«Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica. ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran…»
(El fallecido Carlos María Abascal cuando Secretario de Gobernación.)
Si no es ahora cuándo, mis valedores. En un sexenio de yunques y legionarios los reverendos se ubican en el cogollo de la grilla política lo mismo que entre narcotraficantes y tras de las rejas del reclusorio. Curas encuentran ustedes en todos los rumbos, menos en uno de ellos; a ver: con el índice señalen al norte: ahí están; al sur: mírenlos; al oriente tanto como al poniente: ¿los distinguen? Señalen hacia abajo: un hervidero de curas. Apunten ahora hacia arriba allá ninguno pudiésemos ubicar. Hoy mismo, mientras un pederasta practicante de abusos erótico-sexuales amaneció en el calabozo, otros pelean por espacios de «fe y devoción» en la TV, al tiempo que algunos más claman por la educación religiosa en las escuelas y la formación de un partido católico. Aquí, de la ligazón entre curas y narcos, conceptos de Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes:
– Las limosnas de los narcotraficantes se purifican al entrar a la Iglesia.
¿Que qué? El religioso Leonardo Boff: «Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan visto envueltos en problemas con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado, y si no mantiene su altura ética degenera en los negocios sucios…»
Las palabras del impulsor de la Teología de la Liberación fueron refutadas por el obispo Sergio Obeso: «Rechazo que la Iglesia utilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas.
Carlos Quintero, obispo: «Claro que sí, en Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Si, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera».
Y un sacerdote José Raúl Soto, de la Universidad Pontificia de México:
«Aquí, en la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas, ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos hasta hoy han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo Fuentes».
Alberto Athié sacerdote: «La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad».
‘Yo sí reconozco que recibo sus donativos», afirma el sacerdote Ernesto Álvarez, amigo de la familia de Amado Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y celebró, en El Guamuchilito, Sin.,la misa de cuerpo presente en el sepelio de «El Señor de los cielos».
Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura Samuel Jara Acuña «Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y una arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos».
Jerónimo Prígione, que fungía como nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país: «Fue el padre Gerardo Montaño Rubio el enlace entre los hermanos Arellano Félix y yo. Pero les prometo que no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con otros narcotraficantes».
El obispo, empresario taurino, bon vivant y golfista Onésimo Cepeda: «Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y a los demás narcotraficantes: Vayanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más».
Fue en 1997 cuando apareció esta noticia «La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto». Y ya Es México, un estado de derecho, donde la Ley… (Dios.)