¿Pues qué le parece la desmesura? Uno que también terminó su mandato se nos acaba de echar encima. No resistió la ausencia de las candilejas, y al pretexto de hacerle propaganda a su Década Perdida irrumpió en un espacio político donde se sufre un terrible vacío de poder, y ha venido a tratar de llenarlo, al parecer. Yo, de repente, en los matutinos me acabo de dar el encontronazo con la malhadada estampa, aborrecible para mí, del hijo putativo de Agualeguas, por allá en Nuevo León. Leo que su presencia produce un discreto tsunami en la grilla politiquera, tan vacía de presencias políticas…
¿Mucha audacia de Carlos Salinas, en relación directa con lo que en su sexenio agredió a los mexicanos? Ni tanta, señor; es el conocimiento que tiene de esos mexicanos que todo terminan por perdonarlo porque no tienen memoria y todo lo olvidan. Yo, esta mañana, todo fue hojear los matutinos, toparme con la vomitiva estampa del Salinas de marras, y en las notas de prensa leer el tremendo catálogo de desgracias de todo tipo que por culpa del hombre encuevado en Los Pinos acalambran el país, y de repente se me encendió la idea, y me puse a pergeñar este mensaje dirigido a usted. Señor ex-presidente:
Que mi requerimiento para nada interrumpa el descanso, muy merecido, que estará compartiendo no con la esposa, la legal, sino con la sustituta, y así cual descanso; pura actividad, suertudo. Señor: ¿si intentase volver a ser el fiel de la balanza en la política de mi país, de su economía y finanzas? Sí, como cuando usted era presidente. Seguro estoy de que las masas, porque peor no puede ocurrirles con el actual, aplaudirían la ingerencia de usted en la administración pública. Como antes; como siempre, señor ex-presidente.
Porque esto es ya intolerable, y humillante soportar del nuevo gobierno tan negativas acciones como viciado lenguaje, que dice blanco por negro y negro por latino, y agua cuando es sangre, y la sangre se requema ante el espectáculo de tales embustes y violaciones a los derechos del individuo y sus garantías ciudadanas. Nosotros, impotentes, a ver la desmesura, a padecerla y a lamentarla. A la mentarla también, pero señor, ¿habrá protesta más estéril que los reniegos y las agresiones verbales? Él ni nos ve ni nos oye ni nos siente, y háganle como quieran. (Ahí fue donde nació la frase de mi maestro que yo divulgué a lo reiterativo ante los micrófonos de la XEQ: vamos a demostrarle al Poder que sí se puede Y mire nomás lo que los mediocres han hecho con frase de tal contenido político. En fin, seguir con el mensaje)
Usted, a diferencia del matalote actual, nos apoyó cuando se necesitaba- Nos cobraba, sí, pero supo sacar al guey de la barranca. Cerca estuvo del paisanaje, que se sintió apalancado. Señor: ¿y si se involucra en el gobierno actual? Observe cómo anda el país, con tan espeluznante vacío de poder. Un estadista nos falta, señor, y ahora
pronto, con el nuevo problemón de la carestía y escasez en los productos de la canasta básica, a los paisas nos sale caro el maíz, nos sale cara la leche, nos faltan tanto los huevos…
Miro en la mente su fina estampa: madurez, lozanía, pronta la sonrisa y el trato cálido. ¿Alguno más carismático habrá llegado a la presidencia? No en los tiempos recientes; no con la cáfila de personajes que lo antecedió, a cual más de siniestro, desde el genocida hasta el mediocre y el derrochador. Contra semejantes hígados, ¿no será usted sangre liviana, que se le perdonaron los más sonados escándalos personales de que se tenga memoria en la presidencia del país? Sí, llegamos a repudiarle decisiones de gobierno, pero ese ángel, ese don de gentes, semejante histrionismo para proyectar arrepentimiento, dolor y temblor, y entonces pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada…
Qué tiempos sus tiempos. Cuánta paz, qué seguridad proyectó en su gobierno. Que se suscitaron grandísimas broncas, cierto es. Que estallaron conflictos sociales, y aun tensiones internacionales, también. Pero en su gobierno el derramamiento de sangre fue, a diferencia de tantos de sus antecesores, mínimo. ¡A diferencia de este matancero que mala madre nos malparió encima! Señor ex presidente: deje usted lo que traiga entre manos (si no es que sea «ese oscuro objeto del deseo») y medite en mi súplica; que imagino traduce el deseo de muchos mexicanos. Señor, mire por sus paisanos, víctimas del siniestro sucesor. Mire por nosotros, víctimas de nosotros mismos. Con todo y Lewinsky, pero véngase, regrese a la política internacional. ¿Sí, señor Clinton? (¿Sí..?)