Cosas y casas de locos…

Los centros de reclusión forzosa, esos campos de concentración a la medida de genocidios y de holocaustos: muros y rejas, torretas de vigilancia, celdas, agonía. El manicomio, la cárcel, las casas de retiro para enfermos desahuciados, ¿los conocen ustedes? ¿Los han visitado? Yo sí, por aquello de ejercitarme en el oficio de la amarga esencia humana, y entonces sentirme vivo y valorar la vida, y percibirme, en lo que cabe, sano, y conocer el goce de la libertad. (Fue en el manicomio donde conocí al profeta. No lo reconocí…)

En plan de visita conozco los hospitales. Por apreciar la fortuna que significa cargar la existencia libre de grilletes (droga, tabaco, licor) acompaño a los grupos de alcohólicos en abstinencia que, trémulos, se congregan para mutuamente darse valor y sobrellevar entre todos la maldición, y sobreviviría. Después de cada visita a las magulladuras del humano dolor salgo a vivir a todo pulmón; en salud, libertad, esperanza En vida Fue entonces cuando oí el clamor del profeta..

Esto ocurrió a mediados del sexenio anterior, desdichado sexenio, con la pareja presidencial cachondeándose frente a la de San Pedro, la basílica y de rodillas besándoselo al Pontífice, el anillo. La Sahagún proclamaba su intención de seguir en Los Pinos, aunque fuese de «presidenta». Fue cuando me topé al agorero en el lugar de reclusión para los desdichados de razón trastornada, y qué lóbrega construcción: en su aspecto sombrío, deprimente, parece haber absorbido el alma y la razón de los enfermos que ahí avientan a volar, papalotes de la demencia sus fantasías y descoyuntadas quimeras. Ahí conocí al profeta cuyos vaticinios no fueron escuchados por la gente de razón. Qué razón tenía el loco, desdichado Casandra

Esa tarde, mi guía el propio director, erré con las ánimas que erran en su mundo propio y particular, fantasmagoría y embelecos. Observé al silencioso que se atejona en un rincón, al que predica incoherencias (como incoherencias se tomaron las advertencias del profeta), al que habla con Dios, al que, Dios como es, se niega a hablar con los mortales. Ah, desdichados…

Y entonces, lo escalofriante: así como la cárcel tiene adentro su propia cárcel (el apando), así el manicomio cuenta con su propio manicomio, y en él me vine a encontrar al profeta en su celda enrejada, pobrín. «Por qué mantenerlo en aislamiento, pregunté al doctor. ¿No es una locura.?»

Mi Virgilio en el descenso por los nueve círculos del infierno: «Locura sería no protegerlo. Por su seguridad lo trasladamos a este refugio. Para que no siga siendo víctima de vejaciones: golpes, insultos, escupitajos, baños de agua helada alimentos echados a perder. Por su seguridad está en este sitio».

Lo vi, me vio, se irguió, alzó el brazo, entiesó el índice, y entendí entonces la razón que a los privados de razón llevaron a atacarlo:

– Tú, quienquiera que seas, anda y proclama ante los mexicanos que deben elegir a Marta como su mandataria Todavía están a tiempo. Que salven a México, diles. Que esta vez no comentan una insensatez, que elijan a Marta.

¿Que qué? ¿Elegir a esa frivola arribista bandida? Chinche loco.

– ¡Entiende, es la única salida que resta a los mexicanos! Anda predica en la plaza pública Difunde el mensaje: de no elegir a Marta después será el llanto y el rechinar de dientes, pero para entonces ya va a ser tarde. Eso diles.

(Fétido su aliento, casi tanto como el de su celda) Así que decir al que va pasando que se duela del país, que eche su voto a semejante basura ladrona del dinero público. «¡Anda ve, que salven a México..!»

Loco de miércoles. ¿Que esa loca llegue a la presidencia? írmele a las patadas, mi primer impulso. Reprimido. «Qué bueno que aislaron a ese loco peligroso, no fuera a contagiar de su locura a los demás locos. Qué razón tienen en agredirlo. Bien que merece los ataques de los enfermos».

– Cuáles enfermos, no se equivoque Los ataques no vienen de ellos. A ese, por exigir la presidencia para Sahagún Basura de Fox, quienes lo agreden no son los enfermos, sino el personal de médicos, enfermeros, administrativos, los de la limpieza, el velador…

«Espléndido», dije, porque entendí o creí entender. Muy tarde, mis valedores, reconozco el don profético del émulo de Isaías, Jeremías y Ezequiel El visionario quería prevenir a los mexicanos. Ya que cualquiera menos AMLO, ¿con Marte estaríamos peor que con «uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes», como a su hora lo definió Manuel Espino, ex-dirigente de Acción Nacional? ¿Ustedes qué dicen? (México.)

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