El parto de los montes

Estoy de fiesta, mis valedores. Los Montes bautizan, y me invitaron al negro, el mole. La Bicha, sí, que tuvo mellizos, el vivo retrato de cierto ingenierillo de los trabajos de vialidad allá por el aeropuerto, que le jugó de pisa y corre (el ingeniero, no el aeropuerto.) «No le aunque -con sus motolitos de carne, el abuelo, eufórico-. Yo les doy mi apellido, que tengo más Montes que la Madre, o sea la sierra». Y que para el bautizo piensa echar la casa por la ventana. «Total, que de todas maneras Ebrard me la cuarteó con su trabajada». Y que un fiestón para celebrar que las dos criaturas vinieron predestinadas de Dios. ‘Y si no, bigotón, ¿cómo iba a sobrevenir al recinto del mal donde fueron a nacer estos inocentes?» (¿Eecinto del mal? Ájale.)

La Bicha, según su propia versión, comenzó con las contracciones por ahí de las 6 ara, con don Cuco Montes todavía en la esperanza de que todo se redujera a lo indigesto que en la noche resultan pozole y tlacoyos. Cuando se rindió a la evidencia, ya con la cabecita del primero pidiendo pista para aterrizar, don Cuco solicitó al sanatorio una ambulancia que en menos de tres horas levantaba a la parturienta y vamonos a cubrir las 20 o 25 cuadras que nos separaban de Urgencias. «Aguanta, Bicha». Yo, de acomedido.

10:13 ara A sirena abierta nos enfrentamos a las callejas del Centro Histórico.
En Mil Metros, esquina con Mil Usos, nos engarrota el primer embotellamiento del día. Los 14 militantes de la Federación Popular Revolucionaria de Comerciantes en Ropa Reciclada y Similares, que bloquean Madero y Cinco de Mayo: – ¡Este! ¡Puño! ¡Síse! ¡Veee…! ¡Exigí! ¡Mooosss..!

Dentro de la ambulancia la Bicha, todavía ecuánime, experimenta los dolores cada 20 minutos. Yo, que le ayudo a bien parir, voy tronándomelas de nervios, las manos. «Calma, bigotón». Me sonríe. Su frente húmeda de sudor.

12:26 p.m Logramos librar la mega-marcha de los 14 y avanzar casi media cuadra Y aquel caloren. Metros adelante, integrantes de la Asamblea de Barros, Artesanías y Similares, que secuestraron Venustiano Carranza, la calle. Yo, aquella ansiedad. Mis nervios, pariendo cuates. Los de la mega-marcha, ambulantes desplazados: «¡Ebrard, carbón, sal pa fuera y óyenos…!»

13:21 La ambulancia el frenón. Los de esta nueva mega-marcha poco exigen: paz en el orbe, fuera gringos de Iraq, fuera Ulises de Oaxaca, fuera de Puebla el gober precioso. «¡El pueblo! ¡Unido! ¡Jamaseráven-cído…!«. Los coches atrapados sin salida Vendaval de cláxons, música de viento. Como si seis millares de cláxons pudiesen enfriar el ardor revolucionario de un pacifista sé lo que digo. Las causas de los marchantes, justísimas, casi siempre. Sus estrategias, pésimas, porque el Poder ya sintentizó el antídoto: «Ni los veo, ni los oigo, nilos siento, y háganle como quieraa.»

13:59 p.m. El semáforo sí funciona sólo que de Tránsito maneja las luces a discreción. Novatón o psicópata, las enciende al revés: el rojo (9 minutos), la preventiva (4 minutos), y al final el verde (7 segundos). La Bicha, por suerte, ya va pujando y quejándose, y no alcanza a oír las mentadas a los que por otra parte, las mentadas de nuestra sirena van opacando. Las contracciones cada 5,3 minutos. «Los retortijones del pozole son muy parecidos», don Cuco Montes. «¿No serán ganas de obrar, m’ija.?»

15:09. A ritmo de regge cientos de jóvenes: «¡Exigí! ¡Mos!» Despenalización de la droga La ambulancia engarrotada entre la banqueta y el seto de arbustos. Dolores, contracciones, pujidos sin interrupción. Me seco con mi falda, (de la camisa). En eso, el golpazo, el alarido de La Bicha. Estiré el pescuezo. «¿Qué ocurre?» La ambulancia que chocó con el minibús, cayó de trompa en una alcantarilla Abriendo a la viva fuerza un hueco en la mega-marcha en Apoyo a la Paz, el chofer de la ambulancia y el del minibús se estaban partiendo todo lo que se dice Tula (Tula es mi madre). En eso, ya que la pareja se vino (pareja de patrulleros, su unidad en sentido contrario por la banqueta y parte de los patios vecinos): «¡Oríllense pa la orilla..!»

– A ver, ¿causa motivo o razón de la madriza? ¿Qué armas portan? ¿Onde tráin la droga? Van a tener que acompañarnos.

El alarido de La Bicha. «¡Que ya está pariendo!» – grité a los mordelones, y el del diente de oro: «No, si la paridera va a ser cuando los remitamos a la carcelita clandestina de aquí a la vuelta». Les mostré a la parturienta Entendieron. «Chamba extra pareja». Se las arremangaron. Y qué destreza Yo, a los que pasaban «La viva metáfora del automovilista en el D.F. pariendo gemelos frente a la mega-marcha Discreción, y sigan camino».

Mis valedores: en el recinto del mal (la patrulla) nacieron los cuates Montes. Los patrulleros serán los padrinos, a ver si hay bolo; que esta vez la mordida vaya de allá para acá. Ahora que si salen con que bolo madres, les forjo una mega-marcha de un solo hombre que… «¡Exi! ¡gimos…!» (Dios.)

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