Yo, un superdotado

Fue el lunes pasado, en mi depto. de Cádiz, El maestro, su jovencísima setentona de las zarcas pupilas y los vecinos de la tertulia, devorábamos un guiso de pollo y especias, especialidad de la tía Conchis. (Quedo, por no interferir en la plática, Bach. Una cantata.) Esa plática se centraba en cierta figura siniestra, hamponesca, conocida en el hampa por el alias de «lideresa moral», entre cuyos delitos se contabiliza haber ayudado a trepar hasta Los Pinos a uno al que todo le queda grande. Dije: «Esa Gordillo es una..»

Y ándenle, el estrépito, la quebrazón de cristales. ¿Al puro nombre de la «maestra?» «Cuando Salinas regresaba, en el país sólo había temblores de tierra», comentó El Cosilión. Pero no. Allá abajo, en el estacionamiento, algún remate en el área penal. Se alzó la tía Conchis, conserje del edificio: «Condenados chamacos. Y ni modo, habrá que dar fe de los hechos, cuantificar daños y prejuicios y deslindar responsabilidades». Puso la rabadilla en el plato, la del pollo, y abandonó el comedor. Categórica, La Lichona– «Los míos no pudieron ser, ellos están haciendo su tarea». «No, pues mi Marloncito, menos, protestó Petra Agúndez Él, si lo vieran, tan bien portadito».

La plática degeneró en asuntos de niños, escuelas y travesuras. Y válgame, que ahí afloran los papas cuervos: «Porque lo que es mi Beba, dijo El Coslión. «Ella qué reglas de conducta le enseñen en la escuela, si la colegiatura me cuesta uno de la cara. Mi Beba pura estrellita en la frente».

– Pues nuestra Manucita-esos papas cuervos-, no es por nada, pero qué dotes de artista, que en eso sí sacó aquí a mi gordo, que fue bailarín en la carpa Esmeralda. Si ustedes hubieran visto la pasada ceremonia de fin de cursos, con Manucita echándose el lago de los cisnes así, miren, de puntitas. Un angelito, con braques y toda ¿No, Arcadio?

– Pues Juan Gabrielito agüeleó. Primer lugar en macramé y jaletina artística Con ganas de darle de premio una ida a Disneylandia, pero esta crisis… (Yo, oyéndolos. Quedo, Bach.) «Un superdotado, mi Juan Gabriel«.

Superdotados. Habló Mariángeles, madrecita soltera, mirando el sillón donde una criatura dormía su inocencia de dos años. «Pues ahí donde la vea..»

El colmo, pensé. ¿Qué puede hacer un inocente para así estimular la vanidad materna? «Casi nada (me lo adivinó): mi niño ya es todo un perito en asuntos de teoría política, cómo la ven».

El maestro y yo nos miramos. El Cosilión suspendió el viaje del alón a la boca «Ya, Mari, quezque teoría política A menos. que nos vaya a resultar que su papacito es aquí el valedor, aunque creo que él ya no…»

Ajeno a este mundo, el chamaco y su sueño, en posición fetal.

– Ah, ¿no me lo creen? No, pues yo misma me enteré de chiripada Todo empezó la noche del pasado lunes, mientras le preparaba su te de yerbabuena porque trae su digestión cuatrapeada Cómo fui a dejar a mi criatura frente a la tele, sin imaginar toda la radiactividad que ventoseó por el cinescopio.

El niño, dormido; un goterón de leche -no de su madre sino de mamila lástima- le escurría por la comisura izquierda «Quiera Dios que no se haya quedado taradito, pensé, pero al contrario, se reveló como un superdotado, qué les parece».. (El susodicho se removió en sueños.) La Lichona:

– Nosotros nos referimos a las gracias y habilidades de nuestros chavos.

– De eso hablo yo también, aunque no sé a quién sacaría en lo inteligente, porque a su edad es ya un superdotado en teoría política

Alguno, a lo disimulado, sonrió, otro más movió la testa, y los más miraron hacia el sillón donde reposaba el bello durmiente. Mariángeles, ofendida «Ah, ¿entonces no me lo creen, piensan que los engaño? Ahora les voy a demostrar que mi niño, a su edad, ya es un genio».

La vimos acercarse al sillón, dar un beso al chamaco, y así, de bote pronto y a porta gayola «M’hijo, ¿qué te pareció el mensaje del chaparrito?»

Mis valedores: no vayan a creerlo, que yo, mirándolo, no lo creí. «Sí, mi hijo, las medidas de Calderón para enfrentar la crisis alimentaria».

¡Calderón, rudeza innecesaria! Al oír: «Calderón«, que la criatura se engarruña, suelta primero la carcajada, un alarido después, y una descarga apestosa Diarrea «Hay cada madre», dijo La Petra. Yo, para mí, que fue la indigestión del chamaco, qué casualidad. Ahora que de genio a genio voy más a mí, que no desde el día del mensaje, sino desde antes, cuando el de Los Pinos, a lo fachendoso, así ofendió a medio país: «Haiga sido como haiga sido…» Yo, desde entonces. Ájale, ¿ven? (Con permiso.)

Ya hasta nos hacen ladrar

¡Guau! (Del inglés whow), ¿Conque el «spanglis» nos beneficia? ¡Guau! La afirmación del estudioso me interesó porque alude al desaforado proceso de colonización mental que sufren unas masas que de forma consciente o por ignorancia e imitación utilizan una cantidad cada vez mayor de vocablos en inglés o clonados de tal idioma Aquí, lo que acaba de afirmar un José Moreno de Alba, presidente de la Academia Mexicana de la Lengua:

– La mezcla entre las lenguas inglesa y española no se convertirá en un nuevo idioma. El spanglish, dialecto, lejos de provocar una ruptura o ser un obstáculo para el desarrollo, lo hace más rico, lo hace una lengua fortísima

Muy rico lo hará, pero su uso en la comunicación cotidiana de las masas sociales constituye un termómetro del nivel de sumisión, imitación y dependencia que alcanza a estas horas nuestra colonización mental. La lista de voces clonadas con las que disparatamos en el habla cotidiana rebasa libros enteros, en donde los analistas, a modo de conclusión, se duelen de nuestra aspiración a convertirnos en gringos de segunda Y qué decir del terreno de la computación, que posee su propio vocabulario. Y si no, capten ustedes esta parodia del Génesis que redactó algún autor anónimo, titulada Compugénesis, Creación del Computador, Artículo 1, versículos del 1 al 20. Dice:

Al principio Dios creó el Bit y el Byte.

Y de. ellos creó la Palabra 2. Y hubo dos Bytes en una palabra; y nada más existía
Y Dios separó el Uno del Cero; y vio Dios que esto era bueno. 3. Y Dios dijo: -Hágase el Dato. Y así sucedió. Y Dios dijo:- Que los datos vayan a su correspondiente lugar. Y creó los disquetes, discos duros y los compactos. 4. Y dijo Dios: – Háganse los computadores, y así habrá lugar para poner los disquetes, discos duros y compactos. Así Dios creó los computadores y los llamó Hardware. 5. Y no había Software aún. Pero Dios creó programas, chicos y grandes… Y les dijo:- Vayan y multipliqúense por sí mismos y llenen toda la memoria 6. Y dijo Dios: – Crearé al Programador; y el Programador hará nuevos programas y gobernará sobre los computadores, programas y datos. 7. Y Dios creó al Programador y lo puso en el Centro de Datos; Y Dios le mostró al Programador el Árbol de Directorios y le dijo: -Puedes usar todos los volúmenes y subvolúmenes, pero no uses Windows.

8. Y Dios dijo:- No es bueno para el Programador estar solo. Tomó un hueso del cuerpo del Programador y creó una criatura que buscaría al Programador, lo admiraría y amaría las cosas que hiciera el Programador; y Dios llamó a la criatura el Usuario. 9. Y el Programador y el Usuario fueron dejados bajo el Dos desnudo y fue bueno. 10. Pero Bill fue más listo que todas las otras criaturas de Dios. Y Bill dijo al usuario:- ¿Realmente Dios te dijo que no ejecutaras ningún programa? 11.- Y respondió el Usuario: – Dios nos dijo que podíamos usar cualquier programa y cualquier dato, pero nos dijo que no ejecutáramos Windows o moriríamos. 12.Y Bill dijo al Usuario: – ¿Cómo puedes hablar sobre algo que no has probado? En el momento que corras Windows te convertirás en igual a Dios. Podrás crear cualquier cosa que desees con un simple click del ratón. 13. Y el usuario vio que los frutos del Windows eran buenos y fáciles de usar. Y el Usuario vio que cualquier conocimiento era inútil, pues Windows podía reemplazarlos.

14. Así que el Usuario instaló Windows en su computador y le dijo al Programador que era bueno. 15. Y el Programador empezó a buscar nuevos Drivers. Y Dios le preguntó: – ¿Qué buscas? Y el programador respondió: – Busco nuevos Drivers, porque no puedo hallarlos en el Dos.

Y Dios dijo: – ¿Quién te dijo que necesitabas Drivers? ¿Ejecutaste Windows? Y el Programador dijo: – ¡Fue Bill quien nos lo dijo! 16. Y Dios dijo a Bill: – Por lo que hiciste serás odiado por todas las criaturas.Y el Usuario estará siempre descontento contigo. Y siempre venderás Windows. 17.Y Dios dijo al Usuario: – Por lo que hiciste, Windows te decepcionará y se comerá todos tus recursos y tendrás que usar programas piojosos; y siempre confiarás en la ayuda del Programador.

18. Y Dios dijo al Programador: – Porque oíste al Usuario nunca serás feliz. Todos tus programas tendrán errores y tendrás que arreglarlos hasta el fin de los tiempos. 19. Y Dios los echó del Centro de Datos y cerró la puerta y la aseguró con un Password. 20. Falla de Protección General.

Yo, de todo lo anterior, nada entendí. ¿Y ustedes? (Bueno.)

Destino: Los Pinos

Señor: advierto su falta de tino como gobernante, usted que carece de la experiencia de una presidencia municipal, cuando menos. Lo observo en la toma de medidas erráticas e inadecuadas que acaban por afectarme casi tanto como al propio país cuyo gobierno se le va a usted de las manos. Es así como azorado por él, por mí y por usted, me decido a mandarle el siguiente relato.

Hace tiempo visité Los Tuxtlas, tierra de brujos y jaraneros. Varios días los pasé alucinado, bebiendo (no pensar mal, que conmigo el licor topó en hueso); bebiendo, digo, sorbiéndome la gloria de aquellos sones jarochos, rasgueos de jaranas en contracanto de pespuntes arperos y mudanceos. Miel en penca, señor, miel veracruzana..

Y ocurrió que de Santiago me traje una Chula ella, doncellita todavía, morena de fina estampa, delgadita de cintura y de muy buena madera en flor, con su corazón de cedro y su encordadura todavía virgencita Ahí me traje mi jarana abrazada y abrasada como a niña de mis ojos, todavía olorosilla a tajadas de madera en flor. Y ándele, que ya en mi depto. de Cádiz…

Convoqué a jaraneros del rumbo, y ahí nos tiene usted en los tiempos muertos (los vivos, a fin de cuentas) ejecutándonos La Tarasca, el Zapateado con décimas y ese Buscapiés que es fama hasta al Pingo incita, excita y pone a bailar. Sones agridulces de amores y desamor, tiempo y destiempo, de encuentros y desencuentros y algún apicaramiento. La malicia del son:

Una iguana subió al palo – más alto de la Nación-y estando arriba decía:-Esto sí que está cabrón. (¿Usted qué opina, señor?)

Fue entonces cuando empezaron las dificultades; aquella mi bienamada no entonaba a cabalidad, y mi corazón de músico tardío se me cayó a los talones, el de Aquiles y el otro. Y qué hacer. Me consoló El Sotavento:

– Es que tu jarana está nueva Cambíale la encordadura

La encordadura le cambié. Fui al expendio, me agencié la prima y con ella la familia completa Las remudé, las afiné, y venga de ahí El Jarabe loco, y venga un nuevo fracaso, y empálmese otra desilusión. Don Arcadio, pontífice del zapateado: «Tu instrumento tiene mal apuntado el diapasón».

Y de inmediato al laudero, que le apuntó el susodicho, y a rasguñar otra vez, y otra vez a desilusionarme, lástima de Buscapiés. «El defecto está en la tapa -díjome El Bagre-. Se la cambias, y listo».

Listo madres, con perdón. Del día de la compra a los siguientes meses la jarana padeció cambios, recambios, implantes, transplantes e injertos en caja, tapa, diapasón y cuatro de las clavijas. Mucha cirugía plástica, pero la ancheta cada vez más envejecida y sonando peor cada vez, y no tanto en el rasgueo de los sones en tono mayor cuanto en la delicadeza de los menores, cuando la hora sonaba de las tristuras y las lloroncitas en tono menor. Mi jarana, por llorar, chillaba, qué mortificación. Y fue entonces: ahí habló mi amantísima, sabiduría y comprensión machihembradas. Gracias a su consejo, santo remedio. Hoy, mi jarana, espumeante de fandangueros arpegios. Concluyo, señor.

A la mala, pero usted tomó un México flamante, corazón de cedro vivo, listo ya para arpegiar al son que usted le tocara Pues sí, pero a la hora de la escoleta, de entonar, ni sus luces, y lástima, porque más fino instrumento dónde lo iba a encontrar. Sus consejeros: «Cámbiele las cuerdas. ¿Y si le encaja un programa populista para vivir mejor? ¿Y si le remata PEMEX y la energía eléctrica? O de plano, ¿por qué no lo acaba de malbaratar a los gringos dándoles el control absoluto con un Plan México, y a vivir tranquilo..?»

Usted, a puros palos de ciego (de lentes), y los fregadazos apárelos el fregadaje. México, cedro vivo en flor, en manos de usted puro rechinido y disonancias, y a pagarlo los paisas. Señor: ¿quiere saber qué consejo me dio mi niña, la de mis ojos? Ella, dolida de mis fatigas: «Tu jarana sí suena, mi amor, vaya si suena Quizá sea tu mano la que está un poco torpe; novatona todavía ¿Si dejaras tal cual tu jarana y te buscas un profesor que te enseñe a tocarla?»

Así lo hice, señor, y santo remedio. El corazón de cedro, la madera en flor, se ha tornado, en mi mano, un puro regocijo de sones en tono de sol. Si viniera a escuchar qué de trinos, qué de arpegios, qué de armonía en contrapunto cuando suelto el llanero son de la trova

Con el corazón de cedro – yo soy como mi jarana – Por eso nunca me quiebro – Y es mi pecho una campana… La gloria, señor…

¿Y si aprovecha el consejo y dejara de echarle la culpa a «la situación internacional»? ¿O va a seguir como hasta hoy? Porque entonces… (Pobre México.)

Reniego y quejumbres

Tal es nuestra cultura de víctimas frente al Sistema de poder, mis valedores. «Nunca antes como en este sexenio», rezongamos cada seis años, «un presidente nos había resultado así de nefasto». Y anden, al lloriqueo y a recitar el catálogo de agravios, la letanía de rezongos y el rito de la autocompasión, la autoflagelación. ¿Pero un ejercicio de autocrítica? De eso, ni el rastro. Hoy recuerdo, a propósito, el incidente aquel…

De Toluca regresábamos en el compacto gris. Mi Nallieli y yo en el asiento de atrás; adelante, mi primo el Jerasimo, licenciado del Revolucionario Ins., y al volante el Chilillo, por mal nombre Germán, que se ofreció a transportarnos. «Total, que yo también tengo que ir a Toluca a refaccionarme de chorizo. ¿Le gusta el chorizo, bigotón?» Aguanté a pie firme el albur.

Ya nos acercábamos al DF cuando en eso, de repente, el altoparlante: «¡Ese del volks, ¿qué no oye? ¡Oríllese pa la orilla!»

– ¿Y ora qué, cuál es el SIEDO? ¿O es la Policía de Caminos?

Y que el Chilillo mete el frenón, baja, se aleja unos pasos y se enfrenta al del de casco y forifai. Observé el elocuente lenguaje de manos que se alzan, se abaten, se empuñan; brazos que se abren, se cierran, se cruzan, y testas que asientan, deniegan
Reunión en la cumbre y en pleno proceso de parlamentar. Diez, quince minutos más tarde, el volks. volvía a tragar asfalto. A pino fresco, el aroma de La Marquesa Ahí nomás, tras lomita, las luces de la ciudad.

– Jijos de su repelona, ¿cuánto creen que me bajaron? De veras que esos ni a madre, digo. Pura transa y corrupción, y a fregar al que se deje, qué país…

Ahí, dúo dinámico, el Chilillo y yo desgranamos todo el muestrario de la corrupción. «Comenzando por el de Los Pinos, que así alcahuetea el bandidaje del Fobaproa, el Pemexgate, Los amigos de Fox, los Salinas, Montiel, la Gordilo, Mouriño y los hijos de toda su reverenda Marta, junto con ella y su segundo marido». De corrido lo enumeramos, y le añadimos la corrupción inaudita en el sindicato petrolero y en el resto de los tales. Nos arrebatábamos la palabra citando a Mario Marín y Ulises Ruin (así, Ruin), al pariente incómodo del de Los Pinos, el tal Hildebrando. Un cochinero de politicastros. Todos. (Mi Nallieli, escuchándonos.)

– Y el entreguismo de PEMEX a los  gringos y el Plan Mérida, mortal de necesidad para la soberanía nacional…

– No, ¿y qué me dice de los burócratas -dije yo-. Meses yendo a Toluca a cobrar el costo de la conferencia que impartí sobre la honradez del mexicano, y ya ven: volver con la frente marchita…

Por fin. Habló mi Nallieli: «¿Pero corrupción sólo entre burócratas, policías y gobierno? ¿Y nuestra corrupción como ciudadanos? ¿La nuestra qué? ¿O nosotros impolutos? ¿Cargarle toda la culpa a los asaltantes de camino real?

– De autopista, querrá decir, señito.

– ¿En el paisanaje no se detectan evidencias de corrupción?

Válgame, el doctorcito que me cargó una factura que hagan de cuenta supositorio, y el abogado que me transó, y el maestro albañil que, como el zapatero, me quedó mal, y el del merendero donde fuimos a comer. Todos. Yo, tú, él, ellos. Todos a la ventaja y al grito de «el que no transa no avanza, y a mí no me den, pónganme donde hay», y «el que tiene más saliva traga más pinole». Lo admití: «Todo en nuestra comunidad se torna ventaja, engañifa, impuntualidad, irresponsabilidad, y dar lo menos cobrando lo más».

– ¿Y esta comunidad tiene cara de reclamar al de Los Pinos o a sus socios, sinvergüenzas y ventajistas del PRI? (¿El Jerasimo? Durmiendo su borrachera) «¿Nuestra conducta sí se rige a moral personal, a moral pública?»

– ¡Señito, que me ofende al compararme con los corruptos del gobierno!

Yo, por suavizar el ambiente: «Bueno, ¿y por qué fue la extorsión?»

– ¡Móndrigos policías! Quesque nomás porque los documentos del coche no están a mi nombre. ¿Cómo van a estarlo, si la tartana no es mía?

– ¿No? ¿Entonces..?

– Es de un cliente. Me la trajo hace un par de meses pa’que le arreglara las luces, y mire a qué horas le volvieron a fallar.

– Si el coche no es suyo, ¿cómo es que lo trae en servicio?

– Ando probándolo. Ya van dos veces que me lo llevo a Acapulco, y hasta orita me vino a fallar el chinche fusible; como le puse uno ya tronado, nomás forrado con papel de caja de cigarros, papel orito, pues…

Nomás me quedé pensando. Ah, paisas. (En fin.)

El rincón de los niños

Entonces fue. La puerta de su depto. se encontraba abierta, de modo que advertí el riesgo que corría aquel par de inocentes y corrí en su auxilio: «¡Niños, que es un peligro mortal!» Y fue así como salvé a La Beba y al Chupirul (6 y 8 años de su edad, hijos de la Lichona y el Cosilión), que estaban de las de acá, sentados con La Oreja a 10 pulgadas de sus nalguitas. Y la reacción: al retirarlos de la tele, el mordidón de La Beba y el rodillazo de El Chupirul: «¡No friegue, que nos perdemos al nuevo padrotón de la Niurka

– Y al que esta semana estrenó el Fabiruchis, o que se lo estrenó a él.

Me atraganté. Las consecuencias de La Oreja, sí. Supe que era deber moral extirpar al par de criaturas del televisor, ese peligro mortal de necesidad, una necesidad más imperiosa que la diarrea Pero la única fórmula exitosa para arrancar de su vicio al adicto es ofrecerle algo a cambio, y lo que yo a la mano traía era un librillo de tiras cómicas que dibuja y escribe Palomo. «Lean esto, les dije Es El Cuarto Reich. Les va a gustar».

Lo observaron, me observaron Yo, previendo el exabrupto: «Ahora se los explico. ¿Me permiten sentarme junto a ustedes?»

«¿Lo dejamos, tú? ¿No nos la irá a hacer de pedófilo estilo curita?»

De forma clara y sencilla comencé la explicación, y a propósito, mis valedores: ¿alguno de ustedes conoce El Cuarto Reich? Aleccionador, capta vidas y muertes que ocurren en cierto país de fábula que yo, a lo arbitrario, sitúo en algún rincón centroamericano en los tiempos en que se malvivía bajo la bota castrense de los Ríos Mont y compinches dictadorzuelos como ese que flagela a El Cuarto Reich, donde sus habitantes son muchos y muy pobres, si exceptuamos a los ricos que, siendo muy ricos, son muy poquitos. Ahí los pobres sobreviven apenas, a penas, una arrastrada existencia de penurias, achaques, opresión y represiones. Pero país de caricatura como es, también es de caricatura su dictadorcillo, uno chaparrito, trompudito, peloncito (compruébenlo en los dibujos), caricatura vil de los viles Videla, Stroessner y Pinochet Y el resultado: pobreza, indigencia y mazmorras que administran unos gorilones entrenados en Fort Knox y la Academia de las Amérícas, en EU, para torturar y matar. Porque el chaparrín, crudelísimo con los débiles, es debilísimo con los fuertes, ante los que vive culimpinado.

– Miren aquí su catadura repugnante, vean a los infelices aherrojados en cárceles clandestinas por el delito de protestar. Observen esa ciudad patrullada día y noche por la tanqueta, el rondín, el retén, el helicóptero. No, y los episodios, humor negro y renegrido horror, como este, miren, del facultativo al enfermo: «Sufre usted de avitaminosis, cambie de régimen». «¿Sí? Qué fácil. Mire». Y el anémico señala, más allá de la ventana, a granaderos y doberman que a media calle masacran a unos que intentan cambiar de régimen. Y los gorilones que interpelan al que acaban de torturar: «Tus documentos son falsos. No te pareces al de la foto». Y cómo, si el rostro de la víctima es una plasta de carne rota, sangrante, tumefacta. Horror.

Les mostré los dibujos, les leí los textos, les hice notar las penurias de un pobrerío que, víctima del Neoliberalismo que le impone Washington, sobrevive arrejolado en la favela, el muladar, la ciudad perdida. Carestía de la vida, sueldos de hambre, desempleo feroz, pobreza, miseria, desesperanza Al país sostenido a punta de indocumentados, venta de paraestatales y préstamos millonarios del agio internacional, lo gobierna un espurio al que impusieron gringos y capitales transnacionales, el alto clero católico, los «medios» y una clase empresarial ventajista y voraz. «Y la peor maldición para los ciudadanos: quienes gobiernan y tienen asolado el país son asaltantes, secuestradores y narcotraficantes, con un Estado impotente para defender a la población, desgracia que aprovecha Washington para imponerle un Plan Colombia Dos que le da la puntilla a la poca soberanía que restaba al país.

Entonces fue. Tras un rato de silencio, El Chupirul: «Habrá que hacer algo por esa gente». Sonreí ante la inocencia, el candor, la ignorancia de teoría política Yo, en plan de chunga- «Bueno, sí, ¿pero qué proponen ustedes?»

– Para librarlos del Neoliberalismo mandarles a uno chaparrito, pelón, orejón, vocecita de pito de calabaza, con todo y su bodrio, La década perdida.

Ájale. Se me torció la sonrisa ‘Para abatir a asaltantes, secuestradores y narcos, dijo La Beba, les mandamos a un genio auténtico de la estrategia contra el crimen. Uno chaparrito, jetoncito. Que por allá se queden con él».

– ¡Niños! Me espanté. «¿Ven? Todo por sentarse a ver tele». (Sh…)

El Fénix y Calderón

El Ave Fénix, mis valedores, y un México electrizado por la violencia, la crispación, unas masas exasperadas y tantísimos focos rojos que amenazan con estallar. Lean aquí, actualizado, el mito del Fénix, y ojalá que al leerlo vayan desentrañando la elocuencia de sus símbolos.

Dice el relato que cierto empresario negociaba con un soberbio zoológico donde, no obstante, algo se echaba en falta: el Ave Félix. Tanto lo buscó el empresario de marras, un tal Poldero, que finalmente ahí tenía el Fénix. Qué bien, pero eso sólo al principio, porque los visitantes terminaron por aburrirse de un pajarraco que nada tenía de espectacular. «Admiran changos y leones o al cocodrilo que se tragó a una mujer, pero cómo admirar a un ser tan pacífico y apacible como el Ave Fénix», le dijo el administrador.

– A cambiarlo por uno espectacular, decidió Poldero.

– Imposible. Sólo este existe en el mundo, y no tiene pareja ni la desea De viejo se prende fuego y emerge milagrosamente renacido. Tal es el Fénix.

– Quizá después de la quema mude de condición. Envejezcámoslo.

– Entonces (fijaros bien) Poldero le disminuyó a la mitad y luego a la cuarta parte su ración de carne, pero el Fénix no envejeció. Le suprimió la calefacción, y nada Le atascó la jaula con pájaros belicosos, que lo picoteaban. Nada Metió a su jaula gatos de callejón El Fénix voló sobre sus cabezas, y sacudía sus alas doradas. Dio, por vejarlo, en colocársele enfrente, y lo maldecía y vituperaba El Fénix, impávido. ¿Que el clima de Arabia es seco? A confinarlo en cierta pequeña jaula provista de una regadera en el techo. Todas las noches la ponían a funcionar. El Fénix comenzó a toser…

¡Eureka! ¡Ya ha envejecido! ¡No tardará en prenderse fuego! Poldero emprendió una campaña publicitaria «El viejo favorito del público se acerca a su fin». Por que acelerase el proceso y forjara su nido, atiborró la jaula de malolientes haces de paja y mohosos alambres de púas…

Por fin. Cierto día (¿van tomando nota?) el Fénix comenzó a revolver la paja La hora había sonado. Poldero se apresuró a firmar un contrato por los derechos de radio, cine y televisión. Y comenzaron los preparativos…

Era una hermosa tarde de sábado. Durante algunas semanas, por vender tantos boletos como fuese posible, Poldero había estado excitando la curiosidad y el morbo del público. Ahora anunció que el Fénix iba a renacer cualquier día de estos. Y ese día llegó. El gigantesco auditorio donde se montó el espectáculo se atiborró de curiosos. En la jaula del Fénix se colocaron luces, cámaras y micrófonos. Desde un altavoz, el anuncio del espectáculo que estaba por ocurrir frente a aquel público ávido, morboso.

– ¡El Fénix, distinguidos visitantes, es el aristócrata de las aves. Solamente las más raras y costosas maderas orientales, impregnadas de perfumes exóticos, lo tientan a construir su extraño nido de amor..!

Ahora se introducía en la jaula un manojo de ramas y virutas perfumadas. «¡Prepárense, que el Fénix renacerá ante los ojos de ustedes!»

Un estremecimiento sacudió el opaco plumaje El ave movió la cabeza Tambaleante, descendió de su percha Con movimientos cansinos congregó virutas y ramas. Las cámaras de cine y televisión se activaron. Estallantes, las luces alumbraron la jaula Poldero, a todo volumen:

– Este es el momento que el mundo ha esperado con ansiedad! ¡La leyenda de siglos se materializa ante nuestros ojos..!

Anidado en su pira, el Ave Fénix pareció caer dormido, provocando la desilusión de un público vicioso del morbo, la nota roja y lo espectacular. Y fue entonces. De súbito, el Fénix se irguió, miró hacia la muchedumbre y… ¡Fénix y pira estallaron en llamas! ¡Las llamas abrasaron el gigantesco auditorio! ¡En dos minutos todo quedó reducido a cenizas, y miles y miles, incluyendo a Poldero, perecieron en el incendio!

Mis valedores: ¿quién es aquí el Ave Fénix? ¿Quién es Poldero, semejante insensato? ¿Quiénes los que se habrán de chamuscar si la exasperación del Fénix estalla? Porque él, recuérdenlo, no muere. Del incendio renace, que su destino es sobrevivir a Polderos y gatos de callejón. ¿Que dónde ubicar a los insensatos agresores del Fénix? En las primeras planas: «Incremento de precios en productos básicos». «Imparable y sin temor al ejército, la ola criminal». «Reprimen policías a indígenas». «Vuelve la APPO». «Los muertos de Calderón«. Yo, aquel escalofrío… (Mi país.)

Lésbico amor

Marieta, hija del presidente Raúl Castro, ofrece trabajar en favor del respeto a la diversidad sexual en Cuba.

Y hablando del tema, mis valedores, la semana anterior transcribí para ustedes un par de retazos de la relación histórica que formula cierto defensor de los derechos del homosexual. De las compañeras lesbianas, en tanto, la Asamblea Legislativa del DF aprobó hace años una Ley de Sociedades de Convivencia, que, de cumplirse, me parece excelente. Sí se pudo, digo a ustedes mi frase, que la mediocridad tornó chabacana; sí se pudo, y para celebrarlo, hoy también, convoco el espíritu de Safo, poeta griega nacida hace unos 26 siglos en Lesbos, ella que tantos himnos y elegías le escribiera al lésbico amor, como ese poema dedicado «A una que nació en Lesbos»:

Corriendo por mis venas – llama vivísima – no bien te miro, siento. – Y en mi inmensa delicia – a los dulces transportes -que siente el alma mía – la lengua a hablar no acierta – la voz juzgo perdida.

Yo, en tanto, brindo por la mujer, en este caso por la sota moza cuya preferencia sexual es distinta a la de las heterosexuales y es, por lo mismo, señalada y marginada por una sociedad de tartufos providas, de prejuicios y doble moral a la manera de Rivera, cardenal de la iglesia católica y solapador de curas paidófilos. Yo, amador amante de mi amantísima, aquí me permito nombrar, saludar y entregar toda la solidaridad de que soy capaz a las mujeres que, por cuestión de sus preferencias sexuales, integran (con el indígena, la trabajadora doméstica y el inválido, qué vergüenza para las autoridades que en este país se la viven loando el respeto irrestricto a los derechos humanos y las garantías individuales); que integran, repito, un grupo aparte: el de las compañeras del lésbico amor. Mis valedoras lesbianas:

Estoy mirando la foto del matutino fechado hace años. ¿La vería algún macho muy macho? ¿Le provocaría el desagrado que a las pías sociedades de padres de familia? El pie de foto: «Homosexuales ven de cerca la oportunidad de unirse en pareja y contar con los mismos derechos (salvo adoptar) que las uniones tradiciones. Para ello se manifiestan frente a la ALDF para presionar y que la Ley de Sociedades en Convivencia sea aprobada». (Lo fue. Ella y él, que fueron él y ella, acaban de legalizar su unión, (Perfecto.)

En la vieja foto, dos sota-mozas garridas las manos de esta en la cintura de esta otra, se repegan labio a labio y pecho a pechos, qué bien. Pues sí, pero en nuestro México el derecho ajeno de los grupos marginados se mienta, sí, pero no se respeta, y es por tan intolerable situación que algunas de las víctimas de la discriminación, concretamente las «disidentes sexuales» eligieron algunas fechas para tomar la calle y hacerse oír con demandas diversas, entre las que incluyeron la creación de instancias legales contra delitos derivados de la discriminación sexual, y que para ello se difundiese el Art. 206 del Código Penal del DF., que así lo sanciona: «De uno a tres años de prisión, así como de cincuenta a doscientos días de salario mínimo, como multa, al que provoque o incite al odio o a la violencia, excluya a algún usuario, o niegue o restrinja los servicios a personas que se distingan por su orientación sexual».

Amor, de tus transportes – librar quiero a mi alma – En otro tiempo Athis – por ti sufrió mil ansias…

Y así siguieron las exigencias de las sota-mozas del amor amoroso de las parejas pares, que dice el poeta: respeto a la diversidad sexual, no intolerancia, no dogmatismo ni cerrazón, o el país va a desbarrancarse en esa lóbrega zona que preludian las palabras de la psicóloga de la Preparatoria 6 frente a dos jovencitas alumnas que se demostraban amor.

– ¡Esas son una verdadera enfermedad…!

Cuidado, mis valedores, mucho cuidado. No vayamos a caer en situación como la de Nigeria, de donde podemos tomar das ejemplos: el de Safiya, en primer lugar; divorciada, al parir a su hijo estuvo a punto de sufrir una condena semejante a la de Amina, el segundo ejemplo, a quien el Tribunal Supremo de aquel país condenó a una sentencia que le fue pospuesta unas meses como «permiso de lactancia». Después, a Amira la enterrarían hasta el cuello para luego irla matando a pedradas, con piedras «que no sean tan chicas que no le hagan daño, ni tan grandes que le provoquen la muerte demasiado pronto…»

Feliz quien a tu lado – por ti sólo suspira – y el hondo placer goza – de oír tu voz divina.

(Mujer…)

El pesito mexicano

El peso, mis valedores, ¿lo recuerda alguno? ¿Lo habrá podido olvidar? Frente a la prepotencia del dólar, moneda nacional de nuestro estado libre asociado al que protege la Iniciativa Mérida, el peso aún se utiliza en el pago de salarios y la visita al tianguis, pero hubo un tiempo en que fue la moneda oficial, y esto las masas lo ignoran o lo han olvidado. Es México. Hoy miro al pesito en desgracia, rodando anémico entre manos menesterosas, y entonces, por levantarle el ánimo, le envió el presente mensaje:

Vaya, con la presente, mi testimonio de aliento y solidaridad para usted, tan ruda y reiteradamente devaluado, hoy que una ciudadanía erosionada de frustración, desaliento y descrédito de sus instituciones, ha acabado por verlo con una revoltura de menosprecio y desdén, minimizándolo y denigrándolo (más de lo que el Poder lo ha empequeñecido) sin percatarse de que con tal acción se autodenigra. Porque usted, valga poco o nada valga, nos representa a todos, y con su ánima de coproniquel (que sucesivos gobiernos van a ir trocándole en cuproníquel, yo conozca a los tales) es tuétano de lo nacional, sello e identidad que nos distingue como pueblo sobre la tierra. Lo observo rodando sin rumbo, como sombra de usted mismo. Miro que manos que apenas ayer lo atesoraban hoy se desembarazan de usted como de alguno contagiado de enfermedad pegadiza. Mirándolo por la calle del menosprecio medito en los tiempos, qué tiempos, en que pisaba fuerte, con su empaque de señorón, de mandón, bien haya. No lloro, nomás me acuerdo…

Lo que entonces pesaba su buena merced, lo que se le guardaba en la bolsa con verdadero amor. Por aquel entonces, ¿se acuerda? se decía con una filosofía no por cínica y convenenciera menos realista: «En este mundo no hay más amigo que un peso en la bolsa…»

Ahora ya no; hoy se le mira como ver un cachivache en desuso, o casi. Se le advierte sin enjundia, sin consistencia, sin peso -¡usted, el peso!-, sin eso que hay que tener. Más antes, tema de conversación entre los pesudos que lo poseían; entre los fregados, que lo añoraban, entre un paisanaje que decía «un peso», como decir Cuauhtémoc Pancho Villa o la Virgen Morena. Pero ahora, con la prepotencia del dólar ahí nomás, tras lomita…

Yo digo: que vuelva su real valía, que tornen águila y sol como signo de la vida o de la muerte. Que se retire la salación y vuelvan los pesos fuertes. ¿O qué, nosotros nunca más habremos de merecer el cargar en la bolsa un peso entero, todavía sin capar?

Hablando de pesos fuertes; lo veo entelerido, trasijadón, con el rabo entre las zancas, y pienso en su prosapia y blasones y en antepasados ilustres como aquel peso cero siete veinte (y aquí me pongo de pie) de forma gallarda, sonido argentífero, potencia cabal y ley de la buena; un peso entero todavía, que dictaba condiciones aquí y en corral ajeno. ¿Me permite? Este lagrimón…

Lo miro en mi niñez, como entre sueños. Veo el gesto aquel, de las dinerosos, cerrar el trato de las hectáreas de tierra o la caballada, y decir trato hecho, y darse la mana y desabrocharse de la cintura la víbora de cuero crudo, vaciarla sobre la mesa y dejar salir por el hocico de aquella cueruda alcancía la lluvia argentina de los pesos fuertes. Ah, aquel sonido, me acuerdo, que hagan de cuenta esquilas de jubileo y resurrección. El de usted, en cambio, hoy cascado cascajo y gargajo, y no más…

Pero ánimo, no es cosa de darle la espalda en esta que es la hora del infortunio, ni hacer leña del peso caído, que ni para leña nos sirve. Yo, y conmigo mi única y dos que tres de corazón bondadoso, le tenemos fe, esperanza y caridad, como manda el de Ripalda. Nosotros le decimos; ánimo, no fruncirse, no pandearse, no acabarse de arrugar. Usted volverá a ser lo que fue cuando la gente de México vuelva a ser la de los pesos fuertes. Animo; será otra vez plata finísima, faltaría más, si es que de veras estamos en el primer productor de plata entre los de la cristiandad y sus aledaños. Ánimo.

Mientras, y en tanto ruede por ahí, bocabajeado, sépase que conmigo cuenta con un amigo que no se afrenta de usted; que cuando lo pandeen soledad y abandono -el patrimonio de los vencidos- yo aquí lo aguardo con la bolsa abierta, y que mucho me cuidaré de desconocerlo como cualquier descastado de esos. ¡Cómo, si vivo en México, no en Puerto Rico! ¡Cómo si usted aún porta la viva estampa del águila devorando la serpiente! Pero sigan ésos con su aspiración de gringos segundones que veneran el dólar, y va a ser la serpiente la que termine por devorar al águila, y entonces… (México)

Piedra de escándalo

El Día Nacional de Lucha Contra la Homofobia, mis valedores. Dije ayer, y hoy lo repito: en vísperas de que esa homofobia del macho muy macho juegue el papel de defensora de quienes ejercen abiertamente la diversidad sexual va aquí, con su sintaxis peculiar, la crónica que al respecto me envía un defensor de los derechos de las y los homosexuales.
En el siglo XVI el Soldado Cronista conquistador de Méjico-Tenochtitlan, don Bernal Díaz del Castillo, en su mayestática obra maestra de la literatura universal denominada: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España (…), dice que: Habiéndose reconciliado después de encarnizado pleito con el señor Gobernador de Cuba don Diego Velásquez de Cuéllar, durmieron juntos para señalar su entrañable amistad estos concuños, pues eran casados con dos hermanas.

Jerónimo de Aguilar aprendió la lengua maya después de haber vivido como esclavo de un cacique en Yucatán, Jerónimo cuidaba las indias del serrallo de ese reyezuelo, pues se caracterizaba Jerónimo por ser piadoso y respetarlas totalmente amén que andaban ellas todas desnudas.

Estamos ciertos que sólo son eufemismos para evitar declarar que era homosexual y, evidentemente no tenía pulsión por la mujer este dulcísimo hombre; por ello en los libros españoles, que son los documentos con los que contamos, suelen emplearse términos cristianos como piedad, virtud y respeto, pues de quien siquiera se insinuara que era gay acababa en las mazmorras del Tribunal Del Santo Oficio de la Inquisición, el cual después nos pasaba a la Sala del Tormento y finalmente al cadalso o a la hoguera, sólo porque nosotros vamos contra los designios divinos del dios según las religiones judeo-cristianas, quedando aquí comprendida la mahometana.

La cultura latina tiene su origen en la de los Etruscos, cultura de la ginecocracia y la poliandria, «esto es que las mujeres eran quienes gobernaban y quienes tenían varios hombres o esposos, así es que el machismo no existía en esos orígenes». Que el Imperio Latino nace de la más elevada expresión del refinamiento cultural: la civilización griega. «Grecia crea y da al Mundo la Filosofía, el Teatro, la Historia (Herodoto), la Ética (…) Más tarde con la influencia de los griegos Roma, el imperio romano, cambia el curso de la cultura sexual y devienen fundamentalmente homosexual en sus hábitos y usos sociales. Por cuanto a la portentosa cultura de la Grecia antigua: «Cuando el hombre decide casarse con mujer, en el himeneo la mujer ante el tálamo nupcial, en la obscuridad, debe portar una piel de cordero sobre el pecho, para evitar así el impacto negativo en el hombre pues éste, habituado a los hombres, ya ahora posee un cuerpo lampiño, y no uno velludo como otrora».

Iberoamérica– «Cuando el Imperio Español funda los países latinoamericanos
(Guatemala, Argentina, Méjico, Honduras, Perú, etcétera), es un ente religioso fanatizado como todo el Universo en ese estoico momento histórico lo es (Séneca). Lo grave: el Reino de España posee tres religiones judeo-cristianas-monoteístas y milenaristas que son intolerantes y por ende tendientes a cometer todo atropello y crimen. Por razones más políticas y económicas que morales o religiosas, persigue con un bestial frenesí, muy ortodoxo y dogmático, entre tantos pecados: la herética y la apostasía, el ser homosexual es ser apóstata del Diablo según sus instituciones civiles y religiosas llamadas Brazo Seglar y Brazo Secular. Así la Iglesia católica llevó a la hoguera, a la picota, a la mazmorra, a la horca o quemó en efigie homosexuales que por cierto no son miles como se cree, más se matan hoy día. Lamentablemente esas tres religiones medio-orientales cubren el mundo conocido con su sexismo, machismo y homofobia. Ni aun con su maquinaria criminal de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por ejemplo) pudieron liquidar a los homosexuales, no pueden ni podrán porque los heterosexuales los engendran y, porque son normales o sanos. Aun la Organización Mundial de la Salud así lo determina Hoy somos la mayoría del planeta monoteístas. Todos los pueblos politeístas, sin excepción, han admitido la homosexualidad y la bisexualidad así como el hermafroditismo y todas las variantes sexuales. Los pueblos monoteístas son intolerantes ante el polisexualismo o la polisexualidad. El monoteísmo es una creación de las tribus judías del Medio Oriente. (Aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales…) El lesbianismo… (Esto, muy pronto.)

«Putos en demasía…»

Los homosexuales del mundo, mis valedores, un mundo que para ellas y ellos es el de la violencia, la agresión y la discriminación que en su contra perpetran los machos que son muy machos. Espeluznante, sí, pero a esos machos, en fechas determinadas, les divierte jugar la comedia de la apariencia y la máscara. Ahora mismo vivimos la antevíspera de día mundial del respeto a la diversidad, o algo por el estilo, fecha en que la homofobia habrá de ponticar a discursos retóricos y exhortaciones a la «tolerancia». De aquí en adelante, respeto para la diferencia sexual. Y hasta la próxima

Pero claro, semejante situación no es de hoy, sino de siempre. Lean este fragmento de Identidad latina, que me hace llegar J.F Gilberto Escobedo Mena, un esforzado de los derechos del homosexual. Dice, con sus arcaísmos:

El Tribunal de la Inqusición lleno de piedad cristiana, para salvar nuestra alma en la Gloria Eterna, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España del 1183 al 1834. Este fenómeno no cesa; aún hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio.¡Y qué decir de los indios! Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, confesor del señor marqués del Valle de Oajaca, escribe en su monumental obra de arte de la literatura Universal denominada «Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz»: «Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió».

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros todo un pueblo de indios sólo porque practicaban, como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las ultraterrenas divinidades, la homosexualidad. Ese mismo marqués del Valle en su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en fecha 10 de julio de 1519, dice en hablando de los naturales: «Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado». En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas histéricas contra la homosexualidad.

En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (hoy México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillaba, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera, primero, y más tarde también la marquesa de la Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira de el poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas (Aguilar y Seijas en español de hogaño). Este Su Ilustrísima es la otra personalidad a la que me refiero, a quien su delirante misoginia lo hace más homosexual que otra cosa El protervo arzobispo Aguilar y Seijas «En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer». Lezamis cuenta que oyó decir al arzobispo «que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, había de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado (…) No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisas en la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería».

Este señor en sus aberrantes delirios prohibió el estudio, la escritura y la música a Sor Juana, a quien ordenó deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo; la poetisa casó con Cristo en la fe. Aguilar y Seixas, rompiendo con el protocolo, no fue a apersonarse ante el excelentísimo señor visorrey conde de Galve cuando éste tomó a su cargo el gobierno del reino de la Nueva España, para no tener que ver a la señora virreina, porque era mujer.

La conclusión del estudioso: «Ni aun con su maquinaria de terror (el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por citar un ejemplo) pudieron liquidamos a los homosexuales (aun hoy más del 70 por cien del Globo mata homosexuales), no pueden liquidamos ni podrán porque los heterosexuales nos engendran y, porque somos normales o sanos; incluso la Organización Mundial de la Salud así lo determina. Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas». (Sigo mañana)

Señor ex-presidente

¿Pues qué le parece la desmesura? Uno que también terminó su mandato se nos acaba de echar encima. No resistió la ausencia de las candilejas, y al pretexto de hacerle propaganda a su Década Perdida irrumpió en un espacio político donde se sufre un terrible vacío de poder, y ha venido a tratar de llenarlo, al parecer. Yo, de repente, en los matutinos me acabo de dar el encontronazo con la malhadada estampa, aborrecible para mí, del hijo putativo de Agualeguas, por allá en Nuevo León. Leo que su presencia produce un discreto tsunami en la grilla politiquera, tan vacía de presencias políticas…

¿Mucha audacia de Carlos Salinas, en relación directa con lo que en su sexenio agredió a los mexicanos? Ni tanta, señor; es el conocimiento que tiene de esos mexicanos que todo terminan por perdonarlo porque no tienen memoria y todo lo olvidan. Yo, esta mañana, todo fue hojear los matutinos, toparme con la vomitiva estampa del Salinas de marras, y en las notas de prensa leer el tremendo catálogo de desgracias de todo tipo que por culpa del hombre encuevado en Los Pinos acalambran el país, y de repente se me encendió la idea, y me puse a pergeñar este mensaje dirigido a usted. Señor ex-presidente:

Que mi requerimiento para nada interrumpa el descanso, muy merecido, que estará compartiendo no con la esposa, la legal, sino con la sustituta, y así cual descanso; pura actividad, suertudo. Señor: ¿si intentase volver a ser el fiel de la balanza en la política de mi país, de su economía y finanzas? Sí, como cuando usted era presidente. Seguro estoy de que las masas, porque peor no puede ocurrirles con el actual, aplaudirían la ingerencia de usted en la administración pública. Como antes; como siempre, señor ex-presidente.

Porque esto es ya intolerable, y humillante soportar del nuevo gobierno tan negativas acciones como viciado lenguaje, que dice blanco por negro y negro por latino, y agua cuando es sangre, y la sangre se requema ante el espectáculo de tales embustes y violaciones a los derechos del individuo y sus garantías ciudadanas. Nosotros, impotentes, a ver la desmesura, a padecerla y a lamentarla. A la mentarla también, pero señor, ¿habrá protesta más estéril que los reniegos y las agresiones verbales? Él ni nos ve ni nos oye ni nos siente, y háganle como quieran. (Ahí fue donde nació la frase de mi maestro que yo divulgué a lo reiterativo ante los micrófonos de la XEQ: vamos a demostrarle al Poder que sí se puede Y mire nomás lo que los mediocres han hecho con frase de tal contenido político. En fin, seguir con el mensaje)

Usted, a diferencia del matalote actual, nos apoyó cuando se necesitaba- Nos cobraba, sí, pero supo sacar al guey de la barranca. Cerca estuvo del paisanaje, que se sintió apalancado. Señor: ¿y si se involucra en el gobierno actual? Observe cómo anda el país, con tan espeluznante vacío de poder. Un estadista nos falta, señor, y ahora
pronto, con el nuevo problemón de la carestía y escasez en los productos de la canasta básica, a los paisas nos sale caro el maíz, nos sale cara la leche, nos faltan tanto los huevos…

Miro en la mente su fina estampa: madurez, lozanía, pronta la sonrisa y el trato cálido. ¿Alguno más carismático habrá llegado a la presidencia? No en los tiempos recientes; no con la cáfila de personajes que lo antecedió, a cual más de siniestro, desde el genocida hasta el mediocre y el derrochador. Contra semejantes hígados, ¿no será usted sangre liviana, que se le perdonaron los más sonados escándalos personales de que se tenga memoria en la presidencia del país? Sí, llegamos a repudiarle decisiones de gobierno, pero ese ángel, ese don de gentes, semejante histrionismo para proyectar arrepentimiento, dolor y temblor, y entonces pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada…

Qué tiempos sus tiempos. Cuánta paz, qué seguridad proyectó en su gobierno. Que se suscitaron grandísimas broncas, cierto es. Que estallaron conflictos sociales, y aun tensiones internacionales, también. Pero en su gobierno el derramamiento de sangre fue, a diferencia de tantos de sus antecesores, mínimo. ¡A diferencia de este matancero que mala madre nos malparió encima! Señor ex presidente: deje usted lo que traiga entre manos (si no es que sea «ese oscuro objeto del deseo») y medite en mi súplica; que imagino traduce el deseo de muchos mexicanos. Señor, mire por sus paisanos, víctimas del siniestro sucesor. Mire por nosotros, víctimas de nosotros mismos. Con todo y Lewinsky, pero véngase, regrese a la política internacional. ¿Sí, señor Clinton? (¿Sí..?)

Y ojos que te vieron ir…

Los habitantes de la ciudad perdida, mis valedores. Ríe por los rumbos de San Juan Ixhuatepec donde hace días ocurrió el incidente que empecé a relatarles ayer, ese de la joven que en pleno mediodía hervoroso de sol bajaba por el sendero de tierra cargando el niño de teta, el embarazo de meses y las cubetas de plástico, en procura del agua con qué abastecer el cuartucho de tabicón y láminas de asbesto que apodamos hogar. Y ocurrió que de allá para acá venía la Nallieli, frutal sota moza de Tehuantepec que habita en amor y compañía de su pseudo-neo-comunistoide Todo fue ver lágrimas en el rostro aquel y entonces: «Válgame, mujer, pues usted viene llorando…»

La otra jadea Se acomoda al chamaco en el pecho. Se aplana un cadejo rebelde Agacha la testa: «Si usté supiera…»

– No me diga que su viejo la maltrató. ¿O qué, ya lo sonsacó la Niurka?

– Eso no me dolería igual Mi Pepe Chon se me fue para no volver. Me dejó sola y mi alma en el mundo…

– Cálmese, ya no llore Los niños están haciendo pucheros. ¿Pero por qué se le tuvo que huir su viejo, si tanto juraba querer a la familia?

Silencio. Y aquel suspirar. De súbito, en la fábrica de asbestos cancerígenos, el largo son, como llanto de ausentes. Y este sol del mediodía, que engrifa de reverberancias el terregal.

– Sucede que yo y mi viejo nos queremos, nos tratábamos bien, pero la mala suerte: esta mañana, mi Pepe Chon se levantó como siempre, se sentó a almorzar sus galletas de animalitos con café negro. Pero ese impulso de leer los cachos de periódico en donde vienen envueltos tlacoyos y menudencias, que mejor los envolvieran en hojas de maíz. Vi que mi viejo tomaba el cochino papel, lo desarrugaba, y órale, a leerlo y a tragar buches de bilis negra, y de repente, al acabar de leen «¡Lo que es yo hasta aquí llegué. No aguanto más!» Ay, esta mi mala suerte

– Bueno, sí, ¿pero qué relación hay entre unos cachos de periódico y..?

– Usté sabe que nosotros somos de rancho, y que nos vinimos al DF porque la nuestra, de madre tierra, se nos había vuelto tierra madrastra, que nos negó el qué comer, y que por acá había un programa Oportunidades que nos iban a sacar de indigentes. ¿Oportunidades? ¡Mentira vil! Año y medio de puras mentiras con ese chaparro, jetón, de la ceja alacranada Fue el puro remordimiento el que hizo huirá mi viejo. ¿Pues en qué estaría pensando, que le fue a creer a la tele? El quería votar por El Peje, pero la tele le hizo creer que ese era un peligro para México. Y válgame, que va y se lo da al chaparrito, y el jetoncito se encarama a Los Pinos, y mi viejo empieza a oírle la chiricera de embustes: que México está blindado contra la crisis gringa, y que México una potencia mundial, y que a mí las crisis nomás me emocionan. Fue así como esta mañana mi viejo explotó: «¡Lo aguanté año y medio, pero ni un día más!». «Viejo, le digo, no te desesperes, que ora viene el programa Vivir mejor«. «¿Vivir qué cosa? ¡Yo a ese ya no le creo ni un carajo. Le aguanté uno y medio, pero cuatro más, ni madres!» «Viejo, quién te garantiza que ese dure los 6 años de rigor, mas que sea rigor mortis». Y que no, y que yo me largo a Texas. De aventones. ‘Pero viejo, los ku-klux-klanes«. «Mejor, así pagaré mi culpa por haber votado por ese güey». Y que mete una muda de trapos en una caja de cartón, y andavete, y ojos que te vieron ir. Y fue así como se me fue esta mañana para nunca más…

– Pero qué pudieron decir esos periódicos.

– Mire, aquí traigo el cuerpo del delito, con las opiniones del presidente del Banco Mundial: «Quise venir para aprender más acerca del programa Oportunidades, este programa es reconocido mundialmente, entonces no nada más es un obsequio a la población de México, sino que ustedes están obsequiando algo muy importante al resto del mundo» Y mi viejo, los meses de desempleado. ¿Por qué cree que los maleantes, con toda razón, me lo madriaron en el asalto de esta semana? Veintiún pesos en la bolsa».

– ¿Pero sigue cargando esos cachos de periódico? Tírelos, quémelos.

– Nunca, si es ora cuando de algo van a servir. A ver, mis niños, tome cada quién su declaración optimista y córranle allá, miren, detrás de la barda aquella Tú, Chencho, por tu diarreíta llévate doble ración.

En uno de los retazos el Banco Mundial: «México sí es economía avanzada. Hoy, en el mejor ciclo económico y muy cerca del despegue». «Ora, Chencho Te lo dejas rechinando de limpio». Ah, las ausencias. Ah, el falso optimismo de los gesticuladores. (Ah.)

Rayando el sol…

Me despedí – bañado en lágrimas. Ah, las ausencias. Ah, el desgajamiento de dos que se amaron, que se aman como nunca antes, y hoy se dicen adiós. Si sabré yo de tiempo y destiempos, encuentros y desencuentros, adioses y despedidas para nunca más. Y alma mía de mi ausente, y ojos que te vieron ir. «No lloro porque te vas – ni lloro porque te alejas – lloro porque a mí me dejas – herido del corazón».

Esta que voy a contarles es una historia de ausencias y lejanías, de separación de dos que bien se aman, y sin embargo… Es lo que acaba de suceder en cierta geografía ingrata y desapacible, en el norte de la ciudad, más allá de donde tiene la Patroncita su santa casa, esa especie de santo palenque que le imaginó el santo Ramírez Vázquez.

Las tres de la tarde bajo el rayo del sol. Los terregales se doran bajo ese sol como toro padre, garañón, macho cabrío, morueco en brama que así embiste laderas y lomeríos erizados de caseríos pardos, aborregados a la advocación del tabicón. Allá, miren, en el llano, la febril zona fabril, y a un lado la ciudad perdida, por más que en el rumbo todos la conocen. Y presidiéndolo todo, San Juan Ixhuatepec…

Las tres de la tarde acaba de proclamar la sirena de la fábrica transnacional de asbestos y plásticos cancerígenos no biodegradables cuya chimenea noche y día se vive atarantando la atmósfera con semejante borbollón de humo y cochambre, mientras por el desagüe mea un sempiterno chorro de ácidos y desechos industriales que corrompen el valle y lo tornan más agrio, más desapacible y más agreste todavía Tarde hervorosa de sol…

Y ocurrió, mis valedores, que por uno de aquellos senderillos de polvo que bordean fábrica, muladares, cementerio de automóviles, ciudades perdidas y perdidos escondites de viciosos perdidos, venía caminando a pasito lento aquella mujer de la clase pobre (pobre como lo somos todos, si exceptuamos a los ricos); pobre en un pobre país del subdesarrollo, o lo que es lo mismo: tan joven ella y ya tan avejentada; tan agraciada de rostro, pero ya tan ajada y pálida, tan ojerosa; todavía en la flor de su edad, y ya con ese chamaco prendido a la teta y esos dos que se le untan a la falda; una niña tan tierna, tan jovencita, y ya con esa barriga de meses…

Mírenla ahí, que viene acercándose despacito, dos baldes vacíos, a ver dónde se topa con algún grifo -pero grifo de agua, no grifo de mota, que los mariguanos mal haya para qué sirven, y así quién los va a procurar-; un grifo donde llenar esas dos cubetas de plástico, verde la una, y la otra de un amarillo estallante. Véanla ahí, caminando despacio por el senderillo que baja del cerro. Y mis valedores: fue entonces; entonces aconteció que la joven de piel terrosa y marchita y labios fruncido de resequedad se cruzó en el sendero
con otra mujer del rumbo, la cual caminaba cargando una canasta cubierta con su servilleta blanquísima, bordada a mano, con un letrero (trutrú) que a la letra dice, clama, pregona a puro orgullo: «Tomás es mi dueño…»

Fue entonces, repito. Ahí se queda viendo a la embarazada aquella frutal sota moza, tehuana del trópico cálido y bello, el Istmo de Tehuantepec, ella que por puro amor a un cierto zacatecano arrimadizo de San Juan Ixhuatepec dejó atrás mares y costas y sones de marimba y frutos dulcísimos, y acá se ha venido y avenido a malvivir (pero en amor) con el fuereño enraizado en el erial poblado de forasteros que apenas, a penas, logran sobrevivir. Fue entonces cuando la tehuana se quedó observando el rostro de la joven avejentada, se detuvo y sin dejar de mirarle ese lloro en las pupilas:

– Válgame, mujer, pues usted viene llorando.

La otra jadea Se acomoda al chamaco en el pecho. Se aplana un cadejo rebelde. Baja la testa

– Por qué la congoja, mujer. ¿Su marido, que llegó borracho? Viene usted llorando.

– No, ha de ser el sudor. Con lo que pesa mi Yónatan

– Qué sudor ni que Yónatan. Usted viene llorando. ¿Por qué la pena? ¿Malas noticias de la familia? ¿El embarazo, de alto riesgo? ¿Qué, mujer?

– Ay, Nallieli, si usted supiera..

– No me diga que su viejo la trompeó, que le salió lo macho y…

– Cómo cree, si mi Pepe Chon nunca me ha puesto encima la mano.

(¿Entonces? Eso, mañana.)

Rito y celebración

Eso que ocurrió esta noche no podría explicarlo, ni el tamaño de la catástrofe que de aquí en adelante pudiese ocurrir. De una cosa sí estoy seguro: el desastre inminente amenaza al caserío que miro desperdigado en el valle, al pie de mi habitación. Digo, en la oscuridad: «Hey, tú. Briago inmundo, despierta». Nada. Mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., duerme su sueño empapado en alcohol. Yo, la corazonada, el escalofrío, y esta opresión en el pecho…

Noche cerrada. De pie frente a la ventana de un cuarto a oscuras hallo valor para descorrer la cortina unos cuantos centímetros. Allá, un renegrido firmamento que se estriñe, se constriñe de nubarrones preñados de tormenta que acechan un caserío que duerme, placidez de la inconsciencia, con puertas y ventanas abiertas de par en par. El calor, que empapa las ropas, las carnes. Y una paz engañosa, y una irresponsable placidez. Miro el crestón de roca, y al borde del precipicio aquella edificación sombría Yo, aquella zozobra «Despierta, Jerásimo, tenemos qué hablar.¿Qué ocurrió en La Mansión

Y pensar que esos que duermen acaban de vivir un día más, como tantos, donde se ejerció de la rutina, y que al inicio de la noche y al amor del ánfora resonó en la plaza el pespuntear de cuerdas en contrapunto de panderetas y coplas donde se mentaron olvido y amor. Como al acecho allá, en espinazo del crestón, un vago fulgor de fuego fatuo. La Mansión.

– Despierta, Jerásimo, necesito saber.

Me azozobra lo que intuyo por los tartajeos de mi primo cuando descendió del crestón: que como ayudante, chofer y achichincle de ciertos fulanos del medio político, empresarial y del clero, participó en la celebración. «¿Celebración de qué? ¿Quiénes fueron los festejantes? Despierta». Como hablarle a la pared.. Inmundo, nauseabundo, el licor. «¿A qué subieron a La Mansión? Despierta».

La Mansión, nidal del monstruo legendario que con el tiempo derivó en espantajo de folletón. En algún tiempo ya muerto y según los viejos de la comarca, monstruo y familia de engendros (noches de desgarramientos) asolaron la región. Fueron aquellos los años del horror y el espanto, los sartales de ajos, el ensalmo, el crucifijo y el agua bendita La aldea iba raleando de lugareños, que unos (aquellos alaridos) caían víctimas del depredador, y los restantes preferían huir sin volver la mirada Pero el horror quedó atrás, dicen los lugareños. Muerto está, la estaca atravesando su corazón. De eso ya quién se acuerda, y a dormir con las puertas abiertas de par en par, que de ese tamaño es la inconsciencia de quienes han perdido la memoria «Despierta, Jerásimo…»

De repente: no se apagaban los ecos del repique de ánimas en alguna ermita insomne, cuando esos relámpagos resquebrajaron la oscuridad y chicotearon la pelleja de la noche. Dios, que la tormenta despierte a los despreocupados; que se alcen y cierren las puertas, las claraboyas. Porque a saber lo que celebran los conjurados. Yo, esta taquicardia, esta sudoración al ragor del relámpago. ¡Despierten los lugareños! (Ellos qué van a despertar.)

Y es que, según he zurcido los retazos de información que le arranqué al consanguíneo antes de que lo rindiera el licor, la claque política celebra el éxito de su ascensión a la roca y la vista a La Mansión. Por el Jerásimo entiendo que políticos y sotanas, los dinerosos y el de Los Pinos, al cobijo de las sombras recorrieron corredores interminables, ecos y naftalina, y hasta el sótano descendieron, donde, desde la década perdida, los restos del monstruo se tornaban polvo con el corazón atravesado por una estaca ¡Esta misma que, ya trasto inútil, se trajo el Jerásimo, achichincle de los dañeros. Dios.

La tormenta ha tenido un abrupto final. En calles y plazas, la farola, el foquillo legañoso, y no más. Las casas, puertas abiertas. Los lugareños, en el primer sueño. «¡Jerásimo, necesito saber!» Y fue ahí, mis valedores…

Al fulgor de una centella tardía distinguí el volar zigzagueante del bicharajo, que se posó en la cripta del cercano panteón. ¡En el brazo de la cruz que la remata! Y yo, con mi crucifijo al pecho como defensa ¡Y de repente se metamorfoseó en humano, aunque humano es un decir! Feo, pelón, orejón, colmillos grandes y retorcidos. Lo miré, me miró, y el engendro resucitado (empresarios, políticos y sotanas) me miraba y parecía rezongar: «¿Me resucitaron? ¡Yo los resucité! Y tras de una década perdida los pondré a chambear. ¿Cómo la ves, compatriota?» (¡Cruz, cruz!)

Padre, no los perdones

Porque los altos jerarcas del clero católico sí saben lo que hacen, y están conscientes de la doble moral de su vida y su ministerio, y de que no predican con el ejemplo. La nota que nos llega de España debe estar cimbrando a estas horas los cimientos de la Iglesia de Roma y sus reputadísimos «príncipes»:

Que la gente conozca a Antonio María Rouco Varela, Cardenal Arzobispo, presidente de la Conferencia Episcopal y tío mió. Que conozca su doble moral. Yo, a través de mi tío he descubierto la hipocresía de la Iglesia, que predica una cosa y hace la contraria…

Y que la española Magdalena Hernández, sobrina incómoda del «Príncipe de la Iglesia», reniega de esa Iglesia y de sus jerarcas, «por más que sigo creyendo en Dios«.

Eso allá, en España, porque acá en México, y concretamente en la diócesis de Guadalajara, lo acaba de asegurar otro Cardenal católico, Juan Sandoval:

Ya lo dijo San Agustin: el rico es ladrón o hijo de ladrones. Si obtuvo el dinero es porque es ladrón o hijo de ladrones. No hay rico, rico, que sea honrado, porque trabajando nadie se hace rico, si trabajando uno se hiciera rico, te burros serían los más ricos…

Edificante. Su vida de lujo, financiada por católicos ricos, acaba de exhibirse en una cierta «revista del corazón» denominada Quién.

Doble moral. El protagonismo del alto clero se desbozaló en el país por una maniobra de Carlos Salinas, que por «legitimarse» como presidente estableció relaciones diplomáticas con El Vaticano y otorgó reconocimiento jurídico a los sacerdotes. Del hoy resucitado Salinas lo afirmó Gerónimo Prigione, entonces nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país:

El pueblo debe perdonarlo. Se le guarda gratitud por todo lo positivo que realizó para México, y lo positivo ahí queda.

El religioso descartó que la pobreza debilite la fe, y oró porque la actual recuperación económica del país pueda alcanzar a las clases más desprotegidas. Tal expresó «enmedio de champaña europea y vino Manco importado, bocadillos de salmón, ostión y carnes filas…»

La palabra de Felipe Arizmendi, obispo que sustituyó a don Samuel Ruiz en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas: «Que los políticos no tengan la mano tullida a la disposición para dialogar, para saludar. ¡La política no es Dios, por lo tanto no se debe idolatrar! Quien no da lugar a Dios se endiosa a sí mismo. Los candidatos deberían de organizar su horario de tal modo que tanto ellos como sus colaboradores tengan más tiempo para participar en la misa y descansar con su familia…»

Y Onésímo Cepeda, golfista, empresario taurino y obispo: «No, miren: ni Calles, ni Cárdenas, ni Díaz Ordaz. En todo ese tiempo hasta llegar a Salinas no llegó a haber una democracia real, pues había unas concesiones muy sencillas, pero no una real democracia. Hasta él y Zedillo no hubo una verdadera democracia Yo no creo en las democracias anteriores. No las hubo, nos estábamos haciendo guajes.

Y un Efrén Ramos, obispo de la diócesis de Chilpancingo: «La conversión del FOBAPROA en deuda pública fue una medida de lo más acertado. Zedillo tenía la obligación de preservar el sistema bancario…»

De nueva cuenta Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec: «¿Yo? No, yo no tengo ningún gallo entre los candidatos presidenciales, porque todavía son pollos todos. Es más benéfico para los obispos reunirse de manera individual con los candidatos, que hacerlo como Conferencia Episcopal. ¿Por qué? Pues porque a solas los podemos agarrar en cortito» Y que «José Melgoza, obispo de Nezahualcóyotl, difunde entre los fieles católicos una detallada guía para elegir a sus gobernantes el 2 de julio».

México, julio de 1998: «Las plegarias que antier (sic) se elevaron en la Basílica de Guadalupe tenían un solo objetivo: que Brasil ganara en Francia 98. La intervención de la Virgen de Guadalupe en el partido de futbol le dio la victoria al equipo, dijo un sacerdote brasileño durante el 2o. día del encuentro internacional de clérigos. Para que la intervención divina siga favoreciendo a su selección, la delegación de sacerdotes brasileños colgó en el mismo comedor que comparte con dos mil 202 sacerdotes de países del mundo (sic), banderas de su país como estandartes al pie de una imagen de la Guadalupana«. (Dios…)

Sueños de opio

El ente humano, mis valedores, esa criatura única e irrepetible que puebla el haz de la tierra y cuyo destino, en cuanto comunidad, es la permanencia, la sobrevivencia. Ente de cumbres y abismos, de cimas y simas, sus hechos proyectan luz y tinieblas en humanísimo claroscuro: este o aquél conquista las crestas del saber, del heroísmo, de la santidad, al tiempo que una infinita mayoría se arracima en contingentes de masas que sobreviven en la cotidiana rutina del áspero oficio del diario vivir una vida a ras de los suelos. Los seres anónimos, los desconocidos de siempre…

El mexicano, pongamos por caso. Si se ufana, en cuanto individuo, en procura de la perfección, casi siempre carece de la educación correspondiente, y es la ignorancia el achaque que lo mantiene en situación vulnerable, y cae siempre ante el ataque de esos sus enemigos que le dificultan el vuelo natural hacia la entelequia, que decía Aristóteles. Y claro, si, entre los que le corlan las alas están, como más dañinos, los medios de condicionamiento de masas. Ahí nomás, encendida horas y horas, la televisión. Lóbrego…

Porque el pobre de espíritu, inquilino de la violencia, la pobreza y la inseguridad, busca evadirse de una realidad que lo supera, lo lacera y agobia día con día, y en ese intento de hurtarle el cuerpo a lo que no puede evitar va, se refugia y cae de lleno en el alcohol u otras drogas casi tan nefastas como la botella: coca, mariguana, metanfetaminas, el susodicho televisor, puerta falsa a la fantasía que el mexicano tiene abierta de par en par en la sala de la casa, sin percatarse de que la industria de la TV representa un capital de miles de millones, moneda nacional mexicana, o sea el dólar, y que como negocio del gran capital, sus intereses no sólo difieren de los de su cliente, el del televisor, sino que se le contraponen y medran de él; porque el medro de los industriales del espectáculo televisivo radica en el desmedro de sus marchantes, y es tarea esencial de los «medios» la enajenación de las masas en provecho de los intereses del gran capital. Macabro…

Pues sí, pero las masas precisan también de una rajuela de esperanza que les avive su desfalleciente sentido de la vida, y esa esperanza la encuentran en el credo religioso; en cualesquiera de ellos; la doctrina evangélica, la de los llamados «cristianos», la de los Testigos de Jehová, en fin. Pero la religión abrumadoramente mayoritaria es la católica, y en ella se refugian las masas en busca de la rajuela de esperanza en una vida mejor, que se le promete, sí, pero en la otra vida, y ello si logra pasar el juicio inapelable de ese Tribunal Electoral que es Dios Uno y Trino. Y ahí no hay recuento de votos que valga, y es aquí donde la jerarquía católica, a contracorriente de las leyes de Dios y del Estado, manipula el tremendo ascendiente que tiene ante los feligreses, las ovejas del rebaño «del Señor», para aplicar en ellos una moral restrictiva, represiva moral, que les lleva a caer en el engaño de tomar como preceptos religiosos ciertos tabús como el preservativo, la educación sexual, la píldora del día siguiente, la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas y tantos otros recursos que la sotana transforma en pecados. En anatema. En excomunión. Y como a los 85 millones que participan del ritual católico, que no de su esencia, desde pequeños se les ha infundido la obediencia como «virtud», pues… a obedecer. Qué más.

Esto lo entiende quien estudia la historia del país, desde 1521 hasta en los aciagos momentos del proceso electorero del 2006, cuyas señas de identidad, según todos los indicios, fueron el fraude y la elección de estado. En tal proceso la jerarquía católica desempeñó un papel esencial para que casi quince millones de empobrecidos votasen por la prolongación de un Neoliberalismo que los acabase de empobrecer. Y tan estrepitosas se registran las irregularidades en la elección presidenciales, que las instituciones correspondientes tuvieron que ser reformadas. Deseontentadiza, la jerarquía católica: «‘Pedimos clarificar la serie de ambigüedades que se registran en la reforma al COFIPE…»

En fin. Ahora pronto, ante la movilización ciudadana que provocó ese clima ominoso donde se barrunta el energético en manos del gran capital, el clero católico, de nueva cuenta, a jugar su papel de aliado del Sistema:

– La lucha por PEMEX no es de falsos profetas e iluminados. AMLO qué sabe del tema. El Secretario Mouriño, en cambia tiene argumentos, y son sustentables, ¡Que los católicos no salgan a manifestarse en las calles…!”

Los Pinos, la TV, las sotanas. (Laus Deo.)

Señor presidente de Acción Nacional

Estoy mirando su foto. La observo hasta bizquear, y ello no porque la vista de su vera efigie me produzca un asomo de placer estético. Cómo, con un rostro de semejante catadura (caradura), la de un mediocre irredento: ojillos de apipizca detrás del aparador de unas antiparras que resultan rabonas para esas carnazas de luna llena, con tales mofletes como nalgas de moza de trópico, que se escurren hacía la manteca de esa papada muy bien graneada, puro comelitón de manteles largos, y páguelo el paisanaje de salario mínimo…

Señor don Germán: mis niñas, las de mis ojos, recorren su corpachón, que a leguas se adviene fofo de carnes y a lo prematuro deformado, deteriorado; y al llegar a este punto usted me la va a interpelar con aquello de que para qué canacos la observación de su físico en la foto del matutino, y no, mi señor, ni masoquismo ni morbosidad. Lo hago para inspirarme, entonar el ánimo y modular mi pedimento. Señor don Martínez:

Por la presente le solicito me designe secretario de Gobernación. ¿Que ni lo sueñe, que la casona de Bucareli me queda grande? ¿Y no le quedaba grande a Ramírez Acuña, y fue mantenido en Gobernación (mantenido en todos los sentidos) durante años? De un hecho estoy bien seguro: para el día en que me chispe por colocar a uno más inepto que yo mismo, uno que en el sillón de Bucareli pose un currículo pestilente a heces de sinvergüenzadas perpetradas con todo y familia en complicidad con señalados corruptos de PEMEX; para ese día, repito, yo ya me habré inflado lo suficiente (síndrome del sapo) como para pregonar mis aspiraciones a la silla presidencial. ¿No lo anda gritando Ramírez Acuña, el que dejó caliente el sillón para el currículo de Mouriño? ¿Entonces? Ya le escucho el rezongo:

– ¿Y qué diablos le hace pensar que yo voy a estar en situación de repartir secretarías de estado como cartas de baraja en un juego de conquián, y que voy a soltar Gobernación (Gobernación, nada menos) a un vil pseudo-neo-comunistoide como es usted? Desvaría. Y yo le contesto: ¿acaso no se da cuenta? ¡Por la presente me lo estoy destapando, señor, y no por achaques de estreñimiento alarmante, sino porque me adelanto a Washington en el destape de su ovachona persona para el 2012! Ya después habrán de destaparlo Obama, el alto clero y el gran capital, los medios de condicionamiento de masas y esas masas de mexicanos convenientemente manipulados para que se lo vayan a dar, su voto para que el modelo neoliberal me las siga empobreciendo sañudamente. Son mexicanos. Es México…

¿Que si no tomo en cuenta los ries­gos de que sea el Peje o sea Ebrard quienes se destapen para Los Pinos, o tal vez a algún Peña, Nieto o hijo putativo de Arturo Montiel? Sí, don Germán. En la balanza de las posibilidades he pesado a los susodichos, pero me mantengo en lo dicho: yo lo destapo a usted porque lo considero lógico como sucesor del actual; y si no, echemos cuentas…

Por foto, currículo y trayectoria política, usted es también un mediocre aplastante. Coyote también de la misma loma, también nos ha resultado aguja de brújula; también es mata de girasol que siempre mira hacia el Norte; que es vocación indeclinable la suya vivir inclinado ante los dictados de Washington, vil paradoja. Culimpinado ante el Neoiberalismo, el Consenso de Washington, las privatizaciones disfrazadas de reformas, las reformas disfrazadas de privatización: total, que con usted en Los Pinos lo que reste por privatizarse irá a parar a las manos del gringo. Usted, inmoral, que de Mouriño afirma: «caso superado», usted, deshonesto, que ante los eperristas desaparecidos es capaz de jurar, si difuntos, que su muerte se originó en una gastritis mal atendida. Corrompido, usted también…

Miro su foto, Sosias del que «haiga sido como haiga sido»; leo sus declaraciones políticas, contengo el aliento frente a su maloliente currículo, y lo dicho: usted también será el presidente del empleo Usted también será el presidente de las manos limpias. Usted también, para «vivir mejor», se forjará un programa populista, copia de modelos anteriores, porque como todo mediocre, está imposibilitado para crear. Don Martínez: tiene usted todo el sello del que va a llegar, con que los medios de condicionamiento de masas repitan, hasta la náusea, que su contrincante en la carrera presidencial es «un peligro para México». Pero conste, señor don Mediocre:

Yo me lo destapé, que no se le olvide. Un pobre de espíritu como usted no tiene por qué añadir la ingratitud a su mediocridad irredenta. (Vale.)

Un cristianismo de salario mínimo

Vuestras leyes están en oposición a la naturaleza, y con ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar…

-Louis Lingg, uno de los Mártires de Chicago-

El obrero, el pontífice y los empresarios. En vísperas de la visita final de Juan Pablo II a nuestro país, el obispo Onésimo Cepeda reveló a los reporteros:

– Lo acabo de ver en El Vaticano, y la verdad, pues lo vi muy malito, pero sacará fuerzas de flaqueza y vendrá a nuestro país a canonizar a Juan Diego. Creo que hay Papa para rato. Por lo menos para lo que nosotros necesitamos, que es un mes y medio…

Y una vez confirmada la visita del Pontífice de Roma, la Arquidiócesis de México, por medio de su vocero, lo dejó muy claro:

– Para los gastos que ocasione la visita de Juan Pablo II nos hemos apoyado en las escuelas y agrupaciones de los Legionarios de Cristo. Ya hemos invitado al padre Maciel. El Papa no nos cobrará por la celebración de la misa, ni los cardenales que lo acompañan. La misa de canonización de Juan Diego costará a la Iglesia lo que salga el recibo de la luz. Los camiones y todo eso corre a cargo de las empresas. Ellas patrocinan todo eso.

Lucas, evangelista: ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que habíais de practicar, aunque sin omitir aquello…

Y hablando de los tales, la noticia generada por la visita papal: «Se convocó a los empresarios a participar con donativos en la realización del viaje pontificio». Guillermo Ortiz, vocero del comité organizador de la citada visita papal:

– No sé por qué algunos miembros de la iniciativa privada no consideran costeable invertir en la gira del Pontífice. Hago un llamado a que los empresarios participen en este acontecimiento que es de la Iglesia mexicana, pero que tiene su repercusión para la vida de México y para la imagen de México ante todo el mundo.

Hoy, día primero de mayo, van aquí las declaraciones que en mayo de 1990, de hinojos ante Juan Pablo II, expresaron empresarios mexicanos. Un tal A. Fernández de Castro, hombre de empresa:

– Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Creo que tos empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal…

Habló después un Eduardo García Suárez, presidente saliente de la Confederación de Cámaras de Comercio, CONCANACO:

– Yo soy partidario, Su Santidad, de un capitalismo popular que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia…

G. V Madero, empresario: «El Papa nos deja un paquetón. Claro, Su Santidad habla de lo que debería ser, no de lo que es en la realidad. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento…»

Patricio Martínez, dirigente de comerciantes:

– Su Santidad el Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya sabíamos como doctrina social, tal como lo expresó el propio Juan Pablo II en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera, nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque siempre hay abejas negras (sic). No, Su Santidad no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que todos los empresarios amamos a Dios…

Se trata, mis valedores, de la ralea de hombres de empresa que en nombre de la producción y productividad industrial y las utilidades monetarias un primero de mayo de 1886 llevaron al patíbulo a quienes ahora se conocen como Los mártires de Chicago, ellos que lo afirmaron por boca de uno de los asesinados del gran capital, Albert R. Parson:

«¡Sobre el veredicto de ustedes quedará el veredicto del pueblo, para demostrar las injusticias sociales de todos ustedes, que son los que nos llevan al cadalso. Pero quedará el veredicto popular para decir que la lucha social no ha terminado por tan poca cosa como es nuestra muerte..!»

Ellos, víctimas del explotador, viven -deberían vivir- en la memoria.

(Mártires.)