El legendario comunero potosino Pedro Jasso, de 91 años de edad, marcha una vez más rumbo al Distrito Federal…
Los antecedentes: por exigencias de la justicia don Pedro Jasso se desplazó desde San Luis Potosí hasta esta ciudad capital. Sus plantones en el zócalo causaron expectación, y lo más llamativo: que el protestante se hacía acompañar de El Chaparro, no uno de los 103 millones que habitamos el país, sino un burro. El Chaparro. ¿Resultado? De justicia, nada, pero sí la muerte del burro, que no pudo sobrevivir al enésimo plantón. Lástima.
Lástima, sí, pero como justicia no se lograba, ni autocrítica en don Pedro Jasso, los plantones siguieron, ahora con El Chaparrito junior, y más tarde con el nietecillo de El Chaparro original. Muchos plantones, ¿y la justicia? De justicia, nada, y al paso del tiempo, de los plantones de don Pedro Jasso no se volvió a saber. Yo pensé: ante la frustrada estrategia, esos que proyectaban su propio plantón ya escarmentaron en burro ajeno. Maestros, estudiantes del CGH y militantes de la APPO ya se miraron en ese burro. En ese espejo, más bien. Saben ya, por la historia y la realidad objetiva, que no es con plantones ni marchas, en burro o a pie, como el agraviado va a conseguir la justicia. Pues sí, pero no, que el jueves pasado, en Reforma, válgame; foto y noticia:
Monterrey. Integrantes de organizaciones campesinas se manifestaron frente a delegaciones de la SEDESOL en demanda a mayores apoyos.
En la foto, ¿qué creen? El burro por delante, encabezando el plantón. Detrás, los Pedro Jasso de distintas edades y tan cerradas entendederas, que se niegan a aprender. A la mente se me vino la fina estampa de El Chaparro, benemérito mártir de las marchas justicieras, estrategia que le costó la vida: y cómo no le iba a costar, si el plantón de 1997 duró un año, dos meses y 15 días; mucho plantón para un simple pollino. Ya cuando en el 2003 el necio dos Pedro Jasso repitió la estrategia, ya El Chaparro no lo acompañó. Fiebres, cólicos, una noche de agonía y un despertar en el otro mundo, el de los borricos. Y ya. ¿Y ya? No, que eso sería injusto para un luchador social. Yo, apenas supe su fallecimiento, me puse a entonar la endecha de ese que se nos torna símbolo de tantos mexicanos. El Chaparro. A su memoria…
Allá, en su terruño, El Chaparro fue siempre burro pradera, que nunca conoció el lujo de unas herraduras. Víctima siempre de su mala vida, fue bestia de carga y a cada rato me lo hacía güey (buey) unciéndolo a la yunta por menesteres del sembradío. Burro en funciones de buey, llevó una vida de perro, Dios. Al servicio de don Pedro Jasso, víctima como fue de una mala estrategia de lucha contra el enemigo histórico, El Chaparro tuvo que hacer un viaje desde San Luis Potosi hasta esta ciudad capital con un sólo propósito: buscar aquí, con el señor de Los Pinos (¡imagínense!) una justicia que no encontró en las autoridades locales, frente a la acción arbitraria y depredadora de caciques que invaden tierras en la comunidad de San Juan de Guadalupe y anexas. Buscar justicia en el de ilusos, El Chaparro y Jasso, en ese orden…
El burro hizo viaje por carretera,arrastrado y penoso porque, además, vino cargando a don Pedro a cuestas, qué vida la del El Chaparro. La de algunos Chaparros. Ya de plantón en el zócalo, el asno tuvo que soportar soles, fríos, tormentas, desdén presidencial, amenazas de autoridades y fuerza pública y la curiosidad de turistas que me lo fotografiaban de frente, de perfil, de tras cuartos y ya por arriba, y ya por abajo (Mexican curios), para regresar a su tierra con las manos (las pezuñas) vacías. Obvio, con esa estrategia obsoleta, ya rebasada Y de nuevo a sudar: ya de burro, ya de buey, burro y buey viejo y enfermo, pasmado del lomo y cierto estoy, también del espíritu, donde cargó con la derrota, y reflexionando (si es que él sí haya logrado pensar) que de qué canacos sirvió sacrificio tan cruel, si los humanos no escarmentamos. Y fue así como le llegó la única bendición de su vida: perderla. Mis valedores: ¿se parece o no a tantos de nosotros, dicho esto con el debido respeto (para El Chaparro)? Achaques, derrotas, mataduras, muy poca comida pata tanto trabajo, y tan mal pagado, y un futuro renegrido, con la muerte como liberación. Pero anden, a seguir desdeñando el poder ciudadano que lograríamos con la organización celular, y poner futuro y esperanzas, individuos y comunidad, en la mega-marchita. Porque en manos de un estratega bien intencionado, pero ignorante, El Chaparro fue enviado a la guerra sin más fusil que el que le facilitó la Madre Natura, tan pródiga con él. Hoy, ¿habrá símbolo más justo del ánima colectiva, siempre sufriente y delegando siempre nada menos que en su opresor? El Chaparro, mexicano de lucha tan justa cuanto estéril, y muerte inútil; ése en el que me reconozco a una «sociedad civil» integrada por tantos Jasso y tantísimos Chaparros. Como yo. El Chaparro. A su memoria. (Qué más.)
Maestro Mojarro, que pena que ni en la televisión ni en el radio existan espacios para personas pensantes como usted, esta fabulilla la escuche hace años en su programa de radio y la busque para darla como ejemplo a mis alumnos, pero desgracidamente desde que la escuche las cosas no han cambiado, ni cambiarán, habrá más chaparros y su prole, y más líderes como Don Pedro, y otros peores que traen a los chaparros a cumplir sus intereses personales, a cambio del codiciado tesoro y lujo que es en estos tiempos una torta de uni-rebanada de jamón y un refresco, al menos Don Jasso era bien intencionado, bruto pero bien intencionado, quizá la moraleja sea que Don Jasso queriendo cambiar al mundo solo cambio de burro, solo espero que al contar esta fabulilla en mis clases en la universidad, pueda distraer con su contenido a mis alumnos unos momentos de su iphone, blackberry, ipad, minilaptop con internet inalambrico y demás cajitas embrutecedoras portatiles que con el pretexto de tomar apuntes alejan a todos los pseudo-estudiantes cada vez de la cultura y la critica, en fin como usted dice esto es México….