Quién es el verdugo. Mis valedores: progresamos. En la cultura náhuatl sólo los viejos tenían acceso al licor. Al octli, como llamaba al pulque nuestra raíz indígena. En la cultura mestiza el consumo del alcohol comenzó siendo plaga de adultos. Hoy, droga y licor son patrimonio de adolescentes y jovencitos, ellas y ellos intoxicados mientras se contorsionan, monos de alambre, al ritmo frenético del ponchis-ponchis de la subcultura gringa. Y que siga la diversión, y lo bailado quién se los quita, que ya más tarde habrán de alimentar la hidra de la nota roja y a sus mercachifles. Macabro.
Fue un golpe tan fuerte que el auto se partió en dos. Cuatro cuerpos prensados; una persona más quedó en el cofre y tres más salieron proyectados en distintas direcciones. Los jóvenes venían en estado de ebriedad…
Licor, droga, adolescentes. Ayer nomás fue la discoteca Lohobombo; hoy es una tal News Divine, esa compulsión por sentirnos gringos de segunda Ayer, la panza del Lobohombo arrojó una veintena de jóvenes («Las muchachas salían sin zapatos, quemadas, traumadas, llenas de sangre».) Hoy, la tal News Divine produce más de una docena de muertos y varios heridos, algunos de gravedad. Quién es la víctima, quién es el verdugo…
Observo la foto del matutino: auxiliada por dos de uniforme la adolescente, trapos de chillante color, sale del News Divine gacha la testa, un vendaje en un brazo y ebria tal vez, o ya tal vez en su juicio, si no es que lo vaya a perder. Yo algo quisiera decir al respecto, pero nada mejor se me ocurre que el mensaje aquel que hace años envié a un jovencillo de nombre Rafael:
Coche accidentado. Seis heridos graves. Conductor y acompañantes, todos menores de edad, iban ebrios. Rafael A.H, que manejaba el auto, cuenta con 16 años de edad, y está hospitalizado…
Le escribí entonces esto que hoy cuadra a los jóvenes del News Divine:
En leyendo la noticia, Rafael, redacté una líneas zumbonas, que intentaban ironizar con los borrachines, pero no. Has de saber (me permites el tuteo, ¿verdad?) que de repente me prendió una punzadilla acá, mira, del lado cordial; porque, ¿sabes? yo tengo un Tomás primogénito y un Ariel de tu misma edad, y eso vino a quitarme las ganas de hacer donaires con tu desdicha Porque desdicha es, y grande, el que habites en un país de borrachos (como el resto de los países), donde las agencias de publicidad se viven sembrando en radio, tv. y periódicos, esas minas antipersonales que son los anuncios que exaltan el consumo del alcohol. ¡Chupe, sorba viva! Abyecto, Rafael. Tú, de seguro, eres estudiante, como mi Zahuin, Tomás y el Ariel, y como joven que eres, qué voy a reprocharte, si somos nosotros quienes permitimos que el «Sistema» permita a los «medios» que sin bozal y al aroma de la ganancia manipulen a un paisanaje proclive al alcohol. Qué voy a reprocharte, si viniste a nacer en un país de borrachos…
Malhaya esa promoción alcoholera que se ceba en ustedes los jóvenes; que exalta la cultura de la cebada el agave y la caña con el propósito de que agoste el espíritu, ablande conciencias y voluntades y reblandezca la resistencia de ustedes (los zombies son más manejables) para luego arrojarlos a ese chiquero (suciedad y penumbra) de la «piedra» y la botella Ah de los dueños de esas discotecas que lanzan la «piedra» y esconden la mano…
Y es que TV y agencias de publicidad son apartidas, amarridas y huérfanas de hijos como tú, o el Ariel, o mi Tomás primogénito, donde pudiese dolerles los daños que causa el alcohol. Te imagino días antes del accidente, tú a tus 16 años de edad; flamante todavía recién ensamblado en la fábrica y ya queriendo emular al héroe de la pantalla o el cinescopio: a fume y fume y a chupe y chupe para parecer hombre, para ser un hombre muy hombre, pestilente de nicotina y licor. Ah, Rafael, como si te llamaras Ariel y fueras mi sangre, y fuese esa sangre la que no cesara de manar mientras que yo, desalado, me lanzara al catre del sanatorio, a aferrarme a ese tu cuerpo todavía tan muchacho y ya así de lastimado por culpa del avieso licor. Dios…
Ya los adultos con la botella nomás no pudimos o no quisimos poder (yo sí, ¿pero los demás?) Apatía desidia inmadurez. El hábito no hace al monje, jura el refrán, y yo digo: mucho menos si es el hábito del licor, que no hace al monje, ni al ciudadano, ni al hombre libre. Puro humano redrojo, Rafael.
News Divine, Lobohombo, tiernas las carnes y ya desgarradas; regueros de sangre derivados del licor. «Sólo una mujer logró identificar a su hijo; lo reconoció por los frenillos de la dentadura». (Mi país.)