¿Curas pornógrafos y pederastas? Entre más humanos nos vean mas nos van a apreciar…
(Obispo Leopoldo González, Secretario Gral. de la Conferencia del Episcopado Mexicano.)
Yo, mis valedores, como el obispo González, también fui seminarista. El profesó como sacerdote, yo no. A tiempo fui expulsado del seminario porque los curas advirtieron en mí una vocación que no era para el celibato. Algo, suertudo de mí, me traje de aquel encierro de sotana y oficio divino: el idioma español, más tarde mi instrumento de fabulista, y lo verdaderamente fundamental; troquelados en la conciencia dos conceptos antagónicos, lo que es el bien y lo que es el mal. Sin matices. Sin pretextos. Sin trampas. Sin justificaciones. Ya si no enmarco mi conducta a los dictados de la conciencia, achaques son de la condición humana, y qué hacer…
Yo iba para sacerdote Mi niñez y un retazo de juventud las pasé encuevado tras las bardas del seminario, entre estudios diversos y rezos del Oficio Divino, que iban desde laudes y maitines, al alba, hasta vísperas y completas, al oscurecer. Hoy mismo, temor y temblor, lagartijas en brama, los espeluznos me recorren el espinazo, porque vamos a ver y a echar cuentas…
Yo, como sacerdote, ¿sería obispo, tal vez? ¿Arzobispo, cardenal? ¿Qué clase de reverendo sería? ¿Uno que tomara el pulpito como tribuna para dar al César (uno chaparrito, jetoncito, de etc.) lo que tan sólo pertenece a Dios? ¿Domingo a domingo, desde la catedral, me la viviría pontificando sobre grillas politiqueras para cantear este mi pobre México todavía más a la derecha de como me lo dejó Salinas cuando asesinó el 130 constitucional? ¿Predicaría la pobreza desde mi Mercedes Benz 500, blanca, blindada, como el cardenal Norberto Rivera? ¿Cuántos guardias de seguridad, aparte de mi ángel guardián, me cuidarían las manos a decir espaldas? ¿Entraría a Tlalnepantla un Domingo de Ramos, como entró el nuevo arzobispo de esa diócesis, Carlos Aguiar Retes, en un automóvil BMW blindado, modelo del año actual?
De haber sido un reverendo, ¿sería un reverendo paidófilo pederasta como el padrecito Maciel? ¿Un garañón de polendas, como el obispo Fernando Lugo, presidente de Paraguay? ¿Sospechoso de un fraude de 130 millones de dólares, como Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec? ¿Afirmaría, en mi mano los dineros del narco al igual que en las de Ramón Godlnez, obispo de Aguascalientes, que tales limosnas apenas entrasen a la iglesia quedarían purificadas? ¿Sería yo mismo el enlace de los Arellano Félix con el nuncio apostólico Gerónimo Prigione, como el cura Montaño? ¿Andaría bautizando chamacos de narcos como se dice de monseñor López Aviña, arzobispo de Durango, o sacaría raja económica del cartel de Tijuana como se afirma del hoy arzobispo de Yucatán Emilio Berlié Belauzarán? ¿Habría tenido que acogerme a San Cristóbal (el rancho, no el santo descontinuado) para conseguir la absolución de Vicente Fox, como el cardenal de Guadalajara Sandoval íñiguez, por aquel entonces acusado de colusión con los narcos? ¿En qué maniobras indignas andaría yo, sacerdote, a estas a estas horas? ¿O sería ya un difunto, «porque me hubiesen confundido con el Chapo Guzmán«, y hubieran hecho perdedizo mi portafolios, donde cargaba los documentos que me incriminaban de..?
Ya me veo, como arzobispo o cardenal, utilizando el pulpito de instrumento para manipular a mis feligreses, y a lo avieso y ventajista realizar propaganda política en favor de la ultraderecha vaticana y yunquera, sinarquista y cristera tardía.
No fui sacerdote, laus Deo, y es por ello que una esperanza me alienta: que cuando muera, si me tengo que desbarrancar en el que merezca de los nueve círculos infernales descritos por Dante (no Dante Delgado; su averno es otro y lo apodan Convergencia), sea yo un réprobo más, uno de tantos, del montón, como algunos de ustedes, y no un sacrilego de sotana y capa pluvial que me desbarranque de cuernos en el fuego eterno, a tiznar una sotana ya de por sí tiznada en vida por mis acciones de mal sacerdote, como esos.
Como esos. ¿Y yo por qué? ¿No basta con los hábitos religiosos de curas políticos y curas narcos, curas moruecos y garañones, curas paidófilos y curas putos que por estos días (por estas eternidades) deben estar rostizándose en los antros de Satán o lo estarán apenas ventoseada su última bocanada de vida?
Yo no fui sacerdote. (Laus Deo.)
Hola mi valedor:
faltó nombrar en el contenido de arriba a el gran Mestre Samuel Ruíz, ex Obispo de Chiapas,con sus pupilos, los encapuchados, al cual dejó super dividido y lleno de sectas gringas a ese pobre estado de nuestro país mediante la aplicación de su gran Teología de la Liberación ex comulgada por El vaticano.