Las buenas conciencias

Qué más incentivo a la lujuria que ver a las mujeres con una zaya toda abierta por delante, para que por la abertura se vea la otra zaya, o ver a los hombres con unos calzones tan ajustados, que en la misma estrechez manifiestan la forma del muslo, y algo más que por la decencia conviene callar…

Válganos Dios. Pues qué, ¿en México la historia se ha estacionado? Más propiamente, ¿pegó el reculón? Con la llegada de los ultraderechistas de El Yunque, Los Legionarios de Cristo y los Caballeros de Colón, ¿vuelve el país al año de gracia de 1691? Con la ralea impuesta en Los Pinos desde hace 7 años, ¿tornan la moda, la moralina y las buenas costumbres de hace 316 años? Porque, según leo en el documento de época, el Norberto Ratzinger de aquel entonces se nombraba Fray Antonio de Ezcaray, obispo de Querétaro que en predicas incendiarias a lo Serrano Limón anatematizaba la relajación de las costumbres de una sociedad relajada, escándalo de las buenas conciencias. Allí, en Querétaro, el fanático De Ezcaray «procuraba que la mujer se vista de manera apropiada y no con la inmoral minifalda. En la Universidad, a los alumnos queremos formarlos y decirles cómo deben vestirse». Pero no, mis valedores, que esto no ocurrió hace tres siglos y una década, sino hace apenas dos años. La historia, que se atascó en el lodazal de la moralina…

Moralina. En Monterrey, mientras tanto, indignados vecinos protestaban porque algunos anuncios panorámicos anunciaban sostenes. La empresa productora tuvo que «vestir» el torso de la modelo, mientras que la autoridad fue obligada por los vecinos a retirar los anuncios en los que se promovía el uso del preservativo para evitar el Sida«.

En 1691, Fray Antonio de Ezcaray:

Qué más incentivo a la lujuria que ver a una mujer agarrotada por la cintura y tan pomposa de lo restante que con la zaya que traen puesta pudieran vestirse cuatro pobres doncellas. Qué más culpables que ponerse un manto, tan transparente, tan pernicioso, que descubre a la mujer de pies a cabeza, añadiendo a este manto una red infernal de puntas, para que por ellas les vean el pelo rizado, las rosas, el chiqueador, la toca, un diluvio de cintas, botones y otras superficilalidades…

Villahermosa, Tab
enero, 2005. El ayuntamiento de Centro acaba de emitir el Bando de Policía y Buen Gobierno, uno de cuyos artículos lo estipula: «Habrá sanciones para los ciudadanos que anden desnudos en sus casas (…) Será sancionada la exhibición pública de figuras que sean obscenas o atonten contra la moral y las buenas costumbres». Esto, en una ciudad donde proliferan las esculturas que recrean, desnuda, la figura humana. México.

Y esto, de Mérida, Yuc.: Enero, 2005: «Las instalaciones de la Unidad de Atención Psicológica, Sexual y Reproductiva, que aboga por el derecho al aborto y al sexo con responsabilidad, fueron apedreadas, presuntamente por militantes de grupos religiosos radicales. Hace casi 4 años, miembros de Provida se manifestaron frente a la clínica y profirieron insultos contra la dirigente de la mencionada clínica…»

Y sigue la aspaventera visión del fraile Predicador de Su Majestad, y apostólico del Colegio, y Misión de Propaganda Fide de las Indias Occidentales, Fray Antonio de Ezcaray, de la Ciudad de Santiago de Querétaro: Innumerables pecados se cometen por los trajes profanos, afeites escotados y culpables ornatos, que en estos miserables tiempos y en tos antecedentes ha inducido el infernal Dragón para destruir, y acabar con las almas, que con su preciosísima Sangre redimió nuestro amantísimo Jesús. Tal visión de Apocalipsis abarca Querétaro y ciudades españolas…

También en Querétaro, la capital, pero 314 años más tarde, «El Reglamento del Buen Decir tuvo que ser cancelado por la polémica que levantó la inclusión de sanciones a las personas que utilizaran un lenguaje soez en la vía pública».

Fray Antonio de Ezcaray: Que más provocación que la diversidad y multiplicad de formas y figuras en los vestidos. Hoy son de un modo y mañana de otro: ya acuchillados, ya más estrechos, ya abiertos, ya con muchos pliegues, y con otras hechuras (…) Hay vestidos Mandos, suaves, provocativos a la lujuria como las camisas de olán, cambray, bretaña, holanda o las camisas bordadas con las mujeres por seda…

Mis valedores: En la descripción que de los vestidos femeninos (ya abiertos, ya estrechos o acuchillados) formula el fraile, ¿no perciben ustedes un a modo de regüeldo de lujuria mal reprimida? ¿No se advierten amagos de represión sexual en el mensaje que el tonsurado (¿entre ahogos? ¿con el pulso alterado?) lanza contra unas hembras a las que amenaza con la excomunión? Ah, los fanáticos De Escaray, Rivera Carrera, Ratzinger… (Cruz, cruz.)

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