Que acompañé a la nueva vecina de Cádiz al banco de aquí a la vuelta, dije a ustedes ayer. Cinco cubículos tiene la sucursal de alguna matriz de Texas, Madrid o Zimbaue. Tan sólo cinco para atención al público usuario, pero de los cinco sólo uno se encontraba en funciones. Nosotros, en la cola de la cola, a esperar contra toda esperanza, porque observé que ante empleado los ansiosos usuarios se vaciaban de preguntas, reflexiones y comentarios, y a lo minucioso analizaban con el flaquito de traje azul los misterios de la cuenta personal, sus implicaciones y consecuencias de mover su cuenta o dejarla estática cambiarla o ponerla en posición más ventajosa o menos perjudicial. Luego de oír mi relación en el pasillo apretado de fisgones, el maestro:
– Curioso, ¿no les parece? En este país el católico ignora todo lo referente a dogmas y simbología religiosa Al creyente le basta con conocer el camino de la basílica, y hasta ahí llega su cultura religiosa ¿Su cultura política? Lo que le dictan los manipuladores de radio, TV y prensa escrita Lo económico lo aprende en las compras del tianguis. Ah, pero su compulsiva curiosidad acerca de sus ahorros en la cuenta bancaria..
Lo viví un par de horas. Nosotros, a la espera de que alguno de los cubículos se desocupara Animas santas (voy que vuelo para beato). Y así pasó una hora, y pasaron dos, y yo ya aflojaba esta pierna, ya descansaba la otra ya de reojo miraba a la vecinita, rostro y escote húmedos de sudor. Caramba decía entre mí, ¿ninguno de los funcionarios del banco tendrá la suficiente sensibilidad humana como para percatarse de tan mortificante situación? ¿Una institución bancaria que en la presente crisis ha logrado de miles de millones de utilidades no tendrá para sus clientes, cuando menos para las mujeres, un pobre banquillo, así sea el de los acusados? Humillante Mis zancas, acalambradas. Una alterada la circulación de la sangre, sufría una marabunta de hormigas trepándole rumbo a las alilayas. La otra zanca no, esa se me había dormido, y soñaba con el sillón De repente, mis valedores…
De repente observé a ese ya de mucha edad que, por fin, después de tres horas y cuarto lograba instalarse frente al joven empleado de vestimenta impecable, y aquel chorrito de voz humildosa «Señor, yo quisiera..»
Observé a mi vecina su resistencia comenzaba a flaquear. «Vamonos», le propuse. Ya mañana Dios dirá. (Que la aureola de beato sea a mi medida) Y sí, la vecina y yo nos vinimos, pero sin los dos mil pesos; con las manos vacías. Ahora, en el pasillo, el maestro: «Veo que trae consigo el contrato que firmó cuando abrió su cuenta en el banco. ¿Quiere leer el principio, señora?»
Escuchamos, con esa sintaxis y esos lugares comunes: «Estimado(a) cliente: ¡Le damos la mas cordial bienvenida! (No me aguanté: ¿A semejante servicio de sádicos llaman cordial bienvenida?) «Nuestro principal interés es brindarle el mejor de los servicios con una atención personalizada. Nos sentimos honrados con su preferencia, nuestro compromiso es satisfacer sus necesidades a través de una gran variedad de productos y servicios, con la finalidad de hacerle más sencillas sus actividades financieras. Ponemos a su disposición la mejor tecnología de nuestros sistemas (Yo, rabia y susto contenidos: «¡Pusieran media docena de sillas y el personal suficiente para los cinco cubículos!») «Ponemos a su disposición la mejor tecnologia de nuestros sistemas que nos permite estar a la vanguardia y tener clientes satisfechos. ¡Todo el personal de la sucursal lo atenderá con gusto!»
– ¿Captan el significado político? Los ahorradores son los dueños del capital, pero el banco los trata como si fuera a hacerles un favor. En radio, TV y prensa escrita, qué propaganda melosa qué de promesas para que ustedes abran su cuenta con ellos. ¿Ya se engancharon, ya su dinero está en las arcas del banco? ¿Van ustedes a gestionar algún trámite? Ellos, entonces, a quitarse el antifaz y mostrarse como lo que son, depredadores de candidos. Leo lo que dice un Luis Pazos, que desde una tal CONDUSEF «defiende» a los ahorradores bancarios: «No, oigan, los bancos no son hermanas de la caridad. Que sean mexicanos o extranjeros eso es irrelevante Aquí hay bancos mexicanos que dan peor servicio que los extranjeros». Ahí la conclusión del maestro, que terminó por evaporar el escándalo en el pasillo del edificio:
– Ustedes, ¿el 5 de julio van a entregar su capital político al PRI? ¿Al partido de Calderón? ¿Al de la talamantera Nueva Izquierda?
El vecino se llevó abrazada a su sota moza, y sonreían. Yo me vine solo. A mi depto. Pensando, nomás pensando. (Qué más.)