¡A ver la tele..!

«La información, en lugar de transformar la masa en energía, produce todavía más masa…’‘ (La TV., por supuesto.)

Estuvo entre nosotros, participó en foros y fotos, sustentó conferencias, concedió entrevistas, recibió toga y birrete de alguna universidad y se regresó a su tierra. Y ya. Sus advertencias sobre los peligros que acarrea la televisión nunca llegaron a las masas atrapadas por el duopolio. Lástima

Yo, por mi parte, desde hace algunos ayeres me he venido refiriendo a las teorías de Giovanni Sartori en torno a los avances en el campo de la comunicación; a la TV, concretamente, que a pesar de la entrada del ciberespacio, la internet, etc., no ha sido rebasada. Aquí, una síntesis de las tesis del susodicho analista:

Para empezar, la televisión llegó para interrumpir de golpe el «proceso civilizatorio» del ente humano y transformarlo de homo sapiens, resultado de la cultura verbal y escrita, en homo videns, producto de la imagen, que intenta sustituir la palabra Porque fisiológicamente, según afirma Sartori, el homo sapiens no posee nada que lo haga único entro los primates, género al que pertenecemos, según la teoría evolucionista Lo que al humo singulariza es su capacidad simbólica. De esta manera conformado por un universo físico y simbólico, es, más que homo sapiens, un animal simbólico, cuyo tejido de símbolos se conforma a base de su lengua, mito, religión, arte, tradiciones, etc.

Así pues, el humano es animal racional y homo sapiens, pero, mucho más que eso, es un homo simbolicus. Esto significa que se comunica con una articulación de sonidos o signos «significantes», que aprende a decodificar desde niño, o no pudiera comunicarse con los demás. Esto que ahora redacto lo decodifican ustedes porque conocen el español, pero sería empresa imposible para quien lo ignore, como yo, que desconozca el idioma japonés, no podrá decodificar sus signos escritos o su lenguaje verbal. Lógico.

Porque nuestra capacidad simbólica se aplica en el lenguaje, en la capacidad de comunicar mediante una articulación se sonidos y signos «significantes», provistos de significado. Es el lenguaje del libro, las artes, el cine, la radio, el telégrafo, el teléfono, los diarios, en fin. El esencial, que caracteriza al hombre, es el lenguaje-palabra El hombre es un animal parlante, un animal loquax, que continuamente está hablando consigo mismo, y a veces con los demás. Porque el lenguaje no es sólo un instrumento de comunicación, sino también del ejercito de pensar. Y el ejercicio de pensar no necesita ver. Las cosas que pensamos no la podemos ver. Por cuanto a las civilizaciones…

Estas, en el transcurso de la historia, se desarrollan con la escritura, y es el tránsito de la comunicación oral a la palabra escrita el fenómeno que desarrolla una civilización. Antes de Gutenberg, la cultura era de transmisión oral. Después de Gutenberg vino el periódico, y desde mediados del XIX existe el telégrafo, que dio paso al teléfono. Desaparecerían las distancias.

Vendría después la radio que, como los anteriores adelantos en materia de comunicación, no interrumpe el avance en la decodificación simbólica. Hasta ahí, desde el nacimiento del lenguaje verbal, todo es comunicación a base de palabras orales o escritas, con lo que no se interrumpe el proceso civilizatorio de la humanidad. Perfecto.

Iba a ser a mediados del XX, con el arribo del televisor, cuando se interrumpe este proceso, porque el nuevo invento la función de ver se impone sobre la palabra La voz se pone al servicio de la imagen y en las masas se impone el embuste de los publicistas: «Una imagen vale por mil palabras». Mentira Una palabra, para el espíritu, vale por mil imágenes. Con la llegada de la televisión el hombre, de animal simbólico, de animal loquax, deja atrás el ejercicio cerebral de decodificar los símbolos y se convierte en animal vidente. Cualquiera, al mirar la imagen, la entiende. El cerebro suspende el proceso de decodificar. La función de mirar lo acerca a sus capacidades ancestrales, al género al que pertenece el homo sapiens. Al primate, sí. Lóbrego.

Porque la palabra es símbolo con el que ponemos a funcionar el cerebro, o ese lenguaje es letra muerta o sonido ininteligible. La imagen, por contras, es representación visual. Se ve; con eso es suficiente. Para ver basta con el sentido de la vista La imagen no se ve en chino o en japonés. Para qué el cerebro. La llegada de la TV no fue prolongación de la comunicación simbólica, civilizadora Fue una sustitución del proceso: Ya no entender. Ver. Es así como la TV, afirma Sartori, genera un nuevo tipo de humanos. Entre los niños, principalmente. Del proceso educativo de los suyos, mis valedores, ¿cuánto tiempo entregan al duopolio? (Seguiré con el tema)

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