Queridos amigos: la experiencia de haber estado cerca de ustedes a través de esta red social ha sido muy enriquecedora. Sin embargo, para evitar malos entendidos, he decidido dejar inactiva mi cuenta temporalmente.
Y así, con esas palabras, Genaro Góngora Pimentel, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, deja en hibernación su cuenta en Facebook, maniobra que días antes realizó también el padre de un joven asesinado en su secuestro. Mis valedores: no conozco ese recurso de la internet ni planeaba utilizarlo. Menos me atreveré a incursionar por esa «terra incógnita» ahora que he recibido en mi correo electrónico, bajo título de «La verdad del Facebook» y con firma de una Guillermina Miranda, esta advertencia:
Entrevistaron a unos secuestradores y dicen que entran a la red y ven los rostros, la casa, los carros, las fotos de viaje y saben el nivel social y económico que tienen quienes ahí aparecen. Ya en televisión uno de ellos había declarado que antes batallaban mucho para reconocer a los candidatos a secuestros, pero que ahora con el Facebook y la información que ponemos voluntariamente en la red, ya no se confunden ni tienen que investigar en dónde viven o en qué escuela estudian y a dónde viajan y quiénes son sus papas, hermanos y amigos.
Eso pasó con Alejandro Martí, (joven mexicano muerto por sus secuestradores) que de todo ponía. La familia acaba de cerar su blog después de darse cuenta de la cantidad de información potencialmente peligrosa que el joven había puesto ahí sin sospechar que estaba armando a quienes lo mataro. Protejan a sus hijos y protéjanse ustedes; ya no pongan información peligrosa en la red.
Facebook está vendiendo la información de sus usuarios al mejor postor. Cito textualmente: ‘Lo que muchos usuarios no saben es que de acuerdo a las condiciones del contrato que virtualmente asumen al hacer clic en el cuadro ‘acepto’, los usuarios le otorgan a Facebook la propiedad exclusiva y perpetua de toda la información e imágenes que publican.
De hecho, resalta el experto Mr. Metber, los afiliados automáticamente autorizan a Facebook el uso perpetuo y transferible, junto con los derechos de distribución o despliegue público de todo lo que cuelgan en su página Web. Los términos de uso le reserva a Facebook el derecho a conceder y sub-licenciar todo ‘el contenido del usuario’ a otros negocios. Sin su consentimiento, a muchos usuarios les convirtieron sus fotografías en publicidad. De repente todo lo que sus afiliados publicaron, incluyendo sus fotografías personales, su inclinación política, el estado de sus relaciones afectivas, intereses individuales y hasta la dirección de la casa, se envió sin su autorización expresa a millares de usuarios.
Hay que creerle a Mr. Melber cuando asegura que muchos empleadores gringos al evaluar hojas de vida revisan Facebook para conocer intimidades de los solicitantes. La prueba que una página en Facebook no es para nada privada se evidenció en un sonado caso donde la Universidad John Brown expulsó a un estudiante cuando descubrió una foto que colgó en Facebook vestido de travestí. Otra evidencia sucedió cuando un agente del Servicio Secreto visitó en la Universidad de Oklahoma al estudiante de segundo año Saúl Martínez por un comentario que publicó en contra del presidente.
Pero el asunto no termina si el usuario decide retirarse. Aun cuando los usuarios cancelan la membresía, sus fotos e información permanecen a bordo, según Facebook, por si deciden reactivar su cuenta. El usuario no es retirado inclusive cuando fallece De acuerdo a las ‘condiciones de uso’, los dolientes no pueden obligar a Facebook a que descuelgue los datos e imágenes de sus deudos, ya que cuando el finado aceptó el contrato virtual le otorgó a Facebook el derecho de ‘mantenerlo activo bajo un status especial de conmemoración por un período de tiempo determinado por nosotros para permitir que otros usuarios puedan publicar y observar comentarios sobre el difunto».
Sepan los usuarios de Facebook que son partícipes indefensos de un escenario los académicos califican como el caso de espionaje más grande en la historia de la humanidad. De paso se convierten de manera inconsciente en los precursores del fenómeno de Big Brother te está observando. Alusión directa a la intromisión abusiva del estado en los asuntos privados del ciudadano común para controlar su comportamiento social, tema de una novela profundamente premonitoria escrita en 1932 por el británico Aldous Huxley: Un Mundo Feliz. (Conque…)