En este país hay un combate contra la corrupción, y en esta materia debe recordarse que las escaleras se barren de arriba hacia abajo…
Eso lo acaba de afirmar Calderón a la cadena NBC News; lo escucharían, sonriendo burlescos, Montiel, Romero Deschamps, Aldana, los hijos de toda su Marta y tantísimas etcéteras más. ¿Combate a la qué…?
Lo mismo que Calderón, aunque con palabras menos pedestres y no a punta de frases hechas lo han afirmado a su hora todos los embusteros presidentes del país. Y si no, mis valedores, ¿alguno de quienes conservan la memoria histórica recuerda la tragedia descomunal de las explosiones que un día como hoy, pero de hace ya 17 años, convirtieron en un montón de escombros una porción del Sector Reforma de Guadalajara, Jalisco? Fue entonces: de cara a la nación ante un almacigo de muertos y heridos y con las ruinas humeantes a sus espaldas, frente a cámaras y micrófonos se comprometió, vocezuca de pito de calabaza, el entonces presidente del país y hoy redivivo Carlos Salinas:
– ¡Compatriotas! ¡He dado instrucciones al Sr. Procurador de la República, Lic. Ignacio Morales Lechuga, para que en 72 horas me entregue un informe completo, donde se deslinden responsabilidades! ¡Este hecho no va a quedar impune, compatriotas! ¡Es mi compromiso…!
¿Y? A 4 horas del estallido así mentía el comunicado de PEMEX, que resultó, a fin de cuentas, el responsable oficial del siniestro: «En la fábrica de aceites La Central, ubicada en el Sector Reforma, se presentó una fuga de hexano que se filtró al drenaje municipal, lo que provocó 6 explosiones. Nuestro personal especializado se encuentra en dicho sector colaborando con las autoridades estatales y municipales en el centro de la emergencia».
La Central. Días después lo declaraba un Guillermo Estrada, gerente de mantenimiento de PEMEX: «La fuga de gasolina no tiene relación alguna con los estallidos que ocurrieron, ya que en cuanto fue descubierta se ha procedido a su reparación». Y un mes después: «Para determinar el grado de culpabilidad de PEMEX y la SEDUE en el siniestro, la PGR cuenta con el estudio denominado: Para proteger y restaurar el ambiente de los efectos producidos por la industria petrolera, que firman los susodichos PEMEX y SEDUE».
Lo estipulaban, al respecto, diputados del PRI: «Garantizamos que esta tragedia no va a quedar impune». Pero días después, la noticia: «Extraña junta de Francisco Rojas, director de PEMEX, con 45 diputados. Durante más de 6 horas se encerró con ellos en el piso 45 de la Torre de PEMEX. A la salida. Femando Ortiz Arana, líder de la mayoría priista, se negó a hablar y salió casi corriendo por el estacionamiento del edificio. Después vendría la declaración: «Nosotros no hacemos juicios a priori sobre los hechos de Guadalajara. Los partidos de oposición no deben manipular políticamente el problema. En lugar de hacer culpables, ayuden al país a evitar desastres de ese tipo».
Tiempo después, el comunicado de prensa: «No habrá juicio político a los funcionarios denunciados en la Cámara de Diputados como responsables de las explosiones de Guadalajara. Determina Ignacio Morales Lechuga, ex procurador: PEMEX fue culpable, pero no responsable (¡Sic!)
Mientras tanto, y según la Academia Jaliciense de Derechos Humanos, «el ejército y las autoridades civiles habrán estado quemando setenta cuerpos diarios, en promedio, sin descanso y durante veintisiete días…»
México, 11 de abril del 2000. «Claman justicia en Guadalajara. A ocho años de la explosión, más de 500 afectados reclaman justicia y están dispuestos a reabrir el asunto penalmente».
Se impacientaba Alberto Orozco Romero, ex gobernador de Jalisco:
– ¡Por favor! Hablar del 22 de abril del 92 es insano. Da ocasión a otros intereses, se repite e insiste en ello con otros fines. Yo, personalmente, aborrezco ocuparme de eso, me aflige el asunto. ¿O que? Porque no vamos a pasar el resto de la vida hincados, llorando por lo ocurrido, ¿verdad? Caramba, que una tragedia ocurre en cualquier país; las guerras cobran miles de muertos, y no por eso la gente se pasa el resto de su vida llorando por los caídos. Definitivamente no podemos vivir sólo de llorar. Los familiares verán con más simpatía que estemos reconstruyendo y a ellos si desde el cielo nos vieran, les gustaría más que estuviéramos laborando, y no llore y llore junto a su tumba, ¿no creen…?
¿Combate a la qué? ¿A la impunidad? ¿Quién lo dice? Ah, él. (Uf.)