¿Qué opinan ustedes de la actuación de Hugo Sánchez al frente de la selección nacional futbolera? Para mí el tal Valentín madroño, como allá decimos. De recién llegado mucho alarde, mucha verba, muchas promesas y cacareo de anuncio promocional ¿Y todo para qué? Para que a la hora de la verdad pura fumarola y música de viento, y venga la desilusión de una fanaticada visceral y acrítica que en Hugo confió y en él puso sus esperanzas de triunfo, como antes en Lavolpe y los predecesores. Ahora, una vez más, comprueba que con el Ojitos Meza y demás runfla de ojitos y ojetes, todas sus esperanzas se han tornado rastrojo y agua de borrajas. Y ahora el odio, la iracundia y semejante frustración, válgame…
¿Pero acaso nadie de ustedes, fanáticos del clásico pasecito a la red, se percató de la realidad? Lo que Hugo tiene de boquiflojo lo tiene también de mediocre. Miren que engañarlos a ustedes con «triunfos» tan ratoneros como el que logró a costillas de los futbolistas aficionados de Jamaica. Pero si ganarle a Jamaica es agua de lo mismo. Esa es, y no más, la actuación de ese hijo de Sánchez: pacotería y mediocridad, fracasos y fallas que a base de lengua y rociando saliva en radio, tele y periódicos, intenta hacer pasar ante ustedes por logros de su estrategia, y a ver qué aturdido se lo va a creer. Yo, a ese, lo inepto y torpón con trabajos sabría perdonarle, pero nunca su grotesca vocación entreguista, que lo impulsa a jugar a favor del rival, y paguen los costos todos ustedes, los integrantes de la Perra Brava Y yo, de refilón. Dios…
Pero un momento, que para mí el fracaso de Hugo fue un resultado normal, y esto porque algo conozco del clásico pasecito a la red, de la mediocridad absoluta de sus directores y, sobre todo, porque me atengo a las lecciones que imparte la historia. Y si no: ¿algún director técnico anterior al fracasado de hoy logró, si exceptuamos al Tata Cárdenas, algún resultado que fuese gratificante para todos ustedes, la Perra Brava del país? Estudien la historia, y van a caer en la cuenta de que si antes estuvimos mal, ahora mismo, con ese hijo de Sánchez sin carisma y sin ángel, sin duende y sin nada más allá de su aplastante mediocridad, la selección nacional está condenada a la misma mediocridad de su director técnico, que tal condición humana es contagiosa Fatal…
Claro, sí, para Hugo y su equipo de colaboradores cada fracaso fue un éxito financiero, que todos se enriquecen manipulando al equipo nacional a base de un jugosísimo presupuesto futbolero que se reparten ayudantes, masajistas, cubetenos, merolicronistas, en fin. ¿Pero para todos ustedes, la fanaticada que paga el boleto y costea las utilidades millonarias del entrenador y su equipo? Para la patética Perra Brava puro chile y Pagua lejos, acaba de susurrármelo el joven juguero, que por encima de mi hombro mira lo que voy escribiendo, y aquí la pregunta a todos ustedes, fanáticos de la Perra Brava: ¿acaso no ven o no quieren ver la realidad del fútbol tricolor? ¿No pueden o no quieren analizarla, y luego crear las tácticas y estrategias para sacar el buey (a esos bueyes) de la barranca? Señores fanáticos de la Perra Brava..
¿Hasta cuándo caraj…mbas van a seguir siendo héroes por delegación? ¿Hasta cuándo seguirán delegando en semejantes mediocres, diestros sólo para depredar los dineros públicos? ¿Tanta confianza les tienen, o tienen tan poca en ustedes mismos? ¿Conocen, acaso, la diferencia que existe entre delegar y asumir, o lo que es lo mismo: entre ver jugar a unos alquilones o jugar ustedes mismos, que son, a fin de cuentas, los dueños de la cancha y el balón..?
No, si bien dice (con esa pronunciación) don Juan, mi padre, muerto sólo para el acta de defunción: «No me almiro del entrenador, no me almiro de su equipo de avorazados. Me almiro, m’hijo, de la Perra Brava, que todavía a estas alturas de la historia patria busca que otros jueguen por ella, y ella nomás mirando, sin querer percatarse de que jugamos nosotros o con los Hugos de siempre no habrá triunfo posible para el equipo nacional. Porque en calidad de viles mirones nunca vamos a ganar un partido…»
Mi padre, créanme, tiene razón Con sólo que observen ustedes el pobre estilo de juego del hijo de Sánchez y toda la recua de matalotes que forman su equipo de cubeteros y masajistas, preparadores físicos y merolicronistas, van a caer en la cuenta de que con esos nunca lograremos un sitio en la historia del balompié. Por cuanto a los jugadores. Ah, esos jugadores. ¿Analizamos su desempeño en la cancha?
(Eso, después.)