Hasta aquí y a lo largo de varios artículos me he referido al vocablo democracia que entroniza el discurso oficial, con la demostración de que en los hechos eso no es ni puede ser democracia. Aquí finalizo el análisis, para concluir con ese sistema de gobierno que ha impuesto el imperialismo a los países satélites. Por cuanto al ejercicio de votar…
¿Ahora, de pronto, mi voto adquirió tal poder que va a aplicar el castigo correspondiente al tamaño de los embustes de los políticos? ¿Cuál es, en dónde reside la fuerza de mi voto? ¿Votar, y ahí terminó la democracia? ¿Toda ella cabe en el tamaño de mi papeleta introducida en la urna? Porque si la fuerza de mi voto va a lograr el cambio en un país empobrecido por los del «sistema», entonces la papeleta que pusieron en mis manos es un cartoncillo mágico, que posee fuerzas sobrenaturales, y si es capaz de regenerar la justicia, la seguridad y la economía familiar, es entonces la panacea, el amuleto mágico, el bálsamo de Fierabrás contra todo achaque físico, desde tiricia hasta sabañones. Con una frotadita sobre la parte dolorida…
Por cuanto a la estrategia de los candidatos: ¿se basa en propuestas o en descalificar las propuestas del adversario? ¿Cuánta manipulación cerebral me podrá convencer de que el voto, tan sólo mi voto, es la democracia y la democracia el voto? ¿Quién paga esa manipulación, quién o quiénes se interesan en manipularme? ¿Quién va a pagar, a niveles de derroche descomunal, la parafernalia del proceso electoral que al costo de decenas de millones de pesos nos ha proporcionado figuras políticas de la catadura, de la cara dura, de LEA, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox y el que vino detrás…?
Pero ya fui convencido. Ya voté. ¿Por el candidato que yo escogí libremente, o por el que previamente eligió un partido político? ¿Cuándo Salinas y C. Cárdenas en 1988 de algo sirvió mi voto o el de las mayorías? ¿Sirvió mi voto y el de las mayorías cuando López Obrador, en aquel entonces «un peligro para México» y hoy sañuda, canallescamente masacrado por los medios de condicionamiento de masas según órdenes del de Los Pinos, ese al que «haiga sido como haiga sido» impusieron a la ley de sus compañones La Casa Blanca, los grandes capitales, el alto clero católico, los intelectuales orgánicos y los medios de condicionamiento de masas? «Un peligro para México». ¿Qué cultura cívica se advierte detrás del voto de las masas, que una frase, una sola y apestosa a embuste, nos enajena hasta el grado de la res que conducen al matadero del voto inducido?
El próximo 5 de julio, mis valedores: ¿mi voto va a elegir a todos mis representantes populares o, en todo caso, a poco más de la mitad, o sea los de mayoría relativa, porque a los 200 de representación proporcional los eligen los partidos políticos? Los candidatos escogidos por mi voto, ¿se deben a mí, el votante, o al partido político que los eligió, ese al que deben el puesto, del que depende su futuro político y las subsecuentes ganancias económicas?
Democracia. Proceso electoral. ¿Cómo nos fue con el PRI? ¿Cómo nos va con el PAN, ese reaccionario que mañosamente y para manipulación de aturdidos, con la complicidad del consejero presidente del IFE y el silencio cómplice del de Los Pinos ha privatizado un combate a la delincuencia que es necesidad nacional, para utilizarla en su provecho como mercadería electoral? ¿AMLO, una opción? El, ¿perredista de izquierda? Porque los de Nueva Izquierda de izquierda no tienen más que la razón social. Los cupulares practican la cultura de la derrota del partido como condición indispensable para el medro personal. Esos, clama la historia, son los colaboracionistas talamanteros, qué redundancia De su actuación a partir de 1968 pregunten a Echeverría, que los cooptó de «aperturistas» para que hicieran la obra negra en el desmantelamiento del Comunista Mexicano. Consulten la historia, repito.
Por cuanto a los candidatos saltamontes: ellos también mientan la democracia, pero esos, ¿ideología valores, fidelidad a principios, lealtad? No, que esos, los demetriosódicos, no pasan de ser los enanos del tapanco y los maromeros del circo, los alambristas, los tragasables, las balas humanas y los enharinados payasos del pastelazo. Yo, qué remedio me queda, el 5 de julio voy a votar. ¿Por quién o por quiénes? No habré de revelarlo. Cada quién su voto. Pues sí, pero a fin de cuentas, mis valedores, ¿qué es la democracia?
(La respuesta, muy pronto.)