Felipillo santo

Al Sexto Encuentro Mundial de las Familias aludí ayer aquí mismo, y que a la inauguración asistió el presidente de un Estado laico que al recibir la banda presidencial juró cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Fundamental, y en el Encuentro de marras se aplicó a exaltar a las hermanas del Verbo Encarnado. En su discurso inaugural, el de Los Pinos se dirigió a la concurrencia con las siguientes palabras:

– También, y no puedo omitir el comercial, bienvenidos a la tierra del primer santo mexicano, que es además mi patrono, que es San Felipe de Jesús.

Aquí sigue el contraste de algunos conceptos del de Los Pinos con los de don Jesús Reyes Heroles, ideólogo que lo estipuló hace décadas, cuando nuestro Estado laico aún no sufría la embestida de capas pluviales ni madres del Verbo Encarnado:

«Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro artículo 130 constitucional. Al clero se le trata como corporación humana, no divina, y sabiendo que, como entidad humana, dista mucho de ser inmune y ajena a los defectos y ambiciones propios de la naturaleza humana».

Yo, en plan de anécdota, conté el domingo pasado en Domingo 6, nuestro espacio comunitario de Radio Universidad, que allá por los años de mi niñez mi madre se refería al protomártir mexicano con aquella anécdota familiar: cuando joven, Felipe de Jesús llevaba una vida no del todo aceptable para la moral familiar. La madre, desencantada, exclamaba al ver su vida desordenada:

«Felipillo, ¿cuándo llegarás a ser santo?», «Cuando la higuera reverdezca», contestaba la mujer del servicio doméstico señalando una higuera seca, que nunca había dado fruto ninguno. Yo, azorado ante las acciones que observo en el presidente de mi país, entre mí pregunto:

Felipillo de Jesús, ¿cuándo serás un estadista, cuándo serás el presidente de un estado laico, cuándo serás el presidente de todos los mexicanos? O cuando menos, Felipillo: ¿Cuándo serás el presidente? ¿Cuándo serás un estadista? ¿Cuándo serás? ¿Cuando..?

«Cuando la higuera reverdezca», me responden la historia y la realidad objetiva. Según la anécdota de mi madre, cierta mañana se levantó la mujer del servicio, y ahí, frente a su estupor, la higuera reverdecida. «¡Felipillo santo!», exclamó, en tanto que en Japón un Felipillo martirizado, moría en la cruz. Felipillo de Jesús, pupilo del Verbo Encarnado: ¿tú cuándo?

Don Jesús Reyes Heroles: «Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro artículo 130 constitucional. Al clero se le trata como corporación humana, no divina, y sabiendo que, como entidad humana, dista mucho de ser inmune y ajena a los defectos y ambiciones propios de la naturaleza humana

Variar nuestro sistema o admitir de hecho lo que la ley prohíbe, resucitaria viejos conflictos y haría que los mexicanos desperdiciáramos nuestra imaginación, capacidad, decisión y energías en conflictos viejos ya superados, en lugar de ocuparnos de los nuevos problemas que exigen la entrega sin reservas de todos.

Los problemas que fueron resueltos ayer o antes de ayer no tienen por qué distraer nuestra atención hoy. A los problemas de hoy debemos dedicarnos, y aquellos restauradores de problemas se encontrarán en el vacio, y sufrirán las conciencias libres de los mexicanos».

Calderón, mientras tanto, en el Sexto Encuentro Mundial de las etc.:

«Me preocupa el aumento de divorcios, porque propician la desintegración familiar».
A propósito, la leyenda india del XIX:

«Durante el primer año del reinado del rey Julief dos mil parejas se divorciaron de mutuo acuerdo ante el juez. Al enterarse, el rey se indignó de tal manera que inmediatamente abolió el privilegio del divorcio en el reino.

Durante el año siguiente, el número de casamientos en el país disminuyó en unos tres mil; se registraron unos siete mil casos más de adulterio, trescientas mujeres fueron quemadas vivas al envenenar a sus maridos, cien mil hombres fueron ejecutados por asesinar a sus esposas, y la cuantía de muebles y enseres destruidos en los hogares alcanzó los tres millones de rupias. Al ser informado de lo ocurrido, el rey Julief restableció de inmediato el derecho del divorcio».

México, mientras tanto: beato y en olor de santidad. (Dios...)

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