Benito Juárez engañó a los indígenas expropiándoles sus tierras, pero no sólo eso: yo considero que la personalidad del Benemérito de las Américas ha sido sobrevalorado por el sistema político mexicano. Sugiero la necesidad de un redimensionamiento de su verdadero papel histórico.
Tal aconsejaba en 1997 S. Abascal Carranza, militante de Acción Nacional respecto a la figura histórica de Benito Juárez. Y a propósito, mis valedores: que la memoria histórica no se nos muera del todo, porque al extraviar el pasado extraviamos, al propio tiempo, nuestro presente, cuanto más el porvenir. No olvidar que fue un día como hoy, pero de hace 199 años, cuando nació en la población de Guelatao el oaxaqueño que con el tiempo iba a ser testigo y actor principalísimo de una de las épocas más conflictivas, de las más decisivas en la historia de nuestro país. El benemérito.
Veintiuno de marzo de 1808-18 de julio de 1872. En estas dos fechas cabe toda su vida. Y no más. Sesenta y cuatro años fue el tiempo de vida de don Benito Juárez; pero que marcaron señas, rumbos, y derroteros en la historia del país, una historia de claroscuros: de lucha contra «soberanos» de pacotilla y de extrema crueldad para con los vencidos, y así unas luminosas Leyes de Reforma como también un Tratado McLane-Ocampo que, en apariencia, y sólo en apariencia (consulten la Historia), cedía parte del país a los Estados Unidos. De los males, el menor: Juárez y sus liberales instrumentaron el McLane-Ocampo para evitar que el gringo se quedase con Baja Califomiana, Chihuahua y varios otros estados del norte de nuestro país, desgracia nacional que evitaron ayudados de una circunstancia para nosotros afortunada: en guerra civil del norte contra el sur del país vecino, los yankis maniobraron para evitar que el sur se fortaleciese con el territorio mexicano. Qué bien, por más que lo estipulaba el propio Benito Juárez:
Todo lo que México no haga por si mismo para ser libre, no debe esperar ni conviene que espere que otros Gobiernos u otras naciones hagan por él. Auxilios negativos son los únicos que puede darnos Estados Unidos, como el que nos fusile por la espalda…
Y hablando de fusilamientos por la espalda: fue en abril de 1997. Legisladores del PRI, PRD y PT en la Cámara de Diputados condenaron y rechazaron las declaraciones del panista Noé Aguilar Tinajero, en las que besando la cruz juraba que Benito Juárez traicionó a México. Las tres fracciones advirtieron que no permitirán expresiones que pretendan dañar la imagen y el legado histórico del Benemérito. Lo afirmó el diputado oaxaqueño José Antonio Hernández Fraguas:
«Es criticable la postura del panista, que pretende desprestigiar a Juárez como pretexto para cambiar la nomenclatura de varias calles en el Edo. de México«. Y el diputado priísta José Carmen Soto Correa: Aguilar Tinajero es acólito del partido del campanario». Fueron priístas los que años atrás:
«¡Compañeros! ¡Don Alfonso Martínez Domínguez es el Benito Juárez de los burócratas! ¡Don Alfonso, como el Benemérito, surgió de la humildad! ¡Don Alfonso es nuestro Benito Juárez, el benemérito de los burócratas!»
Lo escribía Santiago F. Fuentes: ‘Los libros de historia se han convertido en los mejores aliados de los políticos mexicanos a la hora de explicar o justificar sus acciones. Santiago Oñate, Secretario de Trabajo, orador del PRI en la ceremonia juarista, aprovechó ayer el 189 aniversario del nacimiento del benemérito para, en un forzado paralelismo, comparar a Juárez con el presidente Zedillo: «Bien sabía Dn. Benito Juárez de los riesgos de la suspensión de pagos. Fidelidad a lo pactado en el exterior (…) El sacrificio del pueblo mexicano, necesario para salir de la crisis. No es permisible postergar el desarrollo en la justicia de millones, a cambio de transitorios alivios. Lo sabía el Presidente Juárez. Lo sabe el Presidente Zedillo…»
Dn. Benito frente al gobierno (neo)panista: ‘Cd. Camargo, Chih. «Una grave tensión política se suscitó el 12 de julio (de hace unos años), cuando la alcaldía panista realizó la demolición de una estatua de Dn. Benito Juárez para poner en su lugar la del fallecido panista Carlos Chavira...»
Aguascalientes, Ags., marzo de 1997. El alcalde panista de esta ciudad, Alfredo Reyes Velázquez, decidió entrar en la posteridad e impuso su nombre a una calle que antes se llamó Benito Juárez. La vía pública que rendía tributo a Juárez tiene ahora una placa con el nombre del alcalde». El regidor Miguel Juárez. «No se conformó con nada más registrar su nombre para en la posteridad, sino que también puso el de los panistas Manuel Gómez Morín, Miguel Ángel Mérida y Efraín González, a calles de la misma colonia San Francisco».
«No se me oculta ni trataré de disimularlo: la situación actual es complicada, difícil y tal vez peligrosa». Benito Juárez. (A su memoria.)