¡Ira de Dios!

Acusaciones, descalificaciones, aclaraciones y crispaciones, imprecaciones y desmentidos, malentendidos, excomuniones y reculones. Diatribas, polémicas ¡Réprobos, anatema! ¡Condenación! Válgame…

Calambres y charcos de bilis negra ha provocado la despenalización del aborto que se aprobó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal el pasado martes, 24 del mes anterior. Pese al clima de despellejamiento y degüello el aborto, por ley, quedó despenalizado si se practica antes de las doce semanas de gestación. Sin más. Pues sí, pero el derecho a la mujer a su propio cuerpo en qué forma vino a reforzar la rijosidad protagónica de sotanas y grupos diversos de la derecha recalcitrante, que han tornado la ciudad capital palenque, herradero, olla de grillos católicos. Laus Deo.

Y aquí lo insólito, mis valedores: no hubo ni ha habido, entre los dos núcleos en pugna, ninguna duda, ninguna vacilación. El alegato de éstos se afianzó en la certeza de que el aborto despenalizado es un problema moral, y el de los otros, que de salud pública; los unos, con su estribillo de que están por la vida; los otros, con el de que están por el respeto a los derechos de la mujer. Muy elocuente el fenómeno: de quienes toman partido por una u otra posición nadie muestra duda ninguna. La división es tajante, radical, categórica. Sin matices, sin dudas, sin titubeos. A machamartillo. Blanco o negro, conmigo o contra mí. Bueno y malo, sin más. Y ya.

Pues sí, pero en lo que a mí toca, mis valedores, partidario decidido de los derechos de la mujer y de la consiguiente despenalización del aborto, cargo dentro de mí, no obstante, una duda, que ni el argumento de la moral ni el de salud pública me disipan, y en esto consiste mi incertidumbre:

¿En qué momento del proceso de gestación el que aún es embrión, el producto que más tarde habrá de ser feto, puede ser extirpado del útero materno sin dar en el peligro de asesinar a un ser humano? ¿En qué momento el embrión, el producto, el feto, ya es una persona humana, y entonces sí, intocable a riesgo de asesinato? Semejante duda sólo la ciencia pudiese aclararme, pensé, y bajé a mi biblioteca y me puse a estudiar, más allá especulaciones de filósofos, psicólogos, sociólogos, rabinos y ministros de distintas religiones que allí vuelcan su tesis, la opinión del científico. De los especialistas. De los embriólogos, exactamente.

Pues sí, pero lástima: ante el proceso de la gestación, de los científicos y especialistas que revise obras específicas de consulta, y más tarde de los médicos que consulté personalmente, unos y otros manifiestan sus dudas acerca de la transición del producto en la persona humana, y ello con el alegato muy entendible de que el proceso del embarazo evoluciona de manera gradual, paulatina, e impide por eso mismo determinar con certeza en qué día, semana, hora, el feto se convierte en persona humana

«Caramba, qué necedad», me atajó Octavio, mí médico amigo y amigo médico. «¿Quién, si el proceso de gestación se produce paulatinamente, va a poder señalarte
con exactitud en qué mes, día, hora, el que permanecía en calidad de embrión ya se mudó en persona humana, con todo lo que ello viene a significar? Necio que no fueras».

Seguí en las mismas; en la oscuridad sobre el tema, y al no adquirir de la ciencia certeza alguna, tampoco la tengo yo, que estoy por la despenalización del aborto. Pero, mis valedores, entiendo al científico. La ciencia duda, la ignorancia afirma, y es aquí donde vale, para mí, la interrogante: ¿seré yo uno más de los ignorantes sin resquicio de duda con los que me he topado en los dos bandos en pugna..?

Porque, reitero, ambos contrincante esgrimen razonamientos que consideran sólidos, y los dos mutuamente se descalifican. Ambos, uno con el argumento de la moral y el otro de la salud pública y el respeto a la mujer, sostienen sin un amago de duda sus puntos de vista encontrados. Derecho a la vida, despenalización del aborto. Uno y otro bando esgrime su razón. Ambos están convencidos a rajatabla, y supongo que las masas en pugna, más allá de quienes las aleccionan, proceden de buena fe. ¿Entonces? Nomás me quedé pensando, y válgame…

Válgame, sí, que semejante certeza de los dos bandos en oposición no puede arrojar más que una evidencia: que ambos conocen a fondo los argumentos: el de moral y la vida y el de la vida y la salud pública. Porque de otra manera, sin conocer las dos tesis, y tal vez ninguna de las dos, cómo pudiesen tomar partido de forma tan contundente y optar por algunas de las teorías encontradas. ¿A lo entrañable nomás? ¿A lo subjetivo? ¿Así, tan ayunos de lógica.?

Y yo, con mi duda torno al… (Esto,después.)

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