Su gente podía ser muy valiente, pero carecía de condiciones intelectuales. Y para rebelarse y andar armado hay que estar preparado intelectualmente.
Tal afirma Félix Serdán Nájera, exguerrillero de las fuerzas de Rubén Jaramillo. De Genaro Vázquez, paradigma de guerrillero, lo juraba hace algunos años cierto Abel V. Salgado, diputado:
«La guerra sucia continúa en la entidad. Las demandas de apertura, equidad y justicia social enarboladas por Genaro Vázquez, a 30 años de su asesinato, siguen vigentes».
Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámez y este Lucio Cabañas, profesor rural que en un enfrentamiento con fuerzas del ejército murió el 2 de diciembre de 1974, y de esto hace treinta y tres años. Del guerrillero, lástima, sólo quedan la leyenda popular de una enorme valentía personal y el rito de las honras fúnebres. Y no más. De estar vivos, ellos y los más de 500 desaparecidos de la guerra sucia de los años 70 serían la punta de lanza contra un régimen que encamina el país hacia la ultraderecha clerical y el privilegio del poder económico. Hace unos años, junto a la estatua del profesor rural levantada en Atoyac de Alvarez:
A los padres, a los huérfanos, a las viudas de la lucha social les decimos, no cesen, no den marcha atrás, la ACNUR está con ustedes, adelante, lograr la liberación de México y una patria nueva o morir por ella…
Pero esto, con la estrategia adecuada, la triunfadora, porque hasta hoy, ¿qué ventaja, así sea de este tamaño, reporta al fregadaje un sacrificio demencial, del calibre del que denuncia cualquier guerrillero, si es que aún vive para poderlo contar?
«Cubetazos de agua fría para seguir con toques de picana. El cuerpo sirve de cenicero para apagar cigarros: en las plantas de los pies, el cuello, las partes nobles. Los límites de la resistencia son probados con métodos como el pozo, que consiste en golpear al torturado hasta dejarlo sin aire para enseguida sumergirle la cabeza en agua y provocar el ahogamiento. Pero no te dejan morir; viene luego el agua mineral en las fosas nasales, y para ti lo mejor es que te maten y no sigan torturándote, porque en la tortura te matan muchas veces…»
Lucio Cabañas: apenas 30 años más tarde, dos de los generales que lo persiguieron, Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quirós Hermosillo, permanecieron encarcelados por delitos de guerra sucia y de narcotráfico. Sí, que aunque uno de ellos ya alcanzó la impunidad, está escrito: los matanceros de ayer serán las roses de mañana, porque el tiempo va colocando hombres y cosas en su lugar. Apenas ayer Lucio Cabañas fue descalificado como bandolero, delincuente, criminal. Hoy, el maestro y luchador civil se mira de frente, en bronce, con el bronce del prócer Juan Alvarez. A 30 años de su muerte a manos de las fuerzas federales, en Atoyac de Alvarez fue recordado con una estatua de bronce, una velada cultural y una marcha cívica Y la paz.
Pero si demandas y guerra sucia (secuela de la acción guerrillera) siguen vigentes o amenazan con resurgir, tal como lo preludian los incendios en las tuberías de PEMEX, ¿entonces? ¿No es el momento de la autocrítica para medir la eficacia de las estrategias de lucha aplicadas a ese cambio histórico que no debemos esperar de los Jaramillo, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas o Marcos? Porque, mis valedores, una mala (o muy buena) noticia:
El cambio histórico que precisamos para darnos ese gobierno al que obedecer como sus mandantes (Aristóteles) lo hacemos nosotros a base de una organización celular autogestionaria, o nadie lo hará por nos. Y si se está preparado intelectualmente, esto significa que se ha acudido a la Historia y aprendido de sus enseñanzas, y logrado la autocrítica, y entonces no nos vamos a ubicar en los terrenos del enemigo para que nos destruya de forma «legal», y quienes sobrevivan tengan que denunciarlo más tarde. Es la historia
Movimientos guerrilleros, Lucio Cabañas, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, maestros disidentes, Ejército Popular Revolucionario, y el manual de la contra-insurgencia, que aplica sañudamente el Poder: desacreditar para aislar. Desacreditar al EPR al achacarle los incendios de PEMEX, y al EPR vincularlo con los maestros para que ellos, contra todo principio de teoría política, se deslinden de su aliado de lucha contra el mismo adversario; y una vez desacreditados y aislados, reprimirlos sin ningún costo político ante las masas sociales, y así reiniciar en México la guerra sucia de Echeverría. Mis valedores: nos vencen por ignorancia..
Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, los hermanos Gámiz, Liga 23 de Septiembre, Lucio Cabañas. (A su memoria)