Cien días de gobierno

Del mar les hablaba ayer, y del barco en peligro de naufragar que los pasajeros privilegiados oportunamente evacuaron para abordar el yate de lujo: Marta, sus dos pilludos, su segundo segundón y el resto del Sistema, incluyendo a oficiales y contramaestres con todo y su capitán (uno chaparrito, peloncito, de etc.). Atrás quedó, solo y su alma, ese grumete, el fregado que friega el navio, cuando fueron los que se ponen a salvo quienes lo fregaron a él. Pero un momento: ¿y esos desfiguros? Nada, que el grumete, ayudante de cocina, mesero y chalán, al temor del naufragio y ya con el barco ladeándose, consiguió pepenarse del travesaño del palo mayor, palo que los viejos marinos nombran bauprés, creo, o pértiga, o tantito peor; pero mejor los remito al diccionario: «Sinónimo de palo mayor…»

El grumete alcanzó a colgarse de la pértiga aquella, y se le aferra con veintitantas uñas, dispuesto a sobrevivir al naufragio inminente. Y claro, por supuesto que sobrevivirá; con todo y buque va a sobrevivir, que el signo de buque y grumete que lo barre y friega, por más fregados que ambos estén, es la supervivencia No faltaba más. El yate y los Carlos Slim pasarán, pero el grumete no pasará, que sobrevivir es su sino. Faltaría más.

En fin. Ya el de lujo se disponía a alejarse del navio en desgracia, y ojos que te vieron ir, cuando, mis valedores, ¿y eso? ahí, encaramado en el puente del yate que inicia maniobras para alejarse del naufragio inminente, el capitán se alzó cuan chi-rritico es, requirió el micrófono, y tendiendo sus dos brazos en dirección del paisa que cuelga a estas horas de la mera punta del vamos a decir palo mayor, díjole de esta manera

¡Mexicano! ¡Sí, tú, el ayudante de cocina! ¡El pinche..!

(Pinche toda tu…) El cual, fieramente afianzado a la vamos a decir pértiga, jadea y resopla pataleando y con los ojos chispándose por el esfuerzo por no caer y romperse toda la suya El capitán, mediocre irredento:

¡En mis primeros 100 días de gobierno te lo comunico: ahora sí, la política llegó a Los Pinos! ¡Te prometo un sexenio pleno de desarrollo e infraestructura, capaz de generar empleos. Te prometo también iniciar una reprivatización carretera y llevar la productividad nacional a las grandes ligas, expresión típicamente mexicana! ¡Nomás calcúlale..!

Ya mero que va a calcular. El que cuelga del palo jadea, y qué sofocones, y qué hormigueos de unos músculos atirantados, y luego esa taquicardia, y los bofes a punto de reventar. El grumetito jala aire, badajea los zancajos, resopla y, pelos crispados, contempla allá, muchos metros abajo, el duro piso del barco. Para cálculos está el desdichado. Por el altoparlante, la voz de capitán, que con las ratas abandonó un barco en desgracia

– Ã?yelo bien, mexicano: ¡promoveré una legislación que permita a PEMEX realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas para la explotación de yacimientos de aguas profundas! ¿No se te descansa el ánimo?

Los brazos deberíanme descansar, porque de plano que ya dieron todo de sí, y ahora como que quieren dar de no.

– ¡Desarrollaré un exhaustivo plan de rescate, restauración y modernización de teatros y zonas arqueológicas! Y a las actuales se sumarán nueve en el 2010. ¡Este crecimiento es anual, mexicano..!

Y es anal, piensa éste, y no el crecimiento. Es anal el cuscús, el terror a la caída, el miedo pánico. Pero mi querido capitán sigue a tizne y tizne con sus anuncios promocionales ojos, oídos y paciencia del de la pértiga

– ¡Mi gobierno no se dejará intimidar por el crimen organizado! ¡No daré tregua ni cuartel! ¡Así seguiremos con esta tranquilidad con la que está avanzando y marchando el país! ¿Sientes esa tranquilidad, mexicano?

Los brazos quisiera sentir: agarrados al garrote ya se me agarrotaron.

– Mira tú, ayudante de cocina en Canadá hay hambre. Hay hambre en la Unión Europea, hay hambre en EU. Hambre, sí, pero de comerciar con México. ¡Y qué extraordinarios se prevén los resultados de mis próximas giras por aquellos países! Grandes pedidos de tequila y aguacates.

Los míos ya se me durmieron en mi nidal. Chance y les caiga sida si nadie me baja de aquí. Pero a quién pedir auxilio, quién me pueda ayudar con la crisis. Y en tanto que el aplauso revienta en el de lujo que Se va alejando del barco en desgracia ahí se alza Carstens el gordo y desde el puente del yate contempla al grumetito que puja, sus dos manos agarrotadas en el palo mayor, y desde el puente del yate, el reproche del gordo:

– ¿Y qué, ayudante de cocina mexicano? Después de tan excelentes noticias para ti y tu familia, ¿acaso no piensas aplaudirle aquí a tu capitán? ¿Pues qué? ¿Así agradeces el honor de tener en tu México al tercer hombre más rico del mundo..?

(¡Chíjoe…!)

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