¡E-xi-gi-mos…!

Pero a ver, un momento: ¿exigirle al gobierno, compañeros electricistas? ¿Exigirle al Sistema de poder, a la súper-estructura? ¿Qué nos enseña la historia acerca de los maestros, obreros, jubilados y campesinos que le han demandado al gobierno en el fragor de unas marchas multitudinarias? ¿Para los descontentos del 2006 arrojó algún provecho la toma del Paseo de la Reforma? ¿Entonces…?

Sigo aquí con la lección de cultura política que para ustedes me ha hecho llegar el maestro, por si en medio del estrépito anduviese por ahí alguno de corazón caliente, como todos ustedes, pero con su cabeza fría para pensar, reflexionar y sacar provecho de los conceptos que aquí les ofrezco. Vale, y sigue la tesis del maestro:

Cuando se logra elevar la mentira al rango de dogma (las marchas como instrumentos eficaz de lucha contra el enemigo histórico) esa mentira cobra vida propia y se apodera de la mente humana, determinando la conducta de los sujetos. A semejante fenómeno se le denomina enajenación que significa pensar en base a una serie de ideas que no nos pertenecen y que el enemigo nos inculca para así dominamos.

Por siglos se pensó que la tierra era cuadrada y los marinos, por lo tanto, no se aventuraban a navegar más allá del horizonte, ya que suponían que iban a despeñarse en el vacío. Otro ejemplo lo tenemos en la creencia de que reyes, zares, emperadores, etc., eran de origen divino, y que el pueblo, por consecuencia, se sometía a sus designios. En fecha reciente el gobierno de la Casa Blanca engañó al pueblo de EEUU con la creencia de que en Iraq existían armas de destrucción masiva que se usarían contra los habitantes del país. Ellos entonces apoyaron de forma exaltada la guerra, la matanza, el genocidio en Iraq. Hoy todos sabemos que el gobierno de EEUU engañó a su pueblo. No existían las tales armas de destrucción masiva ni la amenaza contra EEUU. Todo habla sido una mentira para que las compañías petroleras se apoderaran del energético de Iraq.

Los argumentos del gobierno de Calderón contra los trabajadores de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, han sido tramados con material de la misma técnica usada para justificar la guerra de Iraq. ¿Qué hay, entonces, detrás de esta guerra contra el SME? Ese es el preludio de la privatización de la industria energética.

La ruptura de la memoria histórica de los sindicatos.

El movimiento sindical mexicano escenificó grandes batallas durante las primeras seis décadas del siglo XX. Su exponente máximo: la huelga ferrocarrilera de los años 1958-59, en la que los trabajadores lucharon de forma heroica. Diez mil elementos fueron a parar en las cárceles.

Los analistas de izquierda revolucionaria especializados en el movimiento obrero hicieron un análisis a fondo de los aciertos y debilidades de los métodos aplicados por los dirigentes ferrocarrileros. En esas épocas, por fortuna, dentro de la izquierda existía el método de la autocrítica, que bajo ningún pretexto aceptaba la autocomplacencia ante los errores de la izquierda, algunos tan graves como el del movimiento ferrocarrilero de 1958-59, que enmarcó su lucha en el contexto de huelga parada, o sea aquella en la que los huelguistas, mientras dura su movimiento, se aplican a realizar asambleas, marchas y mítines, pero cuya labor se desgasta en las «guardias». La mayoría de los trabajadores permanecen en sus casas o se van de paseo como si estuvieran en plenas vacaciones, y esperan que la prensa o la televisión les informe de los resultados del conflicto. Núcleos reducidos de huelguistas cargan con el peso de todo el movimiento, mientras el resto descansa, a la espera a que se les convoque a realizar actos espectaculares y protagónicos, que producen mucho escándalo, pero tienen poquísima efectividad. Procesando tal experiencia nosotros, a principios de los años 70, mejoramos nuestras tácticas y estrategias hasta lograr triunfos y crear el sindicalismo independiente.

Más tarde el enemigo contraatacó. ¿De qué forma? Corrompiendo líderes sindicales y auspiciando la amnesia de las experiencias ganadoras para sustituirlas por esquemas perdedores que hoy mismo aseguran el triunfo del enemigo histórico de los trabajadores. (Ojo con Alejandro Muñoz, Martin Esparza.)

La estrategia gubernamental de represión

Como cualquier otro gobierno, el de Felipe Calderón, antes de dar un golpe contra su enemigo, analiza la correlación de fuerzas y mide los costos de esa batalla Antes de empezarla la planea y proyecta hasta estar seguro del triunfo. Es hasta entonces cuando procede a ejecutar su ofensiva. (La tal, mañana)

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