Señor presidente espurio…

Esto lo redacto cuando aún desconozco la forma en que vaya a concluir esa parafernalia que usted preside en compañía de su esposa y sus validos, que a balidos le juran que su gobierno ha convertido en Jauja el país. Con el debido respeto a su investidura (que sus acciones de gobierno vienen arrastrando en el descrédito), le manifiesto mi descontento por una gestión gubernamental que para el país vino a resultar mucho peor de lo que yo, y conmigo millones, imaginábamos. No, por supuesto, yo no voté por usted, pero sufro las consecuencias del voto de los aturdidos que lo treparon a una altura mayor a la que alcanzan a dar sus merecimientos. Y no lo olvide, señor presidente: a usted un fraude lo instaló en la presidencia Recuérdela Señor presidente:

¿Pues qué aspectos positivos le verían esos aturdidos que votaron por usted, individuo de trayectoria política marcada por la mediocridad? ¿Analizarían, a la hora del voto, su desastrosa gestión como político menor, que lo exhibió de inepto tanto como del ventajista que tomó el poder para beneficiar no a los muchos que poco tienen, sino a los pocos que tienen todo? ¿A los tales, que lo treparon al poder sigue pagándoles la factura..?

Por mantener el espejismo de una economía floreciente, que apuntalara esperanzas desfallecientes, usted no ha vacilado en recurrir a artificios innobles como el «spot» en radio y TV Náusea provoca la perversidad con que prostituye el lenguaje y corrompe los más cristalinos vocablos: paz, justicia, democracia, libertad, que usted emporca, vacía de sentido y transforma en veneno y radioactividad Engrandecido por un poder por fortuna efímero, es usted un Tartufo que con el maquillaje de la religiosidad se finge hombre de bien Lo que es disponer de los medios de condicionamiento de masas que tanto medran con su gobierno, señor. Ah, el avieso cinescopio…

Pues sí, pero más allá de su «spotera» política engañabobos, sus bonos van en picada. En los candidos del voto a favor de usted hoy se advierten el desencanto, la desilusión, el rechazo, el repudio, el desprecio, y no más. Y cómo no, si el balance lo acusa: en unos años usted ha lesionado irremisiblemente el país. El catálogo de agravios sería interminable Ejemplos:

Un panorama político de pugnas y rijosidad; una macroeconomía en ruinas, casi tanto como la economía familiar; deterioro de las clases medias, pobreza creciente, desempleo; fracaso en el programa de educación; violación sistemática de los derechos humanos y deterioro de las relaciones internacionales. ¿Seguimos el recuento de sus asignaturas pendientes, esas que desembocan en el clima de crispación y espeluznos que ha llevado a grandes masas humanas al reclamo rabioso y la manta, la pancarta y esos ríos de iracundos que amenazan salirse de madre? ¿Con cuántos elementos de seguridad tiene que salir a la calle a estas horas? ¿En el diccionario quedarán insultos que no le hayan arrojado a la cara, comenzando con el de espurio? Y lo que falta, señor, lo que le falta por ver, por oír de una nación que algo le ofrece todavía: el repudia Por cuanto a sus partidarios..

Que algunos le quedan, es cierto, pero cada vez menos. Y si resulta, que mucho lo dudo, que en la ceremonia del autoelogio y la justificación escuche usted los aplausos con que esos inmorales le vienen oscureciendo la realidad y le ocultan, como los vasallos de la fabulilla, que el rey anda desnudo, no engañarse: va en el interés personal y ambiciones políticas de esos logreros «cultivarlo» al uso de Yucatán. Maquiavélico.

Pero la realidad es inocultable, señor, como el hecho para usted terrorífico de que ahí nomás, tras lomita, un cierto personaje carismático y líder de masas sociales aguarda la ocasión para arrojarlo de un sillón demasiado grande para nalgas tan escurridas como son las de usted. Ese, que usted se empeñaba en dar por muerto, es a estas horas el triunfador, y recoge para su causa todos los puntos de aceptación popular que el mal gobierno de usted ha perdido. El, y no usted, es la nueva esperanza de unas masas ansiosas de creer en sus iluminados, en sus predestinados. Y usted sabe (y a simple vista se advierte: la rabia impotente lo acalambra y retuerce) que él es ahora el mesías que nunca fue usted, falta de carisma y arrastre popular. Señor…

Convénzase: por inepto, inescrupuloso y cruel hasta el sadismo, esta partida ya la perdió y va usted, Leartjet en picada, directamente al desván de la Historia, que su gestión como presidente no dio para más. Y por mí, es cuanto, señor G.W. Bush. (Vale)

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