Echeverría y la justicia

Así pues, el polémico personaje emparentado con las masacres del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 ha sido exonerado de toda culpa, y se le levanta el arraigo domiciliario. Para ciertos intelectuales (Benitez, Garibay, Heberto Castillo, Fuentes) Echeverría nunca fue responsable de la sangre derramada, o de serlo se reivindicó con su «apertura democrática». Y si no:

Echeverría optó, calificadamente, por el camino de la democratización. Exacto, sí, Carlos Fuentes, el mismo Fuentes que apenas se publicaba el nombre del sucesor de Fox en Los Pinos, muy de mañana fue a llamar a la puerta de su oficina «para invitarlo a participar en un Séptimo Foro Iberoamericano». De ahí, un grupo de intelectuales se jaló al santito nuevo rumbo a la casa de uno de esos y comieron con él. Afuera, los retumbos de Oaxaca resonaban en diferentes zonas del país, UNAM incluida Algunos de los intelectuales orgánicos se pronunciaron por la solución de fuerza contra la APPO, como más tarde iban a aplaudir la toma de Oaxaca por elementos de la Federal Preventiva. Yo, entonces, relacioné Oaxaca con el ingreso de uniformados a las instalaciones de la UNAM, que aplaudieron los mismos que ahora se ahijaban a Calderón.

Fue a principios del 2000 cuando el Consejo General de Huelga, CGH, tenía paralizadas las actividades académicas de la UNAM. El presidente Zedillo ordenó la entrada de uniformados a las instalaciones. Como protesta, el ex-rector Pablo González Casanova renunció a la dirección de un instituto de investigación de la universidad invadida

El editorialista Carlos Ramírez: «Lo peor fue que Fuentes se hizo eco del discurso difundido por Labastida candidato presidencial del PRI, de que el CGH estaba penetrado por Sendero Luminoso, del Perú, aunque luego se supo que había sido una perversidad sembrada por el propio Labastida«.

La interrogante de Fuentes: ¿Es cierto que la ruta del poder político universitario de un senderista empieza por ofrecerse a limpiar excusados, seguir de cocinero y acabar de líder ideológico intransigente?

El mismo Fuentes y los consabidos intelectuales habían aprobado el ingreso de la Policía Federal Preventiva al interior de la UNAM. En trascripción de Ramírez, las opiniones que tales intelectuales expresaron en un desplegado fechado en febrero del año 2000. Fuentes:

«La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media ofendida. Hay que liberar a todos los estudiantes que no estén perseguidos de oficio».

Jorge G. Castañeda: «A pesar de los sustos que puedan generar zafarranchos en la UNAM, nuevos brotes de violencia en el sureste mexicano o en Guerrero y Oaxaca, hoy día el favorito para triunfar en las elecciones presidenciales sigue siendo el candidato del PRI, Francisco Labastida».

F. Reyes Heroles: «En el horizonte podrían estar la amnistía o el indulto. El operativo fue muy cuidado y hoy, gracias a ello, no tenemos víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional». H. Aguilar Camín: «La respuesta de los huelguistas condujo a la violencia que se temía y a la entrada de la fuerza pública que quería evitarse. Pero Zedillo no es ni podría ser un presidente autoritario como Díaz Ordaz«, Ikram Antaki, sin hipocresías: «¡Es tarde, pero presidente habemus!» Y Lorenzo Meyer (¿excusa porque firmó?) ‘Yo me sentí apoyando a Goliat«.

Carlos Monsiváis: «Me importó el plebiscito por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y por esto también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza es mejor dialogar en la universidad abierta y evitar así la represión (sic.) Sin modificar los derechos del CGH, que respetamos (resic.) Bueno, la idea era, por decir lo menos, descabellada no avalaba ofensiva alguna del régimen del presidente Zedillo. Si se quiere, y elijo muy destacadamente mi caso, fue un aval para certificar la estupidez de mi reacción política en ese momento».

Elena Poniatowska «Bueno, yo no sabía Sí firmé el desplegado, pero fue porque de momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empantanado…»

Carlos Ramírez: «El razonamiento de esos intelectuales se acomodaba en la festividad modernizadora de los intelectuales cooptados por el Pronasol salinista, desde Aguilar Camín hasta Monsiváis». Categórico.

«Bécame – bécame mucho – como si fuera esta beca la última vez.» (Agh.)

México, paranoia y psicosis…

La intolerancia, mis valedores, síntoma claro de una sociedad con problemas de salud mental. Pienso en el trabajador recién muerto a balazos por el automovilista al que las obras del gobierno capitalino le impidieron el paso allá por los rumbos del monumento a La Raza ¿Cuántos en el país circulamos por la ciudad cargando nuestra psicosis, que a lo mejor ignoramos? A principios del sexenio anterior éramos uno de cada seis. Hoy día, en el México de las cabezas sin cuerpo y los cuerpos descabezados, ¿cuántos andaremos en el filo de la susodicha psicosis?

– La intolerancia de los capitalinos a situaciones tan cotidianas como el manejar, afirma la psiquiatra Elsa Robinskis. se ha agudizado en los últimos años en el DF debido a la falta de disciplina, respeto y responsabilidad social

El caso del asesino, hoy prófugo, del ingeniero de obras del GDF, me recordó uno muy semejante que aconteció hace siete años. ¿Recuerdan ustedes el crimen del mecánico aquel que arrojó su vehículo contra los niños de un kinder, ocasionando la muerte de dos criaturas y heridas en una veintena más? Aberrante. Como advertencia para que un hecho de tan delirante violencia no se repitiera jamás (se repitió siete años más tarde), psiquiatras, psicólogos y educadores coincidieron en la solución: tolerancia Tal es el remedio y la clave: tolerancia

Sólo que aquí cabe la aclaración: por más que en ninguna de sus formas es aceptable, existen dos clases de violencia- violencia-causa y violencia-efecto. Una es la causante y otra la contestataria El ejemplo:

El asesino de las criaturas permanece a estas horas, con todo merecimiento, en la cárcel. La suya fue una violencia inaudita, sí, pero antes fue violentado durante tres larguísimos años por las autoridades de la escuela de niños Gabriela Mistral que en provecho propio y para sus prácticas cívicas en plena calle, frente al plantel, al mecánico le escamotearon su derecho ciudadano al libre tránsito que le garantiza el 11 constitucional.

Tolerancia sí, ¿pero de qué tamaño como para sobrellevar el sentimiento de frustración y resentimiento que en tantos de nosotros provoca la corrupción de unas autoridades que en el artículo 14 de su flamante Reglamento de Tránsito Metropolitano lo estipulan: «En las vías públicas está prohibido (…)V: Colocar señalamientos o cualquier otro objeto para reserva de espacios de estacionamiento en la vía pública sin la autorización correspondiente». Y que el infractor se hará acreedor a la sanción respectiva ¿Y? Las calles privatizadas por franeleros impositivos, o de plano enrejadas por vecinos sobrones, nos violan el derecho ciudadano que garantiza el antedicho artículo constitucional. ¿Y.?

Ante semejantes atrabiliarios, ¿tolerancia? ¿Cuánta se necesita para resistir a un ambulantaje encimoso, gritón, prepotente y ruidoso que se ha apoderado de estaciones del metro, calles y barrios enteros? ¿Y los mecánicos de la vía pública y unos vecinos escandalosos que violentan la doméstica paz y el Bando de Policía y Buen Gobierno, hoy con un nombre nuevo, pero con la ineficacia de siempre?

Tolerancia, aconsejan. ¿Y qué dicen de los vecinos que a la pura ley de los suyos disponen de la vía pública para sus bailes nocturnos, y a alaridos de La Boa y el ponchis ponchis a 20 mil decibeles nos desbarrancan en el insomnio y la exasperación, y pásense por el estrecho de los compañones todos nuestros derechos garantizados en el bando de marras? (De repente, a media noche, ¡tíznale!, los bombazos que en la fiesta del santito proclaman urbi et orbi la católica religiosidad del mexicano. Dios…)

¿Tolerancia frente a la voz oficial del mediocre, o sea el claxon? ¿Tolerancia (¡espantable!) frente a las mega-marchitas donde pocos o muchos vociferantes bloquearon arteras, venas y vasos capilares de una ciudad de por sí enferma de alta presión? Mis valedores…

Ese que hace siete años asesinó a unas criaturas está siendo asesinado día con día en su celda de la prisión, por más que la violencia-causa nunca fue castigada Hoy, el émulo del mecánico anda prófugo mientras lo afirma el psiquiatra J.V Rocabert: «La población del DF está sufriendo un proceso de paranoidización progresiva como mecanismo defensivo ante la reducción paulatina del espacio vital y el incremento de la violencia y la criminalidad».

Tolerancia ¿Y del espacio que con 24 millones de anuncios malforjados, machacones y embusteros, nos han invadido a lo impune y desvergonzado la partidocracia y sus ifes y trifes en radio y televisión? ¿Todo Eso qué? ¿Tolerancia?(bah.)

Perra Brava, el presidente

¿Es ese el título que usted escoge, señor Oscar Arias, como presidente de Costa Rica? Empericado en un palco del Goloso de Santa Úrsula, en el gañote el grito bravero y la camiseta futbolera embrocada en el torso, ¿esa es la imagen que un estadista quiere proyectar entre sus gobernados, estampa populista, populachera, de cabecilla de la Perra Brava? ¿Así ganar unas simpatías populares que no se logra granjear con obra social que beneficie a sus gobernados? ¿Tener de simpatizantes a enajenados del fútbol? Siniestro.

Yo, señor presidente, soy un simple mortal, pero la dignidad y el decoro me forzaron a abandonar a tiempo, entre otras diversas prácticas que me deshilachaban la autoestima y me impedían vivir a plenitud (el tabaco, el licor, la «bohemia»), el papelito de aficionado pasivo del fútbol. ¿Yo, alegrarme de triunfos ajenos y dolerme de derrotas que no fueron mías? No, que crecí y abandoné esa lóbrega región del inmaduro que tiene que delegar. Entonces jugué fútbol llanero y sigo en la práctica de evitar la polilla, el moho, el orín. Ni rastro de panza ni las zancas débiles. Hijo soy de mis obras, camino sin muletas prestadas y me atengo al letrero del camión materialista (pero no dialéctico): «Voy más a mi». ¿Pero usted, señor presidente de Costa Rica..?

Permítame rematar la confesión de aquel mi vicio onanista que padecí en alguna de mis primeras juventudes. Fui un aficionado pasivo del fútbol, fanático del chiverío de aquel entonces. Ya le hablé de varios jugadores. Me falta nombrar a Nuño, entrega a la camiseta, dinamismo puro y puro pundonor. Como si estuviese viendo a este otro: el Marimbas Vidrio, jugador de entorchados. Tomaba el esférico, se picaba por el…a ver, a ver, un momento; el Marimbas Vidrio no, que ese era de los otros, o sea de los mediocampistas del Atlas. Es que hace ya tantos abriles, diciembres tantos…

En el medio campo aquel inolvidable cuyo nombre no alcanzo a recordar. ¿Cómo carambas se llamaba aquel inolvidable chutador de media distancia? Pero qué jugadorazo el inolvidable cuyo nombre olvidé; qué estilo para avanzan pique, freno, descolgadas escalofriantes y el sonoro rugir al ángulo superior y ¡Goool… del chiverío!

Pero tú cómo te me ibas a olvidar, símbolo garrochón de mi juventud primeriza Salúdote puesto de pie, chiva grande, al que así anunciaban todos los altoparlantes de todos los estadios donde se juega fútbol:

– ¡En la portería de las ChivasJaime… Tubo… Gómez..!

Y palcos, sombra preferente y sombra general se cimbraban y se venían, aunque nomás de siquitibunes. ¡Ah, Tubo de mil batallas, espejo y flor del chiverío desde que fuiste chivita y hasta llegar a chivón! Tú que en la portería y por el honor del Rebaño Sagrado siempre salías a partírtela (me refiero nomás a la madre, no seas mal pensado). Tú, honra y prez del rojiblanco de Los Colomos, allá por Zapopan. ¡Esas mis Chivas!, ululaba el fanático mientras las camisetas sagradas hacíanse del dos en el equipo del Dos de TV

Dije: Los Colomos, y de golpe se me viene el paisaje del que fue establo del chiverío y querencia de mis años nuevos, los que se murieron en olor de virgen zapopana y de primera ilusión: «Con la ilusión de que volvieras – mi corazón abrió la puerta – y sus latidos confundí – con el latir – del corazón…» Y en este punto, créanmelo, me los estoy sintiendo mojados. Los ojos…

Pues sí, pero aquel día fue de la iluminación. A pura fuerza de compañones apagué la tele para nunca más, y con ella desterré de mi vida los tres enemigos del alma: el licor (seis, siete borracheras en mi vida), el cigarrito y el clásico pasecito a la red. Y a vivir la vida, porque así como el licor conmigo topó en tepetate, el humo del cigarro se me había subido a la cabeza, y en cuanto a mi vocación de Perra Brava: yo, que en dos de mis primeras juventudes (hoy voy por la sexta) fui un fanático del jueguito manipulador, aquel día, por recuperar mucho de lo perdido -tiempo vital, autoestima, libertad personal, etc.- abandoné la servidumbre del aficionado pasivo, me fui al llano y jugué, y sudé, y quemé grasa, y eliminé toxinas, entre ellas las más dañinas: desidia, pasividad, manipulación, dependencia Y la paz.

Me curé, señor presidente, y así hasta hoy, cuando la mística es otra y otra la meta que las masas sociales de aquí y de allá dejen de delegar en su enemigo histórico y asuman su responsabilidad de ciudadanos que ya organizados (no en muchedumbres, no con armas de fuego) se den ese gobierno al que obedecer como sus mandantes. Algún día cuando los paisas dejen de delegar, cuando abandonen su papel de jugadores pasivos. (En fin.)