Se iniciaron las obras para construir el memorial de las víctimas del 11/9 en la zona cero. Nueva York.
Y como todo lo que cada día expelen las tripas del imperio del norte, la noticia acaparó los espacios en todos los medios de condicionamiento de unas colonias siempre pendientes de su metrópoli imperial. Y a propósito, mis valedores: ¿qué memorial, qué monumento alusivo, qué atención pública merecieron en los «medios» mexicanos y del resto del mundo los miles de civiles que asesinó el Pentágono cuando, en diciembre de 1989. invadió al pueblo hermano de Panamá? Nuestro, complejo de colonia del vecino imperial…
De esa invasión de Estados Unidos a la comunidad panameña hablé a ustedes ayer, y comparé su destino con el de Iraq y Afganistán, masacrados con un pretexto semejante e igualmente trivial, que fue atrapar a un par de aliados del imperio: en Panamá, a Manuel Antonio Noriega, y a Osama Bin Laden, en Afganistán e Iraq. ¿El costo de la triple invasión? Miles y miles de cadáveres regados en la geografía de esos desdichados países.De lo ocurrido en Panamá:
El coronel retirado David Hackworth, ex-comandante de combate: «La operación fue técnicamente eficiente, pero a mi juicio cien muchachos de las Fuerzas Especiales hubieran sido suficientes para capturar a Noriega. Esta operación descomunal fue un intento del Pentágono por impresionar al Congreso justo cuando está comenzando a efectuar recortes en el ramo militar».
Diversas declaraciones públicas añaden credibilidad a tales reflexiones del militar, incluyendo El Informe Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca presentado al Congreso en marzo de 1990. El recuento final de la masacre de civiles inermes deja un reguero de hasta siete mil muertos y desaparecidos y más de 600 fosas comunes. Pero el objetivo de la intervención armada de los diez mil infantes de marina contra la comunidad panameña se cumplió cabalmente al capturar a Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA, aliado de la Casa Blanca y principal traficante de estupefacientes, situación que el gobierno conocida desde 1972. «No obstante, lo mantuvo en su nómina mientras le fue útil», señala el historiador…
Ahora tocó el turno a la población inerme de Iraq, y el pretexto fue paralelo al de Panamá: capturar a un antiguo aliado de Washington al que la CIA entrenó para enfrentarlo, con sus fuerzas de Al Qaeda, a la extinta Unión Soviética. Hoy, derrumbada la tal, Osama Bin Laden, como Noriega, años antes, ya no es de utilidad para los intereses de Estados Unidos. Material desechable, Washington hace que hace intentos desesperados para deshacerse de él. Lástima que el precio de la maniobra sea otro reguero de sangre derramada Sangre inocente. Es la historia de los imperios, esos depredadores…
Pero en fin, por que frente a miles de muertes no se nos muera, con ellos, la memoria histórica, a la distancia de 4 años de la reiterada invasión a Iraq y a 18 de la masacre perpetrada por Washington contra el pueblo de Panamá, aquí y ahora asiento retazos de la crónica respectiva. El testimonio de la atrocidad, que denuncia Olga Mejla. defensora de derechos humanos en Panamá:
«Ellos convirtieron este país en un laboratorio del horror. Aquí, primero experimentaron con métodos de estrangulación económica; después utilizaron con gran éxito una campaña de desinformación a nivel internacional. Pero fue en la aplicación de la más moderna de las tecnologías de guerra donde demostraron maestría infernal. Los refugiados de El Chorrillo fueron víctimas de un baño de sangre durante y después de la invasión. Ellos vieron a los tanques norteamericanos pasar sobre los muerto. Fuentes de la Universidad de Panamá calculan 5 mil muertos, por lo menos. Condenaron el control de hierro del ejército de EU, que no permite el acceso a ninguna institución panameña para descubrir el número exacto de víctimas, que pudiese ascender a 7 mil…»
En carta pastoral en donde condenaban la interferencia de EU en los asuntos internos del país, obispos católicos denunciaron la invasión como «una verdadera tragedia en los anales de la historia panameña». Su protesta no fue escuchada en Washingtoa En los meses siguientes el genocidio se borró de la atención del gobierno de EU, que proclamaba la libertad y la democracia panameñas. Los obispos estimaron en 7 mil los muertos de la invasión. Y Vicky Peláez, defensora de derechos humanos: ‘El mundo continúa en la ignorancia sobre cómo murieron miles de víctimas de la invasión de EU a Panamá y del tipo de armas que usó, ya que el Fiscal General del país deniega el permitir la investigación de los cuerpos enterrados en las fosas comunes».
Panamá, Iraq, Afganistán, Líbano. A los miles de cadáveres que el predador imperial ha sembrado en las naciones víctimas, ¿un memorial? ¿Nomás al 11/9? Los ojos de unas colonias dóciles, manipuladas, ¿tan sólo en Nueva York? ¿Justicia? Los masacrados de Panamá. (A su memoria)