¡Guáu!

– Para mí que el próximo presidente del país es uno que come a mi mesa.

¿Que qué? Se me atragantó el tamal (oaxaqueño). El asombro, la burla en nuestra esperpéntica reproducción de La última cena. «¿Seré yo, maestro», preguntó La Maconda. «¿Soy yo?», interrogó, sonriente, don Tintoreto. «Porque lo que es yo, siento que hasta el tamal se me recalentó», la tía Conchis.

– El agraciado es uno que mete su mano en mi plato y come de él.

– ¡Ah, shingáu!, y mi primo el Jerásimo sacó la mano y se dio el sacón.

– Sí, usted, licenciado. Según todos los indicios, el Tricolor retorna a Los Pinos, y quién más indicado que usted para cruzarse al pecho la tricolor.

Vi a mi primo enrojecer de vanidad; se sonrojó desde los cachetes hasta el propio tamal (oaxaqueño), sonrió blandamente, humilló los párpados en un gesto de falsa modestia: «Ay, maestro, eso se lo dirá usted a todos…»

– Lo aseguro con toda seriedad. Si existe congruencia en nuestro incongruente sistema político, usted tendrá muchas más posibilidades que López Obrador o Marcelo Ebrard. ¿Qué cualidades tienen ellos que no tenga el hijo predilecto de Las Guilotas, Zac.? ¡Sr. licenciado Jerásimo, presidente!»

Esponjado de vanidad. «Usted lo dirá por carnearme, nomás por choriar».

– No bromea Usted es priista de corazón, y podrá dar el campanazo.

Lo dio el teléfono. ¡De una sombra de polvo de cadáver político, calculen la actualización de mi consanguíneo como candidato a Los Pinos! En posición de firmes: «Sí, licenciado Madrazo Cómo no, licenciado Madrazo. Usted ordena, licenciado Madrazo Como Madrazo voy para allá, licenciado».

Como madrazo se esfumó. Nosotros, la boca abierta ¿A Los Pinos uno que recibe encomiendas de un cadáver político, el más cadáver y el menos político de todo el panteón priista? Pues sí Que a apartar mesa en lo oscurito de no sé qué antro para encontrarse con quién sabe quién y reconocer como suya la criaturita de no sé qué anónima suripanta. El asombro, las especulaciones: La reunión, ¿será con Salinas? Sólo que sea con Carmen, la Aventurera O con Niurka, más aventurera todavía Y la criatura, ¿no será la que malparió Salinas, La década perdida? O será la política de Calderón, más pérdida que la década, la Niurka y la Carmen juntas. Yo, escamado, al maestro:

– ¿No pecó usted de excesivo? ¿Cómo va a ser candidato a Los Pinos un mediocre de la catadura de mi primo el Jerásimo? ¿Sabe usted que como priista de tiempo completo y entregado en cuerpo y tamal al tricolor, su logro más significativo es haber llegado a jefe de manzana? Y suplente

– Ningún excesivo, mi valedor. Si la tenebra de eso que apodan «política» fue capaz de encaramar en Los Pinos por vía de la imposición, a uno chaparrito, jetoncito, al que todo le viene grande, ¿no puede provocarse la carambola que dé con el Jerásimo en los mismísimos Pinos? ¿No anda su primo en plena concertacesión de feromonas y jugos glandulares con la panista Sra viuda de Velez, La Maconda? Católica es, sinarquista y cristera tardía Esa fanática de Sandoval Iñiguez pudiera llegar a ser prima de usted.
– Pero prima política nada más.

– Y así sea política, a la prima se le arrima Políticamente –El Síquiri.

– A Los Pinos, después de Fox y el mediocre de lentes, cualquiera El Jerásimo, por qué no. ¿O qué, una sociedad como la nuestra pretende y es capaz de parir un estadista de los tamaños de Juárez y Cárdenas? ¿Puede la sociedad del «ái se va» y «el que tiene más saliva traga más pinole»? No, puro mediocre de la alzada de LEA, JLP y De la Madrid, los transas Salinas y todos los hijos de su reverenda Marta. Y ahora el entreguista de PEMEX y la Iniciativa Mérida ¿Los mexicanos merecemos algo más que esos Jerásimos?

Tomé otros dos oaxaqueños. ¿Cero y van cuántos? El estómago, a reventar. Y del tamal, al catre, y esa noche, mis valedores, soñé un sueño color de rosa, rosa mexicano, donde miré a mi primo allá, muy arriba, en toda su gloria y esplendor. A su lado, ¿quién creen? Yo, pues quién más; yo, que me administraba una Secretaria de Estado y a una secretaria a la que dejaba en estado. No, y la concesión de la droga en el cartel de Neza. Con el suyo erecto, su dedo, el rey me apuntaba «He aquí al orgullo de mi nepotismo…»

¿Yo allá, en mero arriba? Vínoseme aquella excitación. ¿Yo, manos libres? Tensáronseme los nervios, el tamal se me frunció (el oaxaqueño). ¿Yo, cuenta en euros? Alcancé el climax sexual. ¡Guau! Ese ladrido que los gringos nos impusieron me despertó, y la crudísima realidad, y el torzón, y el vientre hecho garras, y ardoroso el tamal, y… (Lástima)

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