¡A caparlos!

¡Y de repente, en San Lázaro, la escandalera! ¡La máxima tribuna de la Patria, secuestrada por una cáfila de revoltosos! ¿Pero acaso tales alboroteros son nuestros representantes, en quienes recae la altísima responsabilidad de crear leyes y aprobar o, en su caso, rechazar las que les presenta el Ejecutivo? ¿Para eso les dimos el voto? ¿Para que convirtieran el Congreso en gallera, palenque, toreo de pulque, desgarriate vil? ¡Abominación! ¡A lincharlos…!

Y yo les pregunto, mis valedores: frente a la reacción de algunos legisladores ante el amago de privatización disfrazada del energético, ¿añoran los tiempos en que en el Congreso nos representaron los dóciles levanta-dedos priistas? ¿Recuerdan el papel que como legisladores jugaron deportistas y actrices, actores y locutores de la alzada política de López Tarso, Julio Alemán, David Reynoso y el «Tibio» Muñoz? Aquí, botoncillos de muestra.

Fue en 1985. Ante la ausencia de más de 100 legisladores que holgazaneaban en la cafetería de la Cámara o se reportaron enfermos, el ex-locutor y líder de la bancada priista Luis M. Farías:

– Sí, entre los diputados hay uno que otro flojo, aunque en realidad no hace falta que los 400 asistan a las sesiones. La presencia de unos cuantos, que son los serios y cumplidos, es suficiente. ¿El faltista mayor? David Reynoso…

Años más tarde, el legislador López Tarso se defendía de sus críticos:

– «Viles tonterías esas críticas. Durante mi gestión logré que los actores no llevaran el libro mensual, que no se declarara cada mes, sino al año. Usted, como reportero, ¿cree que un diputado llega a la Cámara con un plan ya concebido? No, uno llega dispuesto a colaborar en el grupo que está lidereado por alguien. ¿O cree que nos mandamos solos?

– Pero en todas las campañas se hacen promesas, programas.

– No, oiga, no. Yo durante mi campaña nada prometí. Lo único que dije fue: «Si es que puedo haré algo por mejorar la vida de todos ustedes». Quede muy claro que mejorar las cosas no es función del diputado. El tiene que estar ahí en la Cámara para enterarse de qué ley se discute, luego levantar el dedo cuando lo tiene que levantar. Es todo.

Molesto, el actor calificó de «estupideces» las críticas de que él sólo levantó el dedo para votar, por ejemplo, a favor de una miscelánea fiscal que dañaba a su propio sector: «Sería absurdo que el diputado de los actores (sic) dijera: yo lo apruebo. ¿En contra de la opinión mayoritaria? Qué le pasa…»

– Durante el tiempo que fue diputado, ¿cuántas veces subió a la tribuna?

– Sólo en dos ocasiones. El PRI sabe a quién manda al foro…

Agosto de 1991. El actor Julio Alemán se comprometía, formal:

En cuanto yo sea diputado lograré que en radio y televisión se incrementen y difundan programas que fortalezcan nuestra identidad nacional para frenar la penetración cultural. ¡Es un compromiso! (¿Y…?)

¿Impreparados e inútiles para ocupar una curul? Como los deportistas. Clamaba un Bernardo Segura, marchista: «¡Mi medallita de bronce por una diputación! ¡Quiero ser diputado por lo que represento para el pueblo! ¡Porque las resoluciones que tomaré al ser electo serán reales…!

Julio de 1991. En plena campaña política fue entrevistado Felipe «Tibio» Muñoz, nadador: «¿Sus sueños inmediatos?»

– Sí, bueno, mira: el sueño de todo deportista es la política. Lo que «nosotros» hemos hecho es comprometernos a hacer un trabajo honesto.

– ¿El comprometerse ha sido su estrategia de campaña?

– No, no, no. ¡Esa no es estrategia, esa es la pura verdad…! (Sic.)

– ¿Qué tan politizado se encuentra, señor Muñoz?

– Bueno, mira, eso no sabría yo decirte La política es tan amplia y tan vasta, ¿verdad?, que dudo que muchos de nosotros, los que aspiramos a diputados, estemos politizados. Tampoco.

– ¿Entonces su preparación para ocupar la curul…?

– Déjame decirte que a mí me gusta mucho más la práctica que la teoría, porque la política es una ciencia a la cual habría que dedicarle una tesis. Toda una tesis. (¡!)

– ¿Tiene muchos deseos de ser diputado?

– Muchos, porque te vuelvo a repetir (resic): el sueño de todo buen deportista es ser diputado, o no es deportista.

Contra un perredista caliente, mis valedores, ¿un Tibio Muñoz? (¡Agh!)

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