la actividad homosexual a la expresión sexual del amor conyugal.

Dios crea al hombre y a la mujer, y en la unión conyugal de éstos, por la complementariedad natural de los sexos, cooperan con Él en la trasmisión de la vida mediante la recíproca donación esponsal; el hombre y la mujer en el matrimonio cumplen con el designio divino de una unión de amor capaz de dar vida. La actividad homosexual (…) representa una aberrante oposición a los designios divinos, toda vez que cualquier tipo de relación que el homosexualismo consiga concretar, jamás podrán llegar a constituir ningún tipo de unión complementaria capaz de trasmitir la vida.

San Pablo, doctrinalmente catalogada quien actúa como homosexual entre aquellos que no entrarán en el reino de Dios, presenta el comportamiento homosexual como un ejemplo de la ceguera en que ha caído la humanidad. Refiriéndose a la idolatría que conduce a toda suerte de excesos en el campo moral, entre los que figura la suplantación de la armonía originaria entre el Creador y las criaturas, San Pablo encuentra el ejemplo más claro de esa desavenencia en las relaciones homosexuales.

Frente a las pretensiones del homosexualismo, la Fundación Vida y Valores postula que la igualdad ante la ley siempre deberá estar presidida por el principio de justicia, misma que demanda tratar lo igual como igual y lo diferente como diferente, dando a cada uno lo que le es debido en justicia. Este principio de justicia se violentaría si se otorga a los homosexuales activos un tratamiento jurídico semejante o equivalente al que corresponde al hombre y la mujer. Pretender que la actividad homosexual y sus consecuencias sean legalizadas, cuando por sí misma constituye una perversión moral, violenta el principio de justicia. «Nadie tiene legitimidad alguna para pretender la protección jurídica a comportamientos inmorales e irracionales. El homosexualismo no es fuente de derecho». (Sic.)

Por ese mismo tiempo, en Mérida, Yuc., dos enfermos de sida fallecieron por negligencia médica. Y el titular de alguna comisión de derechos humanos exigió a las autoridades correspondientes:

– Que confinen a los infectados. Disparen a matar si rebasan la línea de seguridad.

Cristianismo puro. A la mexicana (Laus Deo.)

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