Asombro e indignación

Aquí sigue el ejercicio masoquista que a la vista de una Merida sitiada por tropas norteamericanas realicé con la somera recopilación de agravios que en la historia común ha perpetrado el Imperio contra su «traspatio» del sur. Lo afirmaba en 1922 The New York American:

«La salvación del pueblo de México sólo podrá realizarse por una intervención decisiva, poderosa, armada, de EU«. Intervención con que en 1848 le iba a arrebatar la mitad del territorio, para que en 66 años más tarde perpetrase la invasión armada al puerto de Veracruz, que costó tanta sangre nativa. ¿El pretexto para la invasión? En el XIX, proteger los intereses de las compañías gringas y a los propios nacionales de un tirano feroz, un Pres. Paredes que, para el invasor, era el Saddam Hussein de por aquel entonces. Por cuanto al pretexto que esgrimió el Presidente Wilson para venir y entrar a sacrificar patriotas en Veracruz: que Carranza no le haya permitido investigar el fusilamiento de W.S. Benton, ciudadano inglés. La secuencia histórica:

«Chihuahua, Chi. 21 de feb. 1914. Sr. Presidente Venustiano Carranza; inglés William S. Benton trató de asesinarme en Cd. Juárez. Pude desarmarlo y lo entregué a un consejo de guerra, que lo condenó a muerte. Respetuosamente, Gral. Francisco Villa».

»Washington, 28 de feb. 1914. Sr. Carranza: mi gobierno exige pronta averiguación. De otra suerte se complicará gravemente la situación y obligará a este gobierno a tomar medidas sumamente serias. Estamos seguros de que usted obrará inmediatamente. W. H. Bryan, Secretario de Estado».

Opina la prensa de EU: «Carranza desafia la Doctrina Monroe y abofetea al presidente Wilson en pleno rostro, porque al negar el permiso a nuestro Departamento de estado para investigar el asesinato de Benson, Carranza no hace otra cosa que dar un bofetón en pleno rostro al presidente «Wilson. Ninguna de las más grandes potencias europeas ha hecho jamás lo que hace ahora el Jefe de los mexicanos que están fuera de la ley. Carranza no es un indio ignorante, iletrado, matón, como Villa, que durante toda su carrera ha sido un ladrón y un matoide como bestia salvaje. ¡Pero Carranza! Educado en la escuela gubernamental, entrenado en el servicio oficial, experimentado en asuntos americanos, versado en la relaciones internacionales, sabe exactamente lo que quiere decir cuando lo dice al Sr. Wilson que en México no son los Estados unidos sino la Gran Bretaña misma la que debe ocuparse de la suerte de los ingleses, cuando se les asesina.

Carranza sabe que al rehusar de manera insultante los esfuerzos indulgentes de Mr. Wilson para salvar al grupo de bandidos de la venganza directa, repudia y desafia la Doctrina Monroe. En el presente, según dicha doctrina, no les permitimos intervenir a las potencias europeas en los asuntos internacionales de cualquier soberanía americana, ya sea en plena paz, orden y justicia, o en el mayor caos. Así, nos obligamos nosotros solemnemente a hacer por Europa lo que nosotros mismos hemos resuelto que Europa no debe hacer aquí. Esta es la Doctrina Monroe, para la Gran Bretaña y para Europa«.

Washington, 15 de abril, 1914. El Presidente Wilson recibe a diputados y miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara y los entera de su decisión de invadir Veracruz a causa de que sus autoridades se niegan a saludar la bandera de las barras y las estrellas».

Ante esta situación de grave emergencia, el Senador por Chilton, Virginia Occidental, así se expresaba: «¡Yo obligaría a ésos a saludar la bandera asi tuviese que volar toda la ciudad!» El Senador W.Borah: «¡Yo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada! Este es el venturoso principio de la marcha de Estadios Unidos hasta el Canal de Panamá«.

Y fue entonces: la denominada Expedición Punitiva se internó en la frontera norte de nuestro país. El siguiente es el texto de cierto telegrama firmado por John J. Pershing, comandante de las fuerzas estadounidenses que tomaron parte en dicha expedición: «Sr. Jacinto B. Trevino: Usaré de mi criterio por lo que concierne a cuándo y en qué dirección del territorio mexicano deba mover mis tropas para perseguir bandidos o para obtener información tocante a bandidos. Si dentro de esta circunstancia tropas mexicanas atacan a mis columnas, la responsabilidad, con sus consecuencias, recaerá sobre el gobierno mexicano».

Y fue así como el 21 de abril de 1914, a las 11:20 de la mañana, soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Prairé y tomaban tierra en el muelle Porfirio Díaz. La fuerza yanqui marchó contra la ciudad. Se iniciaba la invasión de territorio mexicano por tropas gringas. Y así hasta hoy, con Merida sitiada. Es México. (Mi país.)

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